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“Ojalá podamos empezar los ensayos en abril”

El farmacéutico Eduardo Herrero, del gigante biotecnológico Grifols, trabaja contra reloj en tres tratamientos experimentales contra la Covid-19 a base de derivados de sangre humana

El farmacéutico Eduardo Herrero, presidente del área industrial de la División Bioscience de Grifols.
El farmacéutico Eduardo Herrero, presidente del área industrial de la División Bioscience de Grifols.
Manuel Ansede

“Esto nos ha desbordado a todos. Ha ido mucho más deprisa de lo que pensábamos”, reconoce el farmacéutico Eduardo Herrero. Su empresa, Grifols, nació en 1909 como un pequeño laboratorio de análisis clínicos en Barcelona y hoy es una multinacional con 24.000 empleados y 625 millones de euros de beneficio anual. Grifols es uno de los mayores productores de derivados de sangre humana en el mundo. Y acaba de entrar en la carrera internacional para lograr tratamientos que frenen la peste del nuevo coronavirus.

El gigante biotecnológico ha abierto tres frentes. El primero, en realidad, lleva abierto más de un siglo: la transfusión directa de plasma sanguíneo de personas que han superado la enfermedad, como ya se hizo con resultados prometedores en la pandemia letal de gripe en 1918. El plasma es la parte líquida de la sangre e incluye los anticuerpos o inmunoglobulinas, las proteínas especializadas en pelear contra los virus invasores. Grifols ya ha pedido autorización para realizar un ensayo clínico a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, pero todavía no hay una lista definitiva de los hospitales que participarán. “Están desbordados”, resume Herrero, presidente del área industrial de la División Bioscience de Grifols. “La situación en Madrid es dantesca”.

Un medicamento a partir del

plasma de donantes que han

superado la Covid-19

SARS-CoV-2

1.

Una persona se infecta con el coronavirus.

2.

Menos de un 0,1% del líquido sanguíneo (el plasma) son inmunogloblinas, es decir, anticuerpos que tratan de combatir virus y bacterias.

3.

El organismo trabaja para crear un anticuerpo específico que sea capaz de destruirlo. El paciente se recupera de la enfermedad.

4.

Se extrae el plasma sanguíneo del paciente curado.

5.

Se realiza un proceso industrial para depurarlo en forma de medicamento.

6.

Se administra a una persona que no pueda combatir la enfermedad porque su cuerpo no es capaz de generar respuesta inmune. Los nuevos anticuerpos (inmunoglobulinas hiperinmunes al coronavirus) atacan al SARS-CoV-2.

Fuente: Grifols.

EL PAÍS

Un medicamento a partir del plasma de

donantes que han superado la Covid-19

SARS-CoV-2

1.

Una persona se infecta con el coronavirus.

2.

Menos de un 0,1% del líquido sanguíneo (el plasma) son inmunogloblinas, es decir, anticuerpos que tratan de combatir virus y bacterias.

3.

El organismo trabaja para crear un anticuerpo específico que sea capaz de destruirlo. El paciente se recupera de la enfermedad.

4.

Se extrae el plasma sanguíneo del paciente curado.

5.

Se realiza un proceso industrial para depurarlo en forma de medicamento.

6.

Se administra a una persona que no pueda combatir la enfermedad porque su cuerpo no es capaz de generar respuesta inmune. Los nuevos anticuerpos (inmunoglobulinas hiperinmunes al coronavirus) atacan al SARS-CoV-2.

Fuente: Grifols.

EL PAÍS

Un medicamento a partir del plasma de donantes

que han superado la Covid-19

SARS-CoV-2

1.

Una persona se infecta con el coronavirus.

2.

Menos de un 0,1% del líquido sanguíneo (el plasma) son inmunogloblinas, es decir, anticuerpos que tratan de combatir virus y bacterias.

3.

El organismo trabaja para crear un anticuerpo específico que sea capaz de destruirlo. El paciente se recupera de la enfermedad.

4.

Se extrae el plasma sanguíneo del paciente curado.

5.

Se realiza un proceso industrial para depurarlo en forma de medicamento.

6.

