El retraso en la llegada de la lava al mar amplía la capacidad de destrucción del volcán en tierra
La ralentización de los flujos de la colada mantiene en vilo a La Palma. Unas 154 hectáreas han quedado arrasadas y 320 edificios han sido engullidos
La ralentización de los frentes de lava mantiene en vilo a los coordinadores de los dispositivos de actuación y análisis del comportamiento del volcán de La Palma, que no descartan la posibilidad de que no lleguen al mar. Raúl Pérez, geólogo, sismólogo e investigador del Instituto Geológico Minero de España (IGME), que forma parte del equipo de seguimiento de la erupción de Cabeza de Vaca en La Palma, lo explica: “Es posible que llegue al mar si hay suficiente emisión, pero las coladas llevan dos días enfriándose. Podría llegar o no. Estamos hablando de un fluido que tiene una mecánica muy compleja”. La llegada al mar supondría, además de una extraordinaria emisión de gases y posibles explosiones por el contacto con el agua, una fuente de contaminación temporal que alterará la temperatura y acidez, reducirá la concentración de oxígeno y aumentará la de dióxido de carbono y de otros metales.
A media mañana de este miércoles, el frente de lava alcanzaba alturas en algunos puntos de 12 metros e incluso más y se situaba a 2,5 kilómetros en línea recta de la costa, según mostraban las imágenes por satélite del programa Copernicus, de la Agencia Espacial Europea. La superficie cubierta por la colada ha crecido un 50% en 12 horas. En total, 154 hectáreas han quedado arrasadas y 320 edificios han sido engullidos, según las estimaciones de Copernicus. La erupción del volcán ha obligado a unas 6.000 personas a desalojar sus casas. El presidente canario Ángel Víctor Torres, tras el comité director del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por riesgo volcánico (Pevolca), ha explicado que no ha habido nuevas evacuaciones y que se está “realojando a los evacuados en instalaciones militares, en hoteles y pisos, y a los dependientes, en espacios sociosanitarios”. Además, ha anunciado que ha comenzado el realojo de personas que permanecen en el albergue militar.
En la noche del martes, la energía del volcán tuvo un pico de fuerza que se notó en las señales sísmicas, pero también a simple vista, según los testigos. El volcán expulsó lava con mucha violencia, alcanzando la fuente de magma una altura de 400 metros, según el vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN) Stavros Meletlidis. También, en las últimas horas del martes, se intensificó notablemente la señal de tremor, las vibraciones telúricas que indican la energía que está liberando, según las estaciones que tiene instaladas el IGN en la isla. En torno a las ocho de la tarde, hora local, la señal era muy fuerte, coincidiendo con un abombamiento de la isla en ese punto que ya alcanzaba casi los 30 centímetros. A esa hora, además, se abrió la boca del cono principal de la erupción, según explicaba Vicente Soler, vulcanólogo del IPNA-CSIC, derrumbándose en parte. Todo esto corresponde con la naturaleza estromboliana y energética de esta erupción.
Esta mañana, en cambio, la señal de tremor ha descendido notablemente a una situación similar a la de la mañana del martes. En este momento, según el comité científico que asesora a las autoridades, son solo cuatro las bocas por las que emana lava, tres en la zona original y una nueva que se abrió después en Tacande.
La mecánica de un fluido es muy compleja y no se puede aplicar la ecuación de espacio y tiempo para determinarlaRaúl Pérez, investigador del Instituto Geológico Minero de España
Este comportamiento altera las emisiones de lava y hace difícil la previsión sobre cómo evolucionarán los frentes. Raúl Pérez detalla: “La colada está formada por chorros de diferente temperatura. Por dentro son ríos más calientes mientras la parte exterior se enfría y solidifica, lo que causa que baje la velocidad. La mecánica de un fluido es muy compleja y no se puede aplicar la ecuación de espacio y tiempo para determinarla”.
En este sentido, el investigador aclara que la solidificación y enfriamiento de la parte exterior y de la cabecera genera diques que hacen que el flujo diverja. Este proceso extiende las coladas y las desvía de su trayectoria.
Si no llega al mar
Si la lava mantiene su extensión por zonas habitadas y cultivos, el daño es tremendo: sepulta y arrasa carreteras, torres eléctricas, comunicaciones telefónicas y redes de abastecimiento básicas, además de viviendas, industrias y campos. El catedrático de Geología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria José Mangas lo resume: “Es como una apisonadora”. El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Fernando Valladares añade: “La colada de magma que expulsan los volcanes es muy destructiva y deja un legado en forma de cicatrices en el territorio, que pueden durar miles e incluso millones de años”.
La posible llegada al mar de las coladas se frena por el enfriamiento y solidificación de la parte exterior de los frentes, que generan diques que desvían la trayectoria
Los bomberos desplazados a La Palma desde Gran Canaria comenzaron en la noche del martes una operación para intentar canalizar una tremenda colada de lava con el fin de evitar mayores daños en el barrio de Todoque, en Los Llanos. El personal de emergencias ha empezado a abrir con excavadoras una zona libre de obstáculos y una zanja amplia con la esperanza de que el río de lava, que está este miércoles a las puertas del pueblo, elija el camino fácil y siga barranco abajo. “Por intentarlo que no sea”, relató uno de los bomberos. Aunque el presidente de Canarias, Torres, ha advertido de que cualquier intento de levantar “barricadas, zanjas o parapetos” puede suponer un riesgo para las personas.
Pero la eventual llegada al mar de la lava no está descartada ni asegurada. El consejero canario de Administraciones Públicas y Seguridad, Julio Pérez, ha explicado este miércoles que, aunque el perímetro de la colada se ha ido ensanchando, lo que ha contribuido a su ralentización y dificultado la llegada al mar, la hipótesis prioritaria es que lo hará. Sin embargo, el director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, no es tan tajante: “No existe la seguridad” de que la lava llegue a la costa o, por el contrario, se frene antes”.
El informe del comité científico ha constatado una velocidad aproximada media de avance del frente de la colada de lava de 200 metros cada hora en dirección al litoral con espesores máximos de entre 10 y 12 metros.
Si alcanza la costa
Si la lava llega al mar, lo hará con temperaturas de unos 1.000 grados centígrados y reaccionará con el agua, que se encuentra a unos 20. El choque térmico y la presencia de cloruro sódico en la sal marina generará nubes de vapor ácido y explosiones. Según Mangas, “habrá explosiones porque es como si mezcláramos aceite hirviendo con agua, y se puede generar una lluvia ácida que cause a la población irritaciones de garganta y de nariz”.
Una vez que penetre en el mar, según las investigaciones del Instituto Español de Oceanografía (IEO) sobre episodios volcánicos anteriores, a la expulsión de material magmático y gases se unirá un aumento de la temperatura del agua que, en el caso de la erupción submarina de El Hierro, alcanzó una media de casi una veintena de grados más.
Al mismo tiempo, la concentración de ácidos podría ser de hasta 1.000 veces superior a los valores normales por las emisiones de dióxido de carbono y derivados del azufre que se generan a partir del ácido sulfúrico que aporta la lava.
La concentración de oxígeno en la zona marítima afectada puede disminuir hasta niveles dramáticos, ya que en el estudio de El Hierro se observaron descensos de entre un 90% y un 100% en el área afectada. Por el contrario, aumentarán las concentraciones de metales como el hierro, el cobre, el cadmio o el mercurio.
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