La sequía dispara la tensión en el campo andaluz
La cuenca del Guadalquivir vive su peor escenario hídrico desde 1995. Los embalses reciben un 60% menos de agua
La sequía asoma ya su peor cara en el sur de España. La cuenca del Guadalquivir, la tercera más grande del país, se encuentra en situación de alerta y con su peor escenario hídrico desde el año 1995. Los regantes llevan varias semanas movilizándose para exigir más agua que permita salvar sus cosechas, pero esta situación de tensión no ha hecho más que reavivar viejas luchas entre agricultores del bajo y el alto Guadalquivir o, lo que es lo mismo, entre los diferentes tipos de cultivo.
De momento, el Gobierno no ha declarado oficialmente el estado de sequía en el sur del país. Sin embargo, de continuar la escasez de precipitaciones (un 21% menos que la media de los últimos 25 años) la cuenca del Guadalquivir, que abarca territorios de las ocho provincias andaluzas más partes de Badajoz, Ciudad Real y Albacete, está abocada a una situación de emergencia no más allá de septiembre u octubre. Actualmente se encuentra al 35% de su capacidad (unos 2.800 hectómetros cúbicos almacenados, 600 menos que hace un año) y los embalses del Guadalquivir han recibido un 60% menos de aportaciones que la media histórica del último cuarto de siglo. “Vivimos la peor situación desde hace 26 años, por eso no podemos atender las demandas de los regantes para no poner en riesgo la cuenca. Los datos nos obligan a revisar tanto la superficie a sembrar como el tipo de cultivo, para ser más eficientes que nunca”, ha señalado el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Joaquín Páez.
La confederación ha establecido esta campaña la dotación de riego en 3.000 hectómetros cúbicos por hectárea, pero los regantes demandan 300 hectómetros más para poder salvar sus cultivos en situación más crítica. Agricultores, cooperativas y ayuntamientos del bajo Guadalquivir han iniciado esta semana un periodo de movilizaciones para exigir más agua. A su juicio, aún queda margen, ya que el umbral para entrar en situación de emergencia está en 914 hectómetros cúbicos embalsados en el sistema de regulación general (los pantanos dedicados al regadío y otros usos industriales), y en la actualidad hay en torno a 1.600 hectómetros cúbicos.
La zona regable del Bajo Guadalquivir se caracteriza por cultivos de marcado carácter social, hortícolas, remolacha, tomate de industria y algodón mayoritariamente, que mantienen el tejido productivo rural con la industria asociada y son generadores de empleo. “En las actuales circunstancias de falta de agua se va a dejar de contratar mucha mano de obra, y lo peor es que los cultivos que no se han secado ya, se secarán en las próximas semanas si no se atiende a nuestras demandas, con lo que perderán muchos puestos de trabajo”, ha advertido Diego Bellido, representante de COAG en Lebrija (Sevilla) y uno de los que se manifestó el pasado martes junto a otros regantes del Bajo Guadalquivir, respaldados por alcaldes de la comarca.
Aumento de la superficie agraria
El crecimiento exponencial de la superficie agraria de regadío en los últimos años está detrás del aumento de la productividad de la agricultura en nuestro país. Pero el regadío es también cuestionado por los problemas de sostenibilidad que provoca su elevado consumo hídrico, más aún en un escenario de cambio climático. El 40% del suelo en España está amenazado por la desertificación debido a las “insostenibles políticas de aumento continuado de regadío”, que consume más del 84% total del agua, según ha denunciado la organización Ecologistas en Acción, que considera que es un sinsentido seguir aumentando la superficie regable.
Actualmente, son más de cuatro millones las hectáreas de riego del país, de las que más de 600.000 corresponden al olivar. Solamente en el olivar andaluz (Andalucía acapara tres cuartas partes de la superficie oleícola del país), el regadío acapara cada año 864 hectómetros cúbicos de agua, el 22% del total de la demanda en la comunidad. “No es cierto que falte agua, pero sí que está mal repartida”, defiende Juan Luis Ávila, representante de la organización agraria COAG. “El olivar de regadío multiplica la producción, pero no necesariamente la rentabilidad, ya que regar cada olivo nos cuesta en torno a seis euros”, incide por su parte Manuel Alfonso Torres, presidente de Infaoliva, la patronal de los fabricantes de aceite de oliva.
El Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir contempla una dotación anual de 20 hectómetros cúbicos de aguas regeneradas en nuevas zonas regables. Sin embargo, en toda España, el volumen de aguas residuales reutilizadas es del 11,21%, un porcentaje que en Andalucía apenas llega al 5%, según los últimos datos del INE.
Las protestas las iniciaron en mayo los arroceros, que se echaron a la calle por haber recibido la mitad de las dotaciones de otras campañas. “El recorte hídrico de la CHG pone en jaque la competitividad del sector arrocero de Sevilla, que el año pasado generó 5.000 jornales, así como el mantenimiento de todas las actividades económicas auxiliares, como es la industria envasadora, la industria del cangrejo rojo o el mantenimiento de la actividad hostelera”, señaló entonces el presidente del Consejo Sectorial de Arroz de Cooperativas Agroalimentarias, Salvador Cuña.
Incentivar el ahorro de agua
Mientras, los olivareros han pedido un reparto social del agua, para que no se produzcan situaciones tan paradójicas como que cultivos como el arroz, con solo 36.000 hectáreas, consuman el agua con el que se podría regar 207.000 hectáreas de olivar, por ejemplo. “En el sector del olivar tradicional, después de tres años de campañas difíciles, con precios por debajo de la rentabilidad, nos encontramos con situaciones injustas como esta”, indica Juan Luis Ávila, responsable del Olivar de COAG. Esta organización ha vuelto a pedir, tal y como Europa viene exigiendo desde el año 2000 en su Directiva Marco del Agua, que haya una tarificación volumétrica de los riegos, “para que se acaben con situaciones injustas y para que se incentive el ahorro del preciado recurso”.
Desde la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir se han rechazado las demandas de mayor regadío para los agricultores. El organismo de cuenca asegura que el abastecimiento a la población está garantizado para tres años, una previsión que podría alterarse en caso de aprobarse el decreto de sequía. Si así fuera habría que detraer en torno a 400 hectómetros cúbicos como reserva para el consumo humano y otros 100 hectómetros cúbicos para los cultivos leñosos.
De momento, en la provincia de Jaén ya hay un municipio, Arroyo del Ojanco, que ha empezado a hacer cortes nocturnos en el suministro de agua a la población. En este caso se trata de un problema derivado de la sobreexplotación de los acuíferos locales, según ha señalado el alcalde, José Berrio, que ha culpado en parte de esta situación a los sondeos ilegales que proliferan en esta comarca olivarera. Por ahora, la única solución para garantizar el abastecimiento a esta localidad de apenas 2.400 habitantes son los bombeos desde el cercano pantano del Guadalmena.
El conjunto de los embalses de Andalucía (incluyendo la cuenca mediterránea andaluza y los de Tinto, Odiel y Guadalete-Barbate) tienen una capacidad máxima de 11.167 hectómetros cúbicos, de los cuales disponen 4.226 en estos momentos, el 37,84%. En la comparativa interanual, los embalses contienen 7,22 puntos porcentuales menos de agua almacenada que en las mismas fechas del año pasado, cuando contabilizaban 5.032 hectómetros cúbicos, el 45,06% de su capacidad.
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