Se administra a una persona que no pueda combatir la enfermedad porque su cuerpo no es capaz de generar respuesta inmune. Los nuevos anticuerpos (inmunoglobulinas hiperinmunes al coronavirus) atacan al SARS-CoV-2.

Fuente: Grifols.

EL PAÍS

El segundo frente es más sofisticado. Cuenta Herrero que no es la primera vez que se enfrenta a un virus que salta de país en país colapsando sus sistemas sanitarios uno tras otro. En 2014, ante la aparición del brote de ébola en África occidental, Grifols desplegó en Liberia una nueva estrategia: extraer el plasma sanguíneo de los supervivientes, procesarlo industrialmente en sus instalaciones de Clayton (EE UU) y fabricar un medicamento experimental a partir de las inmunoglobulinas hiperinmunes, los anticuerpos específicos generados por el cuerpo humano para luchar contra la infección. La empresa proclamó hace poco más de un año que su proyecto contra el ébola “podría revolucionar la forma en que se abordan las epidemias”, pero todavía no tiene resultados. Ahora, la misma estrategia se reutilizará contra la peste de la Covid-19.

Grifols anunció el pasado miércoles un acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE UU para producir allí inmunoglobulinas específicas contra el nuevo coronavirus y estudiar su eficacia contra la Covid-19. Y en España habrá un tercer frente: otro tratamiento experimental con dosis altas de inmunoglobulina humana normal, un medicamento inespecífico derivado de la sangre que se emplea desde hace años en otras patologías. Herrero, nacido en Barcelona en 1968, explica esas tres posibles armas contra la pandemia: las transfusiones directas de plasma de pacientes recuperados, el medicamento con inmunoglobulinas específicas y otro medicamento con inmunoglobulinas inespecíficas de donantes habituales de plasma. Está por ver que funcionen.

Pregunta. El inmunólogo estadounidense Arturo Casadevall, promotor de la transfusión directa de plasma, recuerda que históricamente se ha aplicado demasiado tarde, en pacientes casi desahuciados y como última opción. Casadevall sugiere hacer las transfusiones a los enfermos de Covid-19 antes, cuando empiezan a empeorar, sin esperar a que estén con un respirador en la UCI. ¿Cuál es su idea?

Respuesta. El ensayo clínico lo hemos diseñado con los médicos del Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona, y del Clínico San Carlos, en Madrid, con todo el personal que hoy está sufriendo los efectos de esta enfermedad. Están muy interesados en evitar la entrada en las UCI, porque están colapsadas, y también en actuar al inicio de la entrada en la UCI. Lo que más les preocupa es evitar esa fase inflamatoria llamada tormenta de citocinas [una reacción inmunitaria grave que aparece solo en algunos pacientes y explica parte de la letalidad del virus].

P. En España, además de probar las transfusiones directas de plasma, ustedes quieren investigar un tratamiento experimental con inmunoglobulina humana normal, una solución de anticuerpos inespecíficos que ya se usa para otras enfermedades.

R. Sí, nosotros fabricamos inmunoglobulinas continuamente. También fabricamos inmunoglobulinas específicas: antitétanos, antihepatitis B, antirrábica. Y tenemos mucha experiencia por el proyecto que iniciamos en 2014 en Liberia, con la epidemia de ébola.

“Hay un sentido de la urgencia. No queremos que nos pase lo que nos pasó con el ébola”

P. ¿Un medicamento con inmunoglobulina específica extraída de pacientes recuperados funcionará contra la Covid-19?

R. Para responder a esa pregunta hay que hacer un ensayo clínico aleatorizado y controlado, no hay otra manera. Y eso es lo que queremos hacer. Hasta ahora se ha intentado aplicar el plasma convaleciente [las transfusiones directas de plasma de supervivientes] en situaciones de emergencia en Sierra Leona, República Democrática del Congo, Uganda, China... como se ha podido. Nosotros queremos hacer este ensayo clínico para poder demostrar la hipótesis. Pensamos que sí funcionará.

