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Policías del agua, 8 minutos de riego y otras restricciones en la batalla de California contra la sequía

El Estado va a cumplir cumplir dos meses entre medidas de ahorro que han llevado a disminuir la demanda casi un 10% en Los Ángeles

Luis Pablo Beauregard
Palm Springs, California
Vista aérea de un conjunto residencial y campo de golf en medio del desierto de Palm Springs, California.MARIO TAMA (AFP)

Los cerros que rodean la ciudad de Calabasas, a 50 kilómetros al norte de Los Ángeles, lucen el asedio de la sequía que sofoca esta región de California desde hace tres años. Los tonos cafés y amarillos de las colinas que dominan la vista contrastan con el verde resplandeciente de los enormes espacios del Club de campo y de la mayoría de lugares públicos de una exclusiva zona asociada a la tragedia: aquí se produjo el accidente en el que murió Kobe Bryant en 2020.

Gail Poole, de 63 años, camina con un par de beagles por una de las pocas avenidas de libre tránsito de la ciudad, repleta de lujosas mansiones escondidas en urbanizaciones con vigilancia privada. “Aquí no ha faltado el agua, pero ahora se nota que se cuida más”, dice esta vecina de la zona desde hace 17 años. Desde mediados de mayo, el Distrito de Aguas de Las Vírgenes, encargado de abastecer este rincón del valle de San Fernando, aprobó de forma unánime una de las más severas restricciones de agua. “A mí solo se me permite regar el jardín una vez por semana, los jueves, y no puedo hacerlo por más de ocho minutos”, señala la vecina. Los habitantes cuya dirección termina en un número par, en cambio, solo pueden hacerlo los martes. Las autoridades han fijado un tope de uso de 300 litros diarios. Quienes lo superan, reciben una notificación por correo. “De momento, no he tenido problema porque he dejado morir algunas de mis plantas, pero otros vecinos sí me han comentado que la vigilancia se ha vuelto un poco intensa”, dice Poole.

La escasez en California ha convertido barrios residenciales e idílicos suburbios como este en campos de batalla en la guerra por el ahorro. Policías del agua patrullan estas zonas a la caza de infractores manguera en mano. Algunos de estos agentes, contratados por la contingencia por los departamentos de agua de los condados, utilizan imágenes por satélite. Con la sequía que castiga a California desde hace años, la peor en varios siglos de registros, lo normal es que esas imágenes luzcan manchas amarillas o naranjas. Estos policías buscan, en cambio, campos de color azul profundo, que delatan zonas de una humedad inusual para estos tiempos de sacrificio.

Más de 5.500 notificaciones por violaciones han sido enviadas a vecinos del área en los últimos ocho meses. Según The Wall Street Journal, Kim Kardashian y Sylvester Stallone se encuentran entre los despilfarradores de Calabasas. De acuerdo con el diario, el protagonista de Rocky rebasó por más de 300% la cantidad de agua permitida, para mantener vivos 500 árboles que tiene en su propiedad, valorada en 18 millones de dólares.

En Camarillo, una ciudad de 65.000 habitantes al oeste de Calabasas, solo pueden regar 15 minutos sus plantas de exteriores y jardines una vez a la semana y entre las seis de la tarde y las ocho de la mañana. Los vecinos que reciban tres amonestaciones por no respetar las medidas son multados con 600 dólares. Al cuarto aviso llega también un castigo peor: la ciudad quita al infractor la presión de la toma de agua.

El gobernador de California, Gavin Newsom, lanzó la voz de alarma a finales de marzo. El año comenzó con los tres primeros meses más secos de la historia, por lo que el mandatario hizo un llamamiento a la acción para reducir un 15% el consumo a nivel estatal y hasta 35% en las zonas más afectadas por la sequía. Pidió a las 436 agencias locales, encargadas del suministro a los 58 condados, la puesta en marcha de planes de emergencia. Se aprobaron decenas de restricciones que han entrado en vigor en los últimos dos meses.

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Damon Ayala, uno de los policías del agua que han sido desplegados en Los Ángeles, fotografía uno de los aspersores del riego.
Damon Ayala, uno de los policías del agua que han sido desplegados en Los Ángeles, fotografía uno de los aspersores del riego.MARIO TAMA (AFP)

La mayoría de las medidas de ahorro se enfocaron en el uso fuera de casa. El Distrito Metropolitano de Agua del Sur de California calcula que el regadío representa el 85% del gasto urbano del agua. Los condados recortaron los días y el tiempo en los que se pueden regar jardines y patios. Se prohibió lavar las banquetas, irrigar hasta dos días después de una lluvia, emplear agua con el césped artificial o poner en marcha fuentes sin sistemas de recirculación. También se prohibió lavar los coches con mangueras que no tengan una boquilla para el ahorro. Los restaurantes no deben ofrecer agua del grifo si no se la piden los clientes. Varios vecinos han apostado por cambiar la decoración de sus jardines, retirando la grama y sustituyéndola con grava o mantillo con cactáceas como ornamento, un estilo desértico como el que se encuentra en urbes como Phoenix o Las Vegas.

El Departamento de Recursos Hídricos de California cerró el grifo por segundo año consecutivo del 95% del suministro que envía a las ciudades. Esto se debe a las altas temperaturas; no hubo nieve este año en la Sierra Nevada, una de las principales fuentes de abastecimiento de la red. El agua de las montañas representó menos del 25% de las reservas, la tercera peor marca por detrás de las de 2015 y 2018.

Al anuncio de Newsom le siguieron cifras poco esperanzadoras. El consumo incluso incrementó en abril un 17%. Mayo fue peor, con una subida de 18,9%. En junio, no obstante, llegaron las restricciones en los centros urbanos más densos del Estado, con una población de 40 millones de personas. El primer mes de restricciones dejó un ahorro de 9% en la zona metropolitana de Los Ángeles. En los primeros días de agosto se darán a conocer los números de julio.

Las últimas cifras publicadas por los departamentos de agua de California dejan patente un esfuerzo conjunto, aunque dispar. El condado de Marin, justo al norte de San Francisco, es el alumno aventajado. Ha logrado recortar un 24% el consumo comparado al acumulado de 2020. Los condados de Sonoma y Napa, también al norte, han fallado en la meta de ahorro con un 18% y un 16% respectivamente. San Francisco ha logrado un 7,3%. A nivel estatal, sin embargo, el ahorro es solo del 2%.

Algunos grupos ambientalistas como el Sierra Group creen que el impacto será limitado hasta que las restricciones lleguen al campo, donde la agricultura utiliza el 80% del agua de California en un año seco (en un año con mucha lluvia la cifra se reduce al 30%). Más de 400.000 hectáreas son utilizadas para la cosecha de almendras, uno de los cultivos más rentables del Estado. Junto a los pistachos se encuentran entre los frutos que más volumen de agua necesitan durante todo el año. Un informe publicado esta semana por la organización Food & Water Watch indica que a pesar de la sequía que azota California desde hace décadas, las plantaciones de almendros han crecido un 78% en los últimos 12 años.

No es la primera vez que California debe pedir a sus habitantes este esfuerzo. En mayo de 2015, el entonces gobernador Jerry Brown decretó las que entonces eran medidas sin precedentes para ahorrar el 25% del suministro. El Estado estuvo muy cerca de lograrlo; la meta se rozó con un 24% gracias a una orden ejecutiva que redujo el caudal que se bombeaba a las ciudades. Este estuvo en vigor casi 11 meses, hasta que una serie de lluvias torrenciales a inicios de 2017 dieron por terminada una de las más graves sequías, que duró cinco años. Hasta la de ahora, la peor en más de mil años.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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