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Lanzada con éxito una misión robótica doble que busca la exploración comercial de la Luna

Dos módulos privados, uno de EE UU y otro de Japón, ya van camino del satélite terrestre donde recabarán información para preparar futuras misiones

El País

Este miércoles, cuando el reloj marcaba las 7:11 de la mañana (hora peninsular española), el cohete Falcon 9 de la empresa privada SpaceX despegó desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida (EE UU). A bordo lleva dos módulos robóticos privados, uno estadounidense y otro japonés, cuya misión será recabar información de la superficie de la Luna para preparar futuras misiones al satélite terrestre. Es la primera de múltiples misiones lunares previstas para el 2025.

Como estaba previsto, y tras aterrizar de regreso con normalidad la primera fase del cohete de SpaceX, el Falcon 9 llevó a ambos módulos de aterrizaje a la órbita terrestre, donde fueron desplegados. El primero, el estadounidense respaldado por la NASA, una hora después de despegar en Florida, pasadas las ocho y cuarto de la mañana. Unos minutos después, a las 8:44 (hora peninsular española), el japonés de Ispace.

A partir de ese momento, cada uno comienza una trayectoria independiente para llegar a la Luna. El Blue Ghost —de la compañía Firefly Aerospace, que forma parte del programa CLPS de la NASA— tardará 45 días en llegar a la superficie lunar y pasará 14 días allí, donde tendrá un ajustado cronograma científico de pruebas. Las investigaciones en este vuelo tienen como objetivo “probar y demostrar la tecnología de perforación del subsuelo lunar, las capacidades de recolección de muestras de regolito, la computación tolerante a la radiación y los métodos de mitigación del polvo lunar”, según informó la agencia espacial. Está previsto que el módulo aterrice de forma autónoma en el Mare Crisium (Mar de las Crisis) a principios de marzo.

Por su parte, el módulo Resilience, fabricado por la empresa japonesa Ispace, se intentará desplegar después de Blue Ghost y tardará casi cuatro veces más en completar su misión. En el camino están previstas varias pruebas. El módulo nipón está equipado con algunas actualizaciones luego del fracaso de su primera misión en abril de 2023, que se accidentó en la superficie de la Luna luego de traspasar su órbita por un fallo en un sensor de altitud. En este nuevo intento, el módulo de aterrizaje se dirige a un punto conocido como Mare Frigoris (Mar de Frío), en el hemisferio norte del satélite. Una vez allí desplegará un microrrover llamado Tenacious, que viaja dentro de la nave, para recolectar muestras de polvo lunar que luego compartirá con la agencia espacial estadounidense.

La NASA tiene vigentes numerosos contratos con empresas privadas. Estas alianzas están centradas en impulsar los esfuerzos del programa Artemis de la agencia, cuyo objetivo es llevar astronautas a la Luna en 2027 y, eventualmente, establecer una base en la región polar sur lunar, donde el hielo de agua —considerado como el “nuevo oro lunar”— podría ser abundante.

Los japoneses, por su parte, no quieren quedarse por fuera del incipiente negocio del turismo espacial. La compañía anunció hace unos años que para 2040 la Luna tendrá 1.000 habitantes y será visitada por 10.000 personas cada año. El objetivo declarado de Ispace es liderar la “economía espacial” con la extracción de agua en la Luna y el envío de experimentos, suministros y otros materiales como cliente de gobiernos o empresas. Con la inminente vuelta a la Luna de las grandes potencias espaciales, apuntalada por grandes empresas privadas como SpaceX, ese pronóstico suena cada vez más realista. La consultora PwC ya calculaba en 2023 que el transporte a la Luna moverá unos 350.000 millones de dólares a finales de la próxima década.

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