Héctor Álvarez forja su carácter con un bronce en los Europeos sub-23 de ciclismo
El ciclista de Alfàs del Pi alcanza a los 18 años una medalla en el mismo escenario en el que Pogacar peleará el domingo con Vingegaard y Ayuso


Tadej Pogacar afirmará seguramente su superioridad sobre Jonas Vingegaard y Juan Ayuso este domingo en la subida al Valle del Infierno, kilómetro y medio al 11% por un caminito de cabras, y el muro de Costebelle (300 metros al 15%) donde el Ardèche tumultuoso muere en el Ródano caudaloso en un rincón del sureste francés. Son las cuestas que decidirán el Campeonato de Europa, una carrera sin apenas historia ni pedigrí elevada a la categoría de gran clásica por la pelea prevista entre los dos grandes dominadores del Tour los últimos seis años y por la ambición del corredor español que se quemó las alas hace una semana en el Mundial de Kigali ante todopoderoso Pogacar. Será un duelo insólito: Vingegaard nunca se ha mirado cara a cara con el esloveno en una clásica de un día. Es el mismo escenario en el que el ciclismo joven español florece, donde las Paulas de oro, Blasi y Ostiz Taco, se vistieron con el maillot de las tres estrellas y los tres azules, donde Héctor Álvarez un chaval de 18 años de Alfàs del Pi, tan cerca de Benidorm, sigue fortaleciendo su carácter con una medalla de bronce el sábado en la carrera sub-23.
Álvarez, un tallo de 1,90 y 78 kilos, formación y pedalada de seda de pistard, alma y cuerpo de clasicómano, forma parte de la generación más densa y esperanzadora del ciclismo mundial junto al francés de genes portugueses Paul Seixas, el italiano Lorenzo Finn, al que ya llaman el Sinner del ciclismo, o el diminuto escalador belga Jarno Widar, un Lucien van Impe en potencia. Con ellos pelea. A veces les gana. Bastantes veces pierde. Siempre está ahí. Homéricos han sido hasta ahora sus duelos con Lorenzo Finn, italiano de sangre británica, que le condujo, en el Mundial júnior de Zúrich, hace un año, al vacío más absoluto. Un sexto puesto empapado de la lluvia suiza fría y el agotamiento mientras el italiano vestía el mismo arcoíris que un año después, en Kigali, hace ocho días, revistió ya en edad sub-23 en una carrera en la que el alicantino fue cuarto. A Seixas, el fenómeno por el que suspiran en Francia y que saltando todos los escalones ya correrá contra Pogacar en categoría absoluta, ya le pudo hace un año cuando terminó segundo en el Europeo júnior. Menores han sido sus peleas con Widar, un año mayor, que ya parece un veterano, pues se ha ilustrado más en pruebas por etapas, como el Giro Baby que ganó en 2024.
Fue el belga de 1,66m quien rompió el grupo de favoritos en el Valle del Infierno, el último obstáculo. Fue un ataque victorioso al que solo intentó responder el francés Maxime Decomble, de 20 años, segundo, a 14s. Héctor Álvarez se quedó en un grupo de ocho, que incluía al superfavorito Finn. “Jarno ha sido el más fuerte, y también Maxime. Yo sabía que era el más rápido del grupo de ocho que nos quedamos detrás jugándonos el bronce”, explica Álvarez, que va a iniciar su segundo año profesional con el equipo promesa del Lidl de Juan Ayuso. “He arrancado a 300m, me ha saltado el cambio y casi me caigo en un final de infarto para mí también… Pero estoy supercontento. Ha salido el trabajo de todo el año y la medalla que tanto buscaba está aquí”.
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