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La arena de los desiertos acelera el deshielo de las montañas más altas

Miles de toneladas de polvo llegan al Himalaya o el Karakórum oscureciendo y derritiendo la nieve

Miguel Ángel Criado
Imagen tomada por un satélite de la NASA que muestra la columna de polvo sobre la India yendo hacia la cordillera del Himalaya.
Imagen tomada por un satélite de la NASA que muestra la columna de polvo sobre la India yendo hacia la cordillera del Himalaya.NASA

Se sabía que el cambio climático, con su calentamiento global, está derritiendo los glaciares de las grandes cordilleras asiáticas. También, que el hollín de la Revolución Industrial había llegado al Himalaya, el Karakórum o el Hindú Kush (HKH). Y se conocía que el humo de los coches de las populosas ciudades chinas, indias o pakistaníes llegaba tan arriba. Lo que no se sabía, al menos su dimensión real, es que la arena de los desiertos también lo hace y en enormes cantidades. Un estudio muestra ahora cómo el polvo arábigo y hasta sahariano oscurecen la nieve de las montañas más altas del planeta facilitando su deshielo.

Buena parte de las playas del Caribe o de la tierra sobre la que crece la selva amazónica procede de los desiertos africanos. Cada poco, los telediarios muestran imágenes de enormes nubes de polvo, la calima, que cruza el Atlántico hacia el oeste. Pero en primavera, en estas latitudes, los vientos van predominantemente hacia el este y acaban en la pared que forma el complejo HKH. Hasta su parte más occidental llegan las arenas africanas, pero también las del desierto arábigo o el de Thar, menos conocido, pero el más grande de la India, con sus 200.000 kilómetros cuadrados. La región lleva al menos tres décadas perdiendo hielo. La mayor parte de culpa se la estaba llevando el cambio climático. Pero este estudio muestra que todo este polvo desértico también tiene su papel.

Al depositarse sobre la nieve o el hielo, la arena reduce su albedo, facilitando su deshielo. De la misma manera que la ropa oscura da más calor que la clara, la nieve limpia refleja mejor la radiación solar (efecto albedo) que la sucia. Los científicos creían que el negro de carbón u hollín procedente de las emisiones de industrias y motores de combustión era lo que más oscurecía la nieve. Pero le ha adelantado el polvo.

Impacto

“Es la primera vez que cuantificamos el papel del polvo transportado a larga distancia en el derretimiento de la nieve”, dice en un correo el investigador del Instituto Indio de Tecnología de Madrás y coautor del estudio Chandan Sarangi. “Las tendencias del deshielo en el Himalaya occidental tienen que ver con la elevación, con una intensidad máxima de reducción en las zonas ubicadas entre los tres y los cinco kilómetros”, añade. Los autores del estudio, publicado en Nature Climate Change, concluyen que las emisiones humanas de la región no van más allá de los primeros 3.000 metros. A partir de aquí, el polvo toma el relevo.

Para estimar el impacto del polvo desértico, los investigadores se apoyaron en las imágenes tomadas por una serie de satélites. Misiones como la Calipso de la NASA usan instrumentos como el láser para medir la presencia de partículas en la atmósfera y ondas de radio para medir los cambios en la capa nevada.

El hollín atrapa más radiación solar que la arena. Pero en estas altitudes hay entre 100 y 1.000 veces más de lo segundo que de lo primero. Los autores del estudio recuerdan que las propiedades ópticas de la nieve dependen de características propias, como su forma o edad (cuánto tiempo lleva en el suelo) y externas, como la concentración de partículas o su grosor. Al derretirse, las primeras capas de nieve se llevan el negro de carbón, más pequeño, pero dejan atrás a la arena, que acelera el deshielo.

Albedo

“La nieve sucia o envejecida absorbe la luz solar mejor que la nieve blanca y fresca”, dice en una nota Yun Qian, científico del Laboratorio Nacional del Noroeste Pacifico y coautor del estudio. La nieve recién caída refleja hasta el 90% de la radiación solar. En este centro dependiente del Departamento de Energía de EE UU, Qian fue el que modeló la interacción a pequeña escala de la nieve y las distintas partículas.

Su colega indio cifra la reducción media del albedo de la nieve entre un 4% y un 8% y, en altitudes medias y altas, más de la mitad se debería al polvo. “Puede parecer poco en términos absolutos pero, para tener una perspectiva, un 3% de la radiación solar incidente (con un total de 1.000 vatios por metro cuadrado) se traduce en 30 vatios por metro cuadrado, lo que supone un forzamiento climático sustancial”, detalla Sarangi.

El impacto del polvo del desierto en la nieve no se limita al complejo HKH. La arena del Sáhara también derrite el hielo de los Alpes y, como dice Quian, “es probable que estos resultados se repitan en otras grandes cordilleras como las Rocosas, la de las Cascadas o las sierras en EE UU, y varias cadenas montañosas de Asia, como el Cáucaso o los Urales”. Los autores temen que a medida que el cambio climático eleve la línea de nieve, el polvo tome un protagonismo mayor en el deshielo.

“En general, la temperatura y las precipitaciones son los principales determinantes de la cantidad de nieve que se derrite cada año”, recuerda el investigador del Instituto de Geociencias de la Universidad de Potsdam (Alemania) Taylor Smith. “Pero hay otros factores relevantes a considerar, como el momento de las lluvias o [el aumento] de las temperaturas”, añade este científico, que no ha intervenido en la investigación. Uno de estos factores está siendo ahora el polvo de los desiertos.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

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