Plan de Choque de la Ciencia: agua escasa y dispersa para tanto incendio
El déficit más grave, según el presidente de ASEICA, es "la pobre inversión en los proyectos de investigación financiados por la Agencia Estatal de Investigación y el Instituto de Salud Carlos III"
Hace unos días se ha anunciado por parte del Gobierno español el Plan de Choque dirigido a paliar los problemas urgentes que afectan a nuestro sistema de I+D+i. En ese Plan se recogen una panoplia de medidas que, entre otras, incluyen la actualización de infraestructuras científicas caducas, la apuesta por retos pendientes en áreas de alto interés biomédico y aumentos en la financiación dirigida tanto a la formación y captación de talento como a proyectos de investigación.
Me gustaría destacar que, al menos, es muy positivo que el Gobierno reconozca por fin el déficit que llevamos arrastrando en nuestro sistema de I+D+i durante los últimos quince años y que, de hecho, están creando disfunciones importantes tanto en la viabilidad como competitividad de los científicos españoles respecto a los de países de nuestro entorno. No hay que olvidar que mientras la financiación de nuestro país en esta área ha disminuido durante este periodo, esta ha aumentado en la Unión Europea alrededor de un 25% durante el mismo periodo. Y esto es solo la media, puesto que en países como Alemania o el Reino Unido este aumento ha alcanzado niveles superiores al 35%. Esperemos que el reconocimiento de este problema suponga, por fin, un cambio de tendencia que nos permita apostar de forma decida por un cambio en el modelo productivo de nuestro país.
El Plan recoge también reivindicaciones históricas de ASEICA como la apuesta por la medicina genómica, por los ensayos clínicos iniciados por investigadores y por las terapias personalizadas. La financiación es todavía poco realista para la implementación óptima de estas políticas, pero, al menos, es un paso en la dirección correcta. También recoge otra de las peticiones de nuestra Asociación: la de apostar por la formación y captación de talento joven tanto español como extranjero. El aumento de las partidas en este punto, cercano al 30% en los programas conocidos como Juan de la Cierva y Ramón y Cajal es quizá una de las medidas más positivas y de más enjundia desde el punto de vista económico de este Plan.
Seguimos perdiendo un tiempo precioso en recuperar la capacidad competitiva del sistema científico español
El Plan, sin embargo, presenta déficits muy importantes. El más grave, en nuestra opinión, es la pobre inversión que se ha destinado a financiar los proyectos de investigación financiados por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Instituto de Salud Carlos III, los dos entes estatales que son responsables de la financiación pública de la ciencia y la tecnología en nuestro país. El aumento asignado a estas partidas apenas supone un incremento del 12% respecto a los presupuestos actuales, lo que difícilmente compensará los déficits de financiación que se han arrastrado hasta ahora. La decepción respecto a esta medida queda bien retratada por el hecho de que el propio Plan reconoce que este aumento de financiación nos coloca en los niveles del año 2010. Sí, lo han leído bien, niveles de 2010, no de 2020. A este ritmo, seamos optimistas, llegaremos a alcanzar los niveles que nos corresponderían este año en el 2030. Para mayor inri, hay que considerar que, según la política establecida por la AEI hace un año, los investigadores españoles que inicien sus proyectos durante los próximos dos años estarán forzosamente 8 meses sin financiación. Sí, lo han leído bien ustedes otra vez: 8 meses sin financiación. Este problema, ampliamente denunciado por las sociedades científicas y no corregido en el Plan de Choque, absorberá prácticamente el magro aumento de financiación anunciado. Un plan que no corrige este problema es un plan necesariamente fallido. Seguimos perdiendo un tiempo precioso en recuperar la capacidad competitiva del sistema científico español. Mejoramos sí…, ¡pero seguimos con un atraso de 10 años! Es como si el Plan Renove nos dijese que sustituirá nuestros viejos coches por modelos del año 2010. Seguro que Pere Navarro estaría entusiasmado.
El Plan anunciado por el Gobierno tampoco recoge medidas ampliamente reclamadas por las sociedades científicas en relación con los cambios imperiosos que son necesarios en la organización y autonomía presupuestaria plurianual de la AEI. Sin estos cambios, seguiremos sufriendo problemas de retrasos en las convocatorias y concesiones de los proyectos de investigación en el país.
El Plan recurre, finalmente, a las típicas “trampas” engañosas de los distintos gobiernos españoles para presumir de aumentos de financiación científica: inclusión de partidas en el Plan ya comprometidas en otros programas estatales, créditos que nunca se llegan a usar (quedan habitualmente sin ejecutar el 70% de ellos) y financiaciones encubiertas a empresas del sector de la automoción y la aeronáutica. Algo hemos mejorado, al menos no se han incluido las inversiones en programas militares como otras veces. El Plan sigue también con la política acostumbrada del ministro de Ciencia e Innovación del “hoy no, mañana quizá”. En este sentido, hay muchas medidas anunciadas en el Plan que quedan a la espera de futuros desarrollos legislativos, la aprobación de los presupuestos generales del Estado o de la llegada del maná del Plan de Recuperación para Europa. No está mal, el problema es que el sistema no puede esperar eternamente por una solución. No podemos seguir anclados en el 2010 por mucho más tiempo. Habrá que seguir trabajando para conseguir que estos problemas se solucionen con la rapidez que necesita el país. Se necesitan soluciones para hoy, no mañana.
Para terminar, creo que el símil más adecuado para definir este Plan es el de las medidas que se pueden implementar ante un gran incendio forestal que está a punto de arrasar una población urbana. La solución obvia que probablemente ustedes escogerían sería la de concentrar toda el agua disponible para apagar el fuego en las zonas más urgentes, en este caso las adyacentes a las casas del pueblo. Sin embargo, el Plan diseñado por el Gobierno ha escogido otra estrategia: dispersar el agua de los hidroaviones por toda el área incendiada en vez de en las zonas más urgentes (la financiación de los proyectos de investigación), pararse a regar algún jardín con una regadera de escaso contenido (la medicina y terapias personalizadas) y dejar unos bidones con agua al alcance de los habitantes del pueblo que estos no usarán porque deberán pagar intereses después por haberlos usado (los créditos). De paso, emplearán de forma disimulada parte del agua disponible para regar los prados de empresas cercanas aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. Demasiada dispersión de esfuerzos para que este Plan sea efectivo para afrontar el incendio que ha asolado al sistema científico de nuestro país durante más de quince años.
Xosé R. Bustelo es presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA)
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.