El jardín del mundo
Una investigación determina que Nueva Guinea es la mayor reserva insular de flores, por delante de Madagascar y Borneo
Cuando el español Íñigo Ortiz de Retez bautizó en 1545 la zona situada al norte de Australia como Nueva Guinea, por la similitud de sus habitantes con los de la costa guineana de África, no podía imaginar que esa región era y es la mayor reserva insular de flores del mundo. Un estudio científico publicado en Nature ha determinado que la zona que hoy ocupan dos estados contiene la “flora isleña más rica del mundo, con 13.634 especies descritas de 1.742 géneros y 264 familias”, entre un 19% y un 22% más que Madagascar y Borneo, respectivamente. De ellas, el 68% son endémicas y solo pueden encontrarse en este paraíso mundial, amenazado por la deforestación y el cambio climático, principalmente.
Esta clasificación mundial que lidera ahora Nueva Guinea ha sido posible gracias al investigador español Rodrigo Cámara Leret, del departamento de Biología Evolutiva y Estudios Ambientales de la Universidad de Zurich (Suiza), que ha coordinado un trabajo de 99 científicos de medio centenar de instituciones internacionales para precisar y catalogar el tesoro de esta región del mundo. En el trabajo también ha colaborado la española Susana Arias Guerrero, del Naturalis Biodiversity Center de Leiden (Holanda).
Cuando Cámara inició esta titánica aventura de catalogación, en 2018, se encontró con que los mejores exploradores de la zona, donde algunas de las más importantes investigaciones se desarrollaron a mediados del pasado siglo, eran ya de avanzada edad y que su saber corría el peligro de perderse con el tiempo. De hecho, en los dos años transcurridos desde que comenzó el trabajo, dos han fallecido por muerte natural y uno en una inundación en una cueva en Borneo donde estaba investigando.
Pero todos le transmitieron su pasión por esta reserva floral del mundo y la necesidad de ponerla en su lugar para protegerla y utilizarla como laboratorio de la biodiversidad del planeta.
De las casi 14.000 especies de Nueva Guinea, el 68% son endémicas y solo pueden encontrarse en este paraíso mundial, amenazado por la deforestación y el cambio climático, principalmente
El primer problema que encontraron es que los datos disponibles en la actualidad, la mayoría procedentes de plataformas en internet, contienen errores y duplicidades que no permitían precisar qué contiene esta gigantesca reserva floral, tan larga como la distancia que separa Londres de Estambul (3.000 kilómetros) y tan ancha como España (824 kilómetros). Los datos sin filtrar arrojaban un recuento un 22,3% superior al real.
Con la ayuda de los mejores botánicos tropicales del mundo, se ha generado el catálogo exacto de 13.634 especies de flores, una cifra que sitúa Nueva Guinea a la cabeza mundial de esta categoría, pero que aún tiene pendiente de aumentar el récord con la incorporación de otras 4.000 especies a la espera de descripción.
“Se ha publicado mucho sobre la Amazonia, sobre América y África, pero de esta región, con la flora isleña más rica del mundo, se sabe poco”, advierte Cámara, quien resalta que el nivel de endemismo es único en toda Asia tropical.
“No se trata solo de saber cuántas especies hay. El estudio permite estudiar el rango de distribución y entender la evolución de la biodiversidad, además de conocer su grado de amenaza. También se puede modelar el efecto del cambio climático”, comenta el botánico español. La investigación añade que el estudio permite aplicar la metodología empleada para mejorar la precisión de estudios biogeográficos y ecológicos, secuenciar el ADN en especies con alto endemismo y aplicarla en otras zonas “hiperdiversas”, como Borneo.
Especies singulares
El paraíso de Nueva Guinea es una fascinante, según Cámara, reserva de orquídeas, algunas tan raras como la Bulbophyllum tarantula, que se asemeja a la temida araña, u otras con filamentos enormes que dificultan su identificación como flores. Y también destaca la Bulbophyllum nocturnum, una especie endémica y único ejemplo conocido de una orquídea cuyas flores se abren después del anochecer y se cierran por la mañana.
“En Nueva Guinea, cuna de la domesticación del plátano, hay una especie de esta planta que tiene un tallo tan grande como un pino y frutos, no comestibles, del tamaño del brazo de un culturista”, comenta el botánico.
Otra especie singular por su importancia en la alimentación de la zona es Metroxylon sagu, una palmera de zonas inundables de cuyo tronco se extrae un almidón, denominado sagú, que es básico en la comida de Nueva Guinea.
Pese a los crecientes movimientos conservacionistas (los Gobiernos se han comprometido a salvaguardar el 70% de los bosques, según resalta Cámara), la fragilidad de este paraíso único ante amenazas como el cambio climático y la deforestación de áreas para su uso agrícola hacen necesarias investigaciones como la realizada por este equipo, donde se establecen las bases para la conservación de la mayor y más vulnerable reserva de flores insulares del mundo.
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