Por qué las mujeres pedalean mucho menos que los hombres
Las expertas en movilidad piden impulsar carriles bici seguros y potenciar la formación vial de las féminas para luchar contra una brecha de género que se mantiene desde hace años
Hace 15 años, Isabel Ramis (Cartagena, 37 años) vio a una chica por la calle subida en una bicicleta preciosa y pensó: “¿Y yo por qué no?”. Le venía al pelo porque acababa de dejar de fumar y no quería engordar. Se compró una bici de segunda mano y probó. Aquella imagen le cambió la vida. Ramis, que trabaja en el departamento de comunicación de una empresa de renovables, pedalea a diario y hasta tiene un blog en el que anima a hacer lo mismo que ella, Muévete en bici por Madrid. “Me han dicho mil veces que Madrid tiene muchas cuestas, que el tráfico es muy agresivo, que el clima es horrible. Pero los noruegos van en bici con una capa de nieve de un metro, aquí no llueve casi nunca y las cuestas las evitas buscando recorridos alternativos”, explica.
Su caso es cada vez más habitual, pero está lejos de ser la norma: según el último Barómetro de la Bicicleta, el 58,9% de los hombres pedalean con alguna frecuencia, mientras tan solo lo hacen el 42,8% de las mujeres. Las expertas en movilidad piden impulsar carriles bici seguros y potenciar la formación vial de las féminas para luchar contra una brecha de género que se mantiene desde hace años.
Los datos del barómetro —la encuesta más completa sobre ciclismo urbano— constatan que la brecha se ha reducido de 22 a 16 puntos en una década (2010-2019), pero todavía persiste. Esther Anaya, que investiga sobre ciclismo urbano y género en el Imperial College de Londres, considera que es fundamental para reducirla crear carriles bici seguros: “Las mujeres tenemos preferencia por las vías ciclistas protegidas, porque aumentan la sensación de seguridad. Esto es algo que aparece en muchos estudios”.
Anaya explica que un reciente trabajo publicado en Transport Reviews muestra que cuando menos del 7% de los viajes se realizan en bicicleta (como ocurre en todas las ciudades españolas) existe brecha de género. En cambio, en países como Holanda o Dinamarca, donde al menos el 30% de la población se desplaza a pedales, la brecha disminuye. “Si hay menos viajes en bicicleta, hay menos mujeres que usan la bici. Creo que está relacionado con la sensación de seguridad: cuantas más personas van en bici, más seguro es ir en bici y la tasa de accidentalidad es menor. Así que a la vez que aumenta la gente en bici, aumentan las mujeres que van en bici. A las mujeres nos influye más la percepción de seguridad en la calle”, señala la experta.
Coincide Marta Serrano, fundadora de Mujeres en movimiento, que aglutina a mujeres líderes en movilidad: “La percepción del riesgo que tenemos las mujeres es superior, y además solemos sufrir más violencia vial. Tienden a gritarnos más desde los coches para que nos apartemos o no molestemos al tráfico, y eso es incómodo a la hora de pedalear”. Serrano aporta otra idea: “Las mujeres tendemos a hacer más viajes acompañadas, viajes relacionados con los cuidados, y también compras, y ese tipo de trayectos son más complicados para ir en bici, sobre todo si tienes que acompañar a un menor o a una persona dependiente. Y faltan infraestructuras seguras para hacer estos viajes”. Es fundamental crear aparcamientos seguros para bicis que impulsen esta micromovilidad, dado que el robo de velocípedos también es un problema importante.
¿Qué otras medidas se pueden tomar? Laura Vergara, portavoz de la coordinadora ciclista ConBici (la más potente de España), pide incrementar la influencia femenina en el colectivo: “Debemos aumentar la presencia de mujeres en el activismo ciclista, porque cuantas más participen, más se va a adaptar la experiencia a nuestras necesidades. También tenemos que encontrar referentes femeninos y utilizar un lenguaje positivo e inclusivo para todas”.
Sexagenarias que aprenden pedalear
Anaya aporta otro dato: el 20% de las personas no sabe montar en bici, pero de ellas, un abrumador 80% son mujeres. La fórmula para superar este problema es sencilla: formar a las féminas en movilidad ciclista, algo en lo que coincide Marta Serrano: “Hay que potenciar la formación para que las mujeres aprendan a moverse en bici por las ciudades. En Vigo, Greenpeace acaba de lanzar un programa en este sentido, donde esperaban mujeres de todas las edades, pero la mayoría de las que se han apuntado tienen más de 60 años. Todas quieren ser más independientes a la hora de desplazarse”.
El grupo Col.lectiu Punt 6 ha realizado varios estudios sobre bici urbana en Barcelona para visibilizar “las dificultades y ventajas” que encuentran las mujeres. Sara Ortiz Escalante, integrante de este colectivo, apunta que las conclusiones son similares a las de otras ciudades: las mujeres se sienten más seguras con carriles bici separados de la calzada, amplios y bien señalizados. Y habla también del acoso vial: “No sé si se da más en las mujeres, pero sí que tiene un componente de género y a veces se manifiestan también con un componente de acoso sexual”. En el último informe que han elaborado, aún sin publicar, la mitad de las mujeres ciclistas aseguró que había sufrido alguna agresión física o verbal mientras pedaleaba: “Es el reflejo de la sociedad machista que tenemos, lo que pasa en la bici es lo que te pasa en la calle, caminando o en el transporte público”.
Gemma Simón, portavoz de Equidad de ConBici, cree que esto se puede cambiar y abre la puerta al optimismo: “En los países donde llevan años impulsando el ciclismo urbano, como Holanda y Dinamarca, ya hay más mujeres que hombres pedaleando. Para lograr lo mismo hace falta crear infraestructuras ciclistas protegidas, porque sin ellas las mujeres, en general, se sienten menos seguras para pedalear”.
Por suerte, cada vez hay más mujeres que rompen el molde. Como Nuria Soto Aliada, que trabaja como bicimensajera en la cooperativa Mensaka de Barcelona, con otras tres compañeras y seis compañeros. “Todo lo que requiera esfuerzos físicos se ve más masculinizado”, dice Soto, de 27 años. La cooperativa donde desarrolla su labor quiere reforzar la presencia de las mensajeras: “Nuestra forma simbólica de confrontar la brecha salarial es que las mujeres cobramos un plus de un 5% más”, dice. Un pequeño incentivo para acabar con una brecha que, por ahora, sigue sin cerrarse.
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