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La Comisión Europea propone rebajar la protección del lobo

Los ecologistas acusan a Bruselas de guiarse solo por criterios políticos y no científicos al tomar esta decisión, que debe todavía ser respaldada o no por los gobiernos de los Veintisiete

Un lobo corre en el municipio de Bad Schmiedeberg (Alemania) este octubre.
Un lobo corre en el municipio de Bad Schmiedeberg (Alemania) este octubre.Wolfram Steinberg (picture alliance/Getty Images)
Esther Sánchez

La Comisión Europea ha propuesto este miércoles rebajar la calificación del lobo de “estrictamente protegido” a “protegido” con el objetivo de flexibilizar la gestión de las poblaciones de la especie en Europa y, por lo tanto, su caza. En España, el lobo se encuentra dentro del listado de especies protegidas y no se puede cazar en ninguna comunidad autónoma desde septiembre de 2021. La Comisión ha argumentado que el estatuto que preserva al lobo data de 1979 con datos científicos de ese momento. Pero las asociaciones ecologistas no pueden entender el cambio de postura propuesto, que rechazan de plano. La organización conservacionista WWF ha acusado a la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, de “ignorar a la ciencia y sacrificar los éxitos de conservación por su propio beneficio político”. Esta decisión de la presidenta de la Comisión se produce en pleno avance de la ultraderecha en Europa, que está poniendo en cuestión muchas políticas medioambientales.

Detrás del anuncio se adivinan las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebrarán del 6 al 9 de junio, y el deseo del PP europeo de atraer al voto del mundo rural con los cazadores y ganaderos. En cualquier caso, “se trata de un proceso que, en caso de que salga adelante, tardará años en resolverse”, advierte el autor del informe sobre la situación del lobo que ha manejado la Comisión, el biólogo Juan Carlos Blanco. Primero, los países de la Unión Europea deben decidir si aceptan la propuesta, lo que implicaría modificar el convenio internacional de Berna sobre la conservación de la fauna y la flora silvestres y los hábitats naturales de Europa. El camino que queda por delante es muy largo. En primer lugar, la proposición se debe presentar al convenio de Berna, que no se reúne hasta diciembre de 2024, con lo que ya habría pasado un año. Y, si se llegara a un acuerdo ahí, habría que modificar a continuación la Directiva Habitats que requiere la unanimidad de todos los países.

La decisión de la Comisión se ha tomado después de recabar “datos recogidos recientemente de las poblaciones loberas” que se han incrementado “considerablemente” en las últimas dos décadas. El último informe apunta a que existen en toda la UE unos 20.300 lobos, 900 más que los que se detectaron en 2022. Hay ejemplares en todos los países miembro, excepto en Irlanda, Chipre y Malta. “Se trata de cifras aproximadas, porque es muy complicado contar a los lobos”, advierte Blanco. “Es cierto”, añade, “que la población de lobo está aumentando desde hace décadas, pero también hay que tener en cuenta las motivaciones políticas para realizar esta propuesta ahora, con unos datos que no difieren mucho de los del año pasado cuando se votó en el convenio de Berna y se decidió que siguiera estrictamente protegido”.

Esta recuperación en algunos territorios de la Unión Europea ha provocado un aumento de los ataques al ganado, asegura Bruselas. Von der Leyen ya lo advirtió a principios de septiembre: “La concentración de manadas de lobos en algunas regiones europeas se ha convertido en un peligro real para el ganado y, potencialmente, también para los humanos”. Aunque, al mismo tiempo, reconocía que el aumento de lobos constituye “una buena noticia para la biodiversidad en Europa”.

También ha recordado este miércoles que las autoridades locales piden desde hace años cambiar la política de protección para gestionar “de forma más activa las concentraciones críticas de lobos”. Se trata de mantener el objetivo de preservar la biodiversidad y proteger los medios de vida rurales. En España, la polémica alrededor de la especie se recrudeció desde que se amplió la prohibición de cazarla en toda España en 2021. Hasta ese momento, el lobo se podía cazar en los territorios por encima de la frontera del Duero, donde más población se concentra. Con el aumento de su protección se prohibió su captura en todas las comunidades, excepto en ocasiones muy concretas para las que se necesita un permiso. La polémica llega al punto de que este martes apareció una cabeza y una cola de lobo colgadas de un puente peatonal en Proza (Asturias). Las comunidades autónomas con más lobo (Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria) presionan continuamente para que disminuir el estatus de protección de la especie.

La Comisión seguirá apoyando a las autoridades de los diferentes países para fomentar la coexistencia con el lobo y los grandes carnívoros en general. “La inversión en medidas de prevención sigue siendo esencial para reducir la depredación del ganado”, aseguró el comisario de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevicius.

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Para WWF, el cambio de opinión es aún más injustificado, dado que los resultados del análisis en profundidad de la propia Comisión sobre las poblaciones de lobos en la UE, que se ha publicado hoy, no proporcionan ninguna evidencia científica de que el estado de la población de lobos haya cambiado significativamente en un año. “La propuesta sabotea el papel de la UE como socio confiable y líder en los foros internacionales y cuestiona la autenticidad de sus esfuerzos para lograr los objetivos globales de biodiversidad.” explica Sabien Leemans. Porque, además, hace tan solo un año, von der Leyen hizo “una contundente declaración sobre el acuerdo histórico para guiar la acción global sobre la naturaleza hasta 2030 junto con el resto de la comunidad internacional. El anuncio de hoy pone en duda estos compromisos internacionales”.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.
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