El nuevo rol de la ciencia en el mundo
La amplia colaboración entre los distintos cuerpos científicos del mundo marca un primer antecedente en la historia
La ciencia ya no es lo que era. Aquella imagen, casi arcaica, de un laboratorio distante y remoto, en el que pocos entendían concretamente lo que sucedía allí dentro, es parte del pasado. La ciencia consiguió en menos de un año instalarse en los hogares; entre la familia. Hoy se la ve muy cómoda siendo parte hasta de conversaciones que los niños tienen con sus padres. Nuestra ciencia llegó al sitio que debió haber presenciado desde su génesis: uno muy próximo a las personas. Y hoy sabemos que no hay posibilidad de ejercer una ciudadanía plena en el siglo XXI sin la integración de ella. El devenir científico nos atraviesa y sus avances, nos benefician.
La cruel pandemia de la covid-19, que hasta ahora se ha robado la vida de más de tres millones de personas en todo el mundo, colaboró paradójicamente en este proceso de acercamiento. A través de la profunda crisis, la ecuación científica se volvió más irrefutable que nunca: a más desarrollo científico, más seguridad y menos riesgos. Más vida; menos muerte. Y eso lo entendemos todos.
Dentro de esta veloz vorágine, el sistema científico global pudo conseguir, también en tiempo récord, distribuir 13 vacunas que en la actualidad se aplican en todo planeta, además de otros 272 proyectos de vacunas en desarrollo, según datos de la OMS de abril 2021, mientras se realizaron, a su vez, más de 270 mil publicaciones científicas sobre covid-19 (Dimensions abril/2021). En este sentido, la amplia colaboración entre los distintos cuerpos científicos del mundo marcó, también, un primer antecedente en la historia. Nunca antes, tantos investigadores de tantas latitudes estuvieron juntos luchando por una misma causa. Y así se demostró un segundo punto clave: la cooperación es decisiva a la hora de repensar el futuro.
La ciencia fue, es y será siempre un derecho humano fundamental. Igual que la salud, la educación, la vivienda.
Para enfrentar al mañana nos hace falta, entonces, aprender a conjugar este binomio: cooperación y ciencia. Jerarquizar que sin un intercambio permanente de conocimiento científico entre todos los Estados, no podremos obtener el mayor potencial para volcar en las sociedades con el fin de alcanzar un desarrollo sostenible. Y redibujar al mundo. El deseo es ambicioso y la ciudadanía ha tomado consciencia de ello. Ahora la gente comprende, mucho más que antes, que existe un derecho que le pertenece tanto como cualquier otro: el derecho humano al beneficio del avance científico. Las personas hoy se transformaron en un eslabón activo que reclama esos beneficios. Que exige participación. Que se inquieta. Que protesta cuando los resultados nos son justos para todos. Y eso es una enorme fortuna.
La ciencia fue, es y será siempre un derecho humano fundamental. Igual que la salud, la educación, la vivienda. Y los gobiernos no pueden permanecer ajenos a este proceso de reposicionamiento científico. En el presente, las políticas públicas deben comprometerse tanto como los investigadores, porque ellas asumen un rol determinante en este curso, en el que nadie puede quedar atrás. Para esta nueva era, entonces, la ciencia debe alcanzar un espacio central en la agenda política del mundo.
¿Cuál es en definitiva el nuevo rol que debe asumir la ciencia en el futuro? O mejor dicho, en el presente. La respuesta debemos construirla desde un abordaje colectivo, basado en la cooperación internacional y en un enfoque de derechos humanos
¿Cuál es en definitiva el nuevo rol que debe asumir la ciencia en el futuro? O mejor dicho, en el presente. La respuesta debemos construirla desde un abordaje colectivo, basado en la cooperación internacional y en un enfoque de derechos humanos. Desde la UNESCO impulsamos, defendemos e invitamos a todos los actores, políticos, académicos y civiles, a involucrarse con este espíritu. A articular de manera colaborativa un nuevo espacio científico que posicione a nuestra América Latina y el Caribe como una región jerárquica en el ámbito de la ciencia y tecnología, que contribuye con sus aportes al mundo, con la esperanza de transformar para siempre la vida de nuestra gente.
El Foro CILAC 2021, que es el mayor evento de conocimiento científico de América Latina y el Caribe, impulsado por la UNESCO, pondrá hoy, lunes 26 de abril, dicha interrogante arriba de la mesa, para trabajarla con gobernantes de todos los países de la región, referentes de la academia a nivel mundial y actores de la sociedad civil, desde un sinfín de aristas relevantes. Los esperamos. Todos y todas tenemos un lugar en este nuevo rumbo.
Lidia Brito es directora regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe
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