Las funerarias de Madrid comienzan a incinerar cuerpos a 400 kilómetros de la capital
“La situación de Madrid no se da en ningún sitio. Es como si el accidente de Barajas de 2008 se produjese todos los días”, dice un portavoz de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios
El último eslabón de la epidemia del coronavirus trabaja como un ente. “La realidad es la que es. La situación de Madrid no se da en ningún sitio de España. No hemos vivido esto jamás”, cuenta por teléfono Juan José López, vicepresidente de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios. “Estamos llevando cuerpos de tanatorios madrileños a otros puntos de España para que se incineren cuanto antes. Ahora mismo vamos a Ciudad Real, Toledo, Cáceres, Murcia o País Vasco. Queremos que las familias no prolonguen durante varios días sus duelos. También han llegado a la capital trabajadores desde otros puntos para ayudar en lo que sea posible”.
Los datos hablan solos. Marzo es un mes que registra de media unas 70 defunciones al día en la capital, según la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef). Ahora, durante el coronavirus, la cifra se multiplica por dos y por tres. “Es como si el accidente de Barajas de 2008 con 152 muertos se produjese todos los días”, explica López. “Estamos solos. La administración no nos ha dado ningún elemento de protección. Todos los trajes que tenemos los hemos conseguido por nuestros propios medios”, denuncia. Este gremio cuenta con 11.800 trabajadores en toda España, según sus datos. “Aunque no tenemos ningún fallecido, sí tenemos casos de profesionales que se han contagiado y que están en cuarentena, pero no tenemos la cifra exacta”, añade.
España cuenta con 442 crematorios. De ellos, 21 están en la Comunidad de Madrid. “Cada horno puede hacer entre siete y ocho cremaciones al día”, explica Raquel Blanco, responsable de marketing de la empresa funeraria pública y municipal de Madrid. Es decir, se practican cerca de 147 en la región. Este jueves fallecieron 322 personas por coronavirus. El peor dato desde que empezó la pandemia. Por eso, algunos tanatorios se están derivado a otros puntos de España. “Solo en los dos que tenemos nosotros practicamos unas 70 [cremaciones] al día. Estamos trabajando con un margen de 48 horas por familia”. Según sus informes, desde el pasado 9 de marzo han realizado 1.800 servicios. De ellos, uno de cada tres son fallecidos con coronavirus. “Esto no ha pasado en la vida. Nosotros recibimos un camión o dos con féretros a la semana y ahora nos llega uno al día”. El precio medio de la incineración son 3.400 euros y la inhumación, 3.200.
En algunos casos, los familiares de personas que estos días fallecen en domicilios tienen que esperar muchas horas a que los servicios funerarios les puedan prestar servicios. Esta semana, en el centro comercial y de ocio Palacio de Hielo se ha habilitado una zona como morgue para los fallecidos por Covid-19.
“El 11-M fue durísimo, pero esto es un 11-M diario. Estamos organizados tal y como lo planificamos en aquellos tristes días”, cuenta Elena Garrido, responsable de los crematorios municipales de Madrid. “Hacemos llamadas a las familias y grabamos algunos vídeos porque solo pueden venir dos personas al tanatorio. Esto es durísimo. Hay muchos familiares que no pueden venir porque están en cuarentena”.
Varias funerarias consultadas dicen que la mayoría de las familias están optando por una incineración porque existe una idea generalizada de que así el entierro es más seguro y no existirá ningún contagio, pero esto es falso. Las indicaciones de Sanidad, sin embargo, sí son muy estrictas. El 23 de marzo se envió un documento a todas las funerarias: no se pueden llevar a cabo velatorios de ningún fallecido; las ceremonias civiles y religiosas en inhumaciones se celebrarán en el exterior de las instalaciones con una breve despedida; en el caso de que la meteorología no lo permita se realizará en el interior, pero con un aforo limitado al número de personas que entran manteniendo una distancia de dos metros. Es decir, dos por banco. Las despedidas en los crematorios tampoco podrán celebrarse.
“A mi abuela la enterramos tres días después de que falleciera en el hospital”, cuenta por teléfono el periodista Jaime Casal. “No hubo velatorio. La funeraria vino directamente al cementerio de La Almudena y ahí solo pudimos estar 10 familiares. Fue todo muy rápido y triste”. Se llamaba Ángeles, aunque todos la decían Geluca. Murió a los 93 años. Era enfermera.
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