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Piñera: el estallido social de 2019 en Chile “fue un golpe de Estado no tradicional”

El actual presidente, Gabriel Boric, le responde a su antecesor: “Me parece muy importante no confundir actos violentos con movilizaciones”

Sebastián Piñera
Sebastian Piñera en una conferencia de prensa en La Moneda, Chile, en 2021.Esteban Felix (AP)
Rocío Montes

El expresidente chileno Sebastián Piñera, que gobernó Chile entre 2010 y 2014 y entre 2018 y 2022, se ha referido este viernes al estallido social que enfrentó durante su segundo mandato en octubre de 2019 y lo calificó como “un golpe de Estado no tradicional”. Lo ha dicho en una entrevista con la radio argentina Mitre en el marco de su visita a Buenos Aires por el II° encuentro del Grupo Libertad y Democracia, que reúne a los 22 presidentes y expresidentes conservadores de la región, que se desarrolla en la capital de Argentina este viernes y sábado.

El único presidente de derecha que ha gobernado Chile tras el fin de la dictadura militar en 1990 hablaba en la entrevista sobre “los cánceres” que azotan a América Latina: la demagogia, el populismo y la violencia (el narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción), cuando fue consultado por “el avance cubano y venezolano” de 2019 en Chile “que intentó voltearlo, hacerle un golpe de Estado”. Piñera dijo que “efectivamente fue un golpe de Estado no tradicional, porque no fueron las Fuerzas Armadas”, que buscó “debilitar las bases mismas de la democracia”.

El exmandatario, que habló de hechos similares en Perú y Colombia, describió lo que vivió como presidente: “Usaron brutalmente la violencia. Fue una violencia irracional. Estaban dispuestos a quemarlo todo: iglesias, colegios, hospitales, monumentos, plantas de energía y lo que se cruzara en su camino. El fuego fue un gran aliado de estos terroristas-anarquistas que quisieron destruir nuestro país”. Para el expresidente, que ha tenido en las últimas semanas un nuevo protagonismo en la política chilena, sobre todo por la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, “afortunadamente Chile resistió”.

El actual mandatario chileno, Gabriel Boric, desde Nueva York se refirió a las palabras de su sucesor y, aunque intentó no polemizar, aseguró: “Me parece muy importante no confundir y no poner en un mismo saco actos violentos con movilizaciones, porque hay quienes en Chile parecieran olvidarse de que hay causas legítimas del malestar y que esas causas tenemos que enfrentarlas como país”. El presidente chileno agregó: “En el malestar de la sociedad chilena hay motivos y en esos motivos nosotros también tenemos responsabilidad. Entonces, insisto: más que polemizar con una u otra persona, a mí me interesa encontrar soluciones. En esa línea estoy y van a encontrar a mi Gobierno”.

“Estamos en guerra”

El estallido social que reventó el 18 de octubre de 2019 ha sido un hecho definitivo que ha marcado el devenir del país sudamericano en los últimos cuatro años. El Gobierno de Piñera estuvo contra las cuerdas, al igual que la democracia chilena. La clase política casi por completo estuvo por encauzar el descontento con la apertura de un proceso constituyente que fracasó en septiembre de 2021, cuando la mayoría del país, un 62%, rechazó la propuesta de una Convención Constitucional dominada por la izquierda. Pero aunque no existe una única mirada sobre lo ocurrido hace cuatro años –las interpretaciones van desde una crítica al modelo neoliberal y la desigualdad, una demanda por bienes sociales de calidad o la trampa de los países de ingresos medios–, Piñera vuelve a reabrir el debate sobre lo ocurrido al indicar que se trató de un intento de golpe de Estado contra su Administración.

El 20 de octubre de 2019, cuando Chile enfrentaba insólitas olas de violencia, siendo presidente lanzó su primera interpretación sobre lo ocurrido: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada, ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, incluso cuando significa pérdidas de vidas humanas, que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, nuestras estaciones del Metro, nuestros supermercados, con el único propósito de producir el mayor daño posible a todos los chilenos. Ellos están en guerra contra todos los chilenos de buena voluntad que queremos vivir en democracia con libertad y en paz”. Estas palabras le valieron fuertes críticas. El propio general Javier Iturriaga, que estaba a cargo del estado de excepción decretado, se desmarcó del presidente. “Soy un hombre feliz y no estoy en guerra con nadie”, dijo el que ahora lidera el Ejército como comandante en jefe.

Casi un año después, a Piñera le seguían pesando sus declaraciones y en diciembre de 2020, en una entrevista con un canal de televisión chileno, dijo que en Chile todo se malinterpreta: “Yo me refería a la guerra contra la violencia y la violencia es un enemigo poderoso, como lo dije. Prueba de ello es que destruyó nuestro sistema de transporte público, destruyó iglesias, destruyó monumentos patrios, destruyó establecimientos comerciales, destruyó sueños y proyectos. Por tanto cuando estamos en guerra es contra la violencia y yo espero que todos los chilenos entendamos que la violencia es un enemigo de la democracia, de la libertad y de la paz. Por tanto es un enemigo de todos los que creemos en esos tres valores”.

Las declaraciones de este viernes han generado diversas reacciones políticas: de apoyo en la oposición de derecha y de rechazo en el oficialismo. El ministro del Interior subrogante, Manuel Monsalve, aseguró: “Evidentemente no estoy de acuerdo con las declaraciones del expresidente, con todo el respeto que merece un expresidente de la República. Acabamos de pasar 50 años del golpe de Estado y todos sabemos en Chile lo que es un golpe de Estado. Nadie podría decir que durante el Gobierno del presidente Sebastián Piñera, su segundo Gobierno, hubo un golpe de Estado. Terminó su mandato, siguió funcionando el Parlamento. No hubo ninguna alteración desde el punto de vista del sistema democrático chileno”.

Para Monsalve, lo que ocurrió en 2019 en Chile fue “una crisis política” a la que se le dio “una salida institucional” con el acuerdo de noviembre de 2019 que planteaba una ruta constituyente.

En las últimas semanas, cuando Chile parecía tomado por las conmemoraciones de los 50 años del golpe de Estado de 1973 el pasado 11 de septiembre, el expresidente sostuvo dos reuniones con su sucesor, Gabriel Boric. En el primer encuentro abordaron el clima político y las reformas y luego, el 1º de septiembre, en La Moneda, se centraron en el aniversario del quiebre democrático. Piñera intentó servir de puente entre el Gobierno y su sector político de la derecha tradicional para impulsar una declaración conjunta de condena al bombardeo a La Moneda de hace medio siglo, pero no tuvo éxito. Finalmente, junto al democristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000) y los socialistas Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) firmaron una declaración con Boric donde declararon “por la democracia, siempre”.

Piñera y el expresidente argentino Mauricio Macri encabezan el II° encuentro del Grupo Libertad y Democracia, que se desarrollará este viernes y sábado en Buenos Aires. Participan Guillermo Lasso, presidente de Ecuador; Iván Duque, expresidente de Colombia; Mariano Rajoy, expresidente español, y Patricia Bullrich, candidata presidencial de Argentina, entre otros exmandatarios. De acuerdo al chileno, según dijo en la misma entrevista en radio Mitre, este grupo se conformó “para defender la libertad y democracia que está en amenaza en el mundo entero y especialmente en América Latina”, porque “los defensores de la democracia hemos estado poco activos” y se necesita “pasar de la reflexión y la queja a la voluntad y a la acción”.

Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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