P. ¿Qué puede ocurrir?

R. Cada enfermedad es distinta. Y también depende de la gravedad del paciente. Cuanto más avanzada esté la enfermedad, más complicado será. Aquí la hipótesis no es solamente la acción de los anticuerpos neutralizantes [las proteínas que se unen a los virus e impiden que infecten las células humanas], sino el efecto inmunomodulador [la modulación de la respuesta inmune] que puede tener la inmunoglobulina para parar esta tormenta de citocinas. Lo que nos están diciendo los clínicos es que hay que intentar detener esta tormenta de citocinas. Están muy interesados en este efecto inmunomodulador. Y, de hecho, aquí en España estamos trabajando con los técnicos de diferentes hospitales para utilizar la inmunoglobulina [inespecífica] existente, la que ya fabricamos habitualmente, pero a altas dosis, para poder tener este efecto antiinflamatorio y este efecto inmunomodulador. La idea es hacer un ensayo clínico y ver si esto funciona.

P. ¿Van a llegar a tiempo?

R. Aquí hay un sentido de la urgencia. No queremos que nos pase lo que nos pasó con el ébola, aunque entonces trabajamos en un país de África en el que no había nada y tuvimos que montarlo todo nosotros. En este caso la infraestructura ya existe, con los centros de transfusión, con los hospitales. El ensayo clínico de [transfusión directa de] plasma ya se ha presentado a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y ahora estamos pendientes de la autorización. Hay un procedimiento de emergencia. Y el ensayo clínico de la inmunoglobulina a altas dosis ya está diseñado y estamos pendientes de enviarlo a la Agencia cuanto antes. Para nosotros esto es una emergencia.

P. Ha dicho que ustedes trabajan con clínicos del Vall d’Hebron y del San Carlos. ¿Algún hospital más?

R. Estamos intentando colaborar con cualquier hospital del territorio nacional. Lo que pasa es que hay hospitales que nos están diciendo que están tan desbordados que no tienen infraestructura para entrar en el ensayo clínico. Hemos contactado con el Clínico San Carlos [en Madrid], el Hospital del Mar, el de la Santa Cruz y San Pablo​​ [ambos en Barcelona], el Germans Trias i Pujol [en Badalona]. Están intentando buscar las vías para tirar de esto hacia delante. Estamos hablando con todos, también con los del País Vasco, con otros de Madrid: el Gregorio Marañón, La Paz. Con todos.

“Hay hospitales que nos están diciendo que están tan desbordados que no tienen infraestructura para entrar en el ensayo clínico”

P. ¿Y ya hay alguno confirmado?

R. Nuestros técnicos están trabajando con ellos para cerrar los acuerdos. En unos días sabremos definitivamente quién puede entrar y quién no puede o no llega a tiempo. La intención es llegar al máximo número de hospitales posibles. Estamos barajando un ensayo clínico con 100 pacientes para el plasma convaleciente y otros 100 pacientes para el ensayo con la inmunoglobulina.

P. ¿Tiene Grifols ánimo de lucro en todo esto?

R. Nosotros tenemos una responsabilidad con la sociedad. Somos una empresa que fabrica medicamentos esenciales y tenemos que estar aquí. Mantenemos la actividad productiva. Los hemoderivados que fabricamos se utilizan hoy día en los hospitales. No podemos cerrar e irnos. Nuestros empleados tienen tanto miedo como puede tenerlo cualquiera en venir a trabajar, pero son gente con un compromiso. El proyecto del ébola nos ha costado millones y millones de euros y no nos hemos llevado nada. Hemos aportado toda la infraestructura a Liberia. Y la inmunoglobulina es propiedad del Gobierno de Liberia. Y aquí [con el nuevo coronavirus] digo lo mismo: hay empresas que aportan mascarillas o lo que buenamente pueden. Nosotros aportamos nuestro conocimiento, nuestra infraestructura y nuestros técnicos. No vamos a cobrar por hacer esto. Es un problema que nos afecta a todos.

P. ¿Tienen ya resultados de la efectividad del medicamento de inmunoglobulinas específicas contra el ébola?

R. Nosotros, directamente, no. Tenemos los lotes preparados [de inmunoglobulinas antiébola procesadas en EE UU], pero no pudimos enviar el producto a Liberia porque, con la crisis que tenían, era incapaces de almacenar el medicamento y de utilizarlo en su momento. Luego lo quisimos enviar a República Democrática del Congo y a Uganda, pero con el estado de guerra nadie pudo hacerse cargo de la distribución del producto. Pero sí que tenemos datos en la literatura científica. Hay infinidad de reportes en Taiwán, en Hong Kong, en China. En Sierra Leona también ha habido informes que demuestran que sí, que ha habido una mayor supervivencia y una disminución del tiempo de hospitalización. Estamos convencidos de que esto puede funcionar.

P. Ahora se refiere a las transfusiones directas de plasma.

R. Sí, básicamente. En China lo que también se ha visto es que el uso de inmunoglobulina [inespecífica] a altas dosis ha disminuido el tiempo de hospitalización y ha disminuido el distrés respiratorio [en enfermos de Covid-19]. Hay un par de estudios publicados y algún un ensayo clínico en marcha. Nosotros directamente no hemos podido replicarlo, pero sí a través de un socio nuestro, Shanghai RAAS. Ellos han suministrado inmunoglobulinas, se han probado en algunos hospitales y se ve que han funcionado.

“No vamos a cobrar por hacer esto. Es un problema que nos afecta a todos”

P. En principio, la administración de medicamentos con inmunoglobulinas hiperinmunes y las transfusiones directas de plasma son variantes de una misma idea.

R. Básicamente se trata de conseguir un efecto inmunomodulador y el efecto de los anticuerpos neutralizantes, lo que pasa es que el medicamento tiene una concentración mayor de anticuerpos. Lo ideal es utilizar inmunoglobulinas. Es un medicamento, con un proceso de fabricación estándar en el que enriqueces los anticuerpos. La transfusión directa de plasma se utiliza como medida de emergencia, porque puede estar a disposición del médico en un corto plazo. Pero el mecanismo es el mismo: antiinflamatorio, inmunomodulador.

P. ¿Ustedes trabajan con el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid [que también prepara otro ensayo clínico con transfusión directa de plasma, liderado por el Instituto de Investigación Sanitaria Puerta de Hierro Majadahonda]?

R. Nosotros recogemos el plasma de todos los centros de transfusión de España y hemos contactado con todos ellos para ofrecerles la posibilidad del ensayo clínico. Madrid está, realmente, en una situación de colapso. Nosotros recogemos plasma cada semana en Madrid para hemoderivados. Los conocemos a todos, pero la situación en Madrid es dantesca. Sabemos que hay otras iniciativas, pero estamos intentando, a través de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, ver si podemos aunar esfuerzos para llegar lo antes posible. Nosotros tenemos una infraestructura y la idea es ofrecerla. Todos están informados.

P. ¿De quién fue la idea? ¿Grifols llamó a los hospitales o fue un hospital quien llamó a Grifols?

R. En este caso, fue un poco más una iniciativa nuestra. Lo que pasa es que ha habido una respuesta inmediata, desde el Vall d’Hebron y otros hospitales, y desde el Banco de Sangre y Tejidos de Barcelona también. Aquí nadie se tiene que colgar las medallas.

P. ¿Cuándo surgió la idea? ¿Cuándo se pensó que podría hacer falta plasma?

R. Digamos que dormimos cada noche con esa idea. Esto [la crisis del nuevo coronavirus] ha evolucionado en semanas, en días y en horas. Cuando vimos cómo estaba evolucionando la situación en Italia fue cuando dijimos: “Esto va a pasar en España”. Había que moverse y empezar a trabajar. Sería en enero, en febrero. Esto nos ha desbordado a todos. Ha ido mucho más deprisa de lo que pensábamos, pero ahora de lo que se trata es de ir juntos.

P. ¿Cuándo comenzarán los ensayos clínicos?

R. El ensayo clínico del plasma convaleciente ya se ha presentado a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios la semana pasada. Y esperamos poder presentar el ensayo clínico con las inmunoglobulinas a altas dosis esta semana, si todo va bien y siendo optimista. Todo dependerá de los procesos administrativos: de la autorización del ensayo y de los comités éticos. Ojalá pudiéramos empezar estos ensayos en abril.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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