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Adiós a P-22, una estrella animal de Los Ángeles

Tras una década de cohabitación urbana, el puma fue sacrificado días después de ser capturado en el patio trasero de una residencia

Luis Pablo Beauregard
P-22 en una de las múltiples capturas de las cámaras remotas que le seguían su paso por las colinas de Los Ángeles
P-22 en una de las múltiples capturas de las cámaras remotas que le seguían su paso por las colinas de Los ÁngelesHANDOUT (via REUTERS)

Hollywood ha perdido este sábado una de sus celebridades más queridas. El puma conocido con el nada atractivo nombre de P-22 ha sido sacrificado esta mañana, días después de haber sido capturado en el patio trasero de una residencia privada en el barrio de Los Feliz, en pleno corazón de Los Ángeles. Fue el triste final para un felino que se hizo famoso precisamente por eso: convivir durante algo más de una década con la salvaje densidad urbana de la ciudad californiana.

“Esto realmente duele”, ha dicho esta mañana Chuck Bonham, el funcionario del departamento estatal que ha dado a conocer la noticia. La conferencia de prensa estuvo llena de veterinarios y especialistas que dieron a conocer el desenlace de P-22 con ojos húmedos. El felino, que tenía 12 años y era con diferencia el más conocido entre un centenar de especímenes que hay en el sur de California, “se fue a dormir” a las 09.00 de este sábado en el zoológico de San Diego. La decisión de sacrificarlo siguió a varios problemas de salud, entre estos una fractura en el cráneo, daños en varios órganos y un desgarre en el diafragma.

Las autoridades creen que los problemas del puma empeoraron después de haber sido atropellado recientemente en alguna de las zonas donde merodeaba, las colinas de Hollywood y el Parque Griffith, uno de los más importantes pulmones verdes dentro de la ciudad. Hace algunos días, el departamento encargado de vida silvestre recibió una llamada anónima que advertía sobre el incidente. Los médicos del zoológico de San Diego descubrieron también que P-22 tenía complicaciones en el hígado y los riñones.

El puma fue capturado el lunes en el jardín trasero de una familia. Los especialistas determinaron que había perdido una cuarta parte de su peso, lo que reflejaba sus crecientes problemas de salud. No obstante, P-22 se había convertido en las últimas semanas en objeto de interés de las autoridades. Después de años de cohabitación pacífica, su comportamiento comenzó a ser errático. A inicios de noviembre mató a Piper, un perro chihuahua que caminaba junto a un paseador de perros. Antes había atacado a otro canino en la zona de Hollywood Hills. El gobierno local emitió entonces un comunicado que afirmaba que el ataque a un humano era improbable. Pero, por las dudas, los expertos apretaron el paso de su búsqueda.

Así como hicieron Copito de nieve en Barcelona, la orangutana Sandra con Buenos Aires o el panda Tohui en Ciudad de México, P-22 logró fusionar sus rasgos salvajes con una identidad urbana. A diferencia de los animales mencionados, el puma vivió en libertad, moviéndose en una zona de algo más de dos hectáreas. Enseñó a los científicos que era capaz de sortear las autopistas 405 y 101, dos transitadas vialidades de la ciudad.

El puma P-22 fue capturado  en el barrio Los Feliz, el lunes pasado.
El puma P-22 fue capturado en el barrio Los Feliz, el lunes pasado.AP

El origen de P-22 es un misterio, a pesar de que sus actividades callejeras han sido siempre seguidas por los angelinos. El animal fue descubierto en febrero de 2012 por Miguel Ordeñana, un joven biólogo de 29 años que trabajaba para el servicio forestal. Una mañana, mientras descargaba las imágenes capturadas por cámaras que se activaban con el movimiento, el científico descubrió un imponente y joven puma de unos 54 kilos. Más que nombre le dieron un número, el 22, el puesto entre el número de felinos que estudiaban desde 2002.

En las imágenes, P-22 es inconfundible porque en su cuello luce un collar. Este fue instalado por un equipo de científicos tras el hallazgo de Ordeñana. Más que un accesorio de moda, es un artefacto que permitió a los especialistas en vida salvaje seguir los pasos del león mientras este se movía entre algunos de los barrios más densamente poblados de California, como Silver Lake.

El collar permitió entender un poco de la vida del puma, quien antes de incorporar perros a su dieta comía mapaches y venados en las extensas zonas verdes del parque. El Museo de Historia Nacional de Los Ángeles ofrece una exposición sobre la vida salvaje de estos animales, que toma mucha información del seguimiento por GPS que se hizo del animal.

“Si ves a P-22, camina lentamente en su dirección contraria y mantén la distancia. Regresa a tu casa o tu auto. Nunca huyas corriendo ni te agaches porque pensará que pareces una presa. No lo mires fijamente”, explicó Ordeñana en marzo pasado a un periodista que preguntó qué debía hacer alguien que se cruzase con él en el camino. “Ha probado una y otra vez que no le interesa la gente”, respondió el biólogo.

Los medios locales acostumbraban a publicar imágenes de sus apariciones estelares en aparatos de videovigilancia de residencias privadas. Pero las mejores imágenes del animal, como la que acompaña a este texto, fueron capturadas por cámaras puestas en el Parque Griffith por Odeñana y otros biólogos. Estas capturaron, apenas en 2019 y por primera vez, al puma haciendo sonidos. Una de sus fotografías más famosas, que despertaría los celos de cualquier influencer, lo muestra de noche caminando cuesta abajo, con la elegante pose de los grandes felinos y con el letrero de Hollywood a sus espaldas. Es una imagen legendaria para una de las figuras más famosas de la ciudad de las estrellas.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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