“Malasaña es un plató para Instagram”
Los Prieto Flores publican un libro sobre cómo ser padres y seguir siendo personas
En la puerta de su piso, al sudeste de Malasaña, un felpudo de la serie The Walking Dead reza: “Quédate en casa”. Es solo un primer aviso del museo de la cultura popular que se encuentra en la morada de Los Prieto Flores. También del amor que esta pareja tiene por su hogar, en donde crían a sus hijos, graban sus vídeos de YouTube y realizan otras de sus diversas actividades, que bautizan como “pasatiempos kamikazes”. “Son cosas que no nos reportan un gran rendimiento económico, pero que nos divierten mucho e incluso nos sirven como terapia de pareja”, dice Prieto. En su trayectoria han editado fanzines, grabado podcasts y vídeos o montados sellos discográficos.
Dentro encontramos una figura a tamaño natural del cantante Morrissey, una nutrida biblioteca sobre asuntos musicales, arte, tendencias y cosas raras, otra populosa colección de vinilos y, en el pasillo del fondo, una también nutrida colección de muñecos, muchos de ellos aún metidos en sus cajas, a modo de coleccionista, que muestran al visitante con indisimulado orgullo. Los críos andan pululando por ