Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar: una oportunidad, un compromiso, una esperanza
Mediante la transformación de los productos y la generación de servicios e infraestructuras, la agricultura familiar crea oportunidades económicas reales, no sólo para los agricultores del territorio sino para toda la comunidad
El cambio climático y el alza de costos de producción son dos ejemplos de los graves problemas, crecientemente amenazantes, a las cuales se enfrentan día a día las agricultoras y los agricultores de nuestro país y del mundo. El rol que ellas y ellos cumplan habrá de ser clave para garantizar la seguridad alimentaria y erradicar el hambre y la malnutrición, de conformidad con la agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Consecuentemente, organizaciones campesinas e instituciones vinculadas a gobiernos y a organismos internacionales impulsaron la instauración del Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar (2019-2028), un plan de acción global que promueve compromisos políticos a niveles nacional, regional y mundial, para generar un entorno normativo y jurídico que permita empoderar y apoyar a los agricultores familiares, teniendo como eje la idea de cooperación.
En este marco, el Ministerio de Agricultura de Chile, a través del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), promueve un conjunto de directrices y medidas orientadoras, concretas y coordinadas para guiar el desarrollo de las políticas públicas en el sector agrícola. En particular, el Gobierno de Chile se ha comprometido a impulsar un Plan Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (AFCI). Este plan evidenciará la contribución fundamental que se espera de este sector en cuanto a soberanía para la seguridad alimentaria, a la vez que articulará un conjunto de políticas intersectoriales habilitantes, con acciones específicas que procuren la inclusión de sectores históricamente postergados.
La agricultura familiar preserva los alimentos tradicionales, contribuye a una dieta equilibrada y salvaguarda tanto la biodiversidad agrícola mundial como el uso sostenible de los recursos naturales. Mediante la transformación de los productos y la generación de servicios e infraestructuras, la agricultura familiar crea oportunidades económicas reales, no sólo para los agricultores del territorio, sino para toda la comunidad.
En junio de este año se realizó en Valparaíso, con el apoyo de la FAO y del Gobierno de España, la Segunda Cumbre Parlamentaria contra el Hambre y la Malnutrición. Un objetivo fundamental fue la búsqueda de espacios para avanzar en la creación de normas legislativas que permitan relevar la función de la agricultura familiar y compartir buenas prácticas que impulsen y estimulen una agricultura más sostenible, resiliente, innovadora e inclusiva, con miras a lograr una verdadera transformación de los sistemas alimentarios. A su vez, la Reunión Especializada en Agricultura Familiar (REAF) de diciembre de 2022 y su Carta de Santiago favoreció un consenso para que los países avanzaran en concretar sus acciones en la AFCI. Ambos son ejemplos del cumplimiento de nuestros objetivos en esta agenda en la esfera internacional.
Recientemente, participamos en una Mesa Redonda convocada por la Embajada de Chile en Italia donde expusimos la agenda chilena y global de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena como una vía para la reducción de la pobreza, el mejoramiento de la alimentación y la adaptación al cambio climático. A esta iniciativa, que también buscó promover el Decenio para la Agricultura Familiar, concurrieron, entre otros, representantes del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) , institución financiera internacional de las Naciones Unidas que es parte activa de este Decenio junto a FAO y PMA, las otras dos agencias de la ONU en el ámbito de la seguridad alimentaria con sede en Roma. Los temas abordados fueron resiliencia, comercialización, programas de protección social, mujeres rurales y brechas de género, integración de los jóvenes, junto con el apoyo económico y técnico para los nuevos desafíos de la AFCI. El programa incluyó visitas a empresas familiares y centros académicos en la región del Lacio.
Italia es un país notable por su historia en lo que concierne al mundo cooperativo, el que siempre ha tenido profundas connotaciones no solo desde lo socioeconómico nacional y territorial, sino por la relevancia del significado cultural que ha proyectado desde sus orígenes en el siglo XIX. En Italia, las entidades cooperativas son un componente importante del sistema productivo, con un 7% del producto interno bruto y de la creación de empleo e ingresos, con alrededor del 7,5% de los ocupados. Combinando rentabilidad y solidaridad, se fortalece la cohesión social, económica, regional y local, y se genera capital social. Desde sus orígenes, el desarrollo de la cooperación se inspira en un modelo solidario y en un valor económico natural, que puede ser clave en períodos de crisis, especialmente para territorios marginales. Las cooperativas han resultado ser poderosas herramientas para la emancipación económica y social, tanto de sus integrantes individuales como de las comunidades locales, que expresan una voluntad de desarrollo social.
Chile requiere reforzar su compromiso con el desarrollo rural, consciente de que desde ahí surgirán las oportunidades para las nuevas generaciones de chilenas y chilenos. La Estrategia INDAP 2023-2030 ha sido construida en forma participativa con múltiples actores del sector y se fundamenta en cuatro pilares: agricultura sostenible y resiliente; mercados inclusivos; transformación participativa y asociativa; y fortalecimiento y modernización de INDAP. Resulta fundamental promover una Agricultura Familiar Campesina e Indígena que actúe como garante de la soberanía para la seguridad alimentaria y nutricional, impulsando la conservación y preservación del medio ambiente, y el desarrollo y permanencia del mundo rural y campesino.
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