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El acercamiento entre África y Europa, hasta cinco milímetros al año, causa el enjambre de terremotos en Granada

El área metropolitana de la ciudad andaluza sufre más de un centenar de seísmos en diez días, los diez últimos la noche de este martes

Desperfectos causados por el terremoto de grado 4,4 en el área metropolitana de Granada, el sábado 23 de enero de 2021.
Desperfectos causados por el terremoto de grado 4,4 en el área metropolitana de Granada, el sábado 23 de enero de 2021.Álex Cámara (Europa Press)
Javier Arroyo

Cada día, cada segundo, Europa y África ―las placas euroasiática y la africana en términos geológicos― se acercan en un proceso constante que da como resultado una aproximación de cuatro o cinco milímetros al año entre los continentes, según Jesús Galindo Zaldívar, profesor y catedrático de la Universidad de Granada. Ese movimiento continuo no tiene ningún efecto sísmico en la superficie, pero sí va acumulando energía en profundidad que, periódicamente, se libera a la superficie a través de terremotos. “En superficie, las fallas se mueven poco a poco y continuamente mientras que en profundidad el movimiento es discontinuo y, de cuando en cuando, se traduce en movimientos bruscos que son los terremotos que estamos viendo ahora”, explica. Porque, además, cuando una placa se mueve, también se mueven las de alrededor. Y eso provoca una secuencia de varios terremotos seguidos. Es lo que se está viviendo en la ciudad de Granada y su periferia estos días. Un movimiento genera otro hasta, en este caso, superar más de 100 terremotos en 10 días. El de mayor de intensidad, de 4,4 grados en la escala de Richter, ocurrió el sábado pasado. Este martes por la mañana hubo al menos nueve, uno de ellos por encima de los tres grados. Esta noche pasada se han registrado dos terremotos más, ambos localizados en Santa Fe, de 4,3 y 3,9, según datos del Instituto Geográfico Nacional.

En Granada y su área metropolitana hay preocupación, pero de hecho, es solo la proximidad a la superficie, entre 3 y 10 kilómetros, lo que hace que sean tan percibidos. Su intensidad, de hecho, es calificada como pequeña o moderada. Hay que asustarse a partir de seis, más bien siete. Jesús Galindo explica que, en realidad, esta secuencia de terremotos menores es lo mejor que puede pasar, dadas las circunstancias. La primera de estas circunstancias es que el triángulo formado por Granada, el mar de Alborán y el Rif marroquí es una zona sísmica porque es el lugar donde se unen las placas euroasiática y africana. La segunda circunstancia es que las placas como tales son rígidas, dice el investigador, y es en los límites de esas placas donde ocurren los movimientos.

Secuencia de terremotos ocurridos en los últimos 10 días en Granada y su área metropolitana.
Secuencia de terremotos ocurridos en los últimos 10 días en Granada y su área metropolitana.IGR

Por ello, en terrenos, sobre placas de actividad constante, “es mejor sufrir de cuando en cuando una serie de pequeños seísmos que tener un gran periodo en el que no se rompe nada y la energía se acumule en el interior de la Tierra, porque luego saltará de golpe”, cuenta. Muchos terremotos de poca intensidad pueden evitar uno de gran calibre. Antes que la secuencia actual, Granada vivió otro enjambre de seísmos en octubre de 2018. No es previsible, explica Galindo, que los terremotos de la zona de Granada y sur de España alcancen la intensidad de los que ocurren en Chile o Japón, por ejemplo.

Jesús Galindo Zaldívar, catedrático de Geodinámica en la Universidad de Granada (UGR) y vicedirector del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (institución mixta UGR-CSIC), dirige o participa en grupos de investigación que, haciendo uso de la geodesia, la geofísica y la geología, analizan los movimientos de las placas en superficie y su repercusión en profundidad. Su objetivo, entre otros, es acercar la ciencia a la posibilidad de predecir terremotos.

Predicción de terremotos, no tan lejos

Aún no es posible adelantar cuándo ocurrirá un terremoto, pero sí saber qué intensidad tendrá en caso de ocurrir. “Ahora mismo estamos tratando de reconocer cuáles son las magnitudes máximas que pueden ocurrir en cada falla. En Granada, por ejemplo, estas magnitudes máximas serían de cinco grados y, en algún caso, de seis. Eso es lo máximo que ahora podemos predecir”.

El objetivo es, dice el investigador, llegar a conocer cuál es la deformación máxima que aguanta cada falla. “Nos permitiría avanzar más en la predicción. Gracias a la geodesia, ahora podemos medir en una superficie de muchos kilómetros con precisión de un milímetro cuál es el movimiento de una placa, conocer el patrón de sus movimientos en superficie y cómo va a reflejarse eso en el movimiento en profundidad”.

El siguiente paso será, explica, conocer el grado máximo de deformación que soporta cada falla, algo que aún no es posible pero llegará. Por eso, aunque aún no se puede predecir el momento en que ocurrirá un terremoto, Galindo Zaldívar está seguro de que ocurrirá. Y lo explica con la evolución de la meteorología: “Hace años los meteorólogos solo podían decirnos que llovería en invierno y ahora nos dicen la hora exacta a la que va a llover”. Para ello, eso sí, dice, son necesarios más proyectos de investigación y más inversión.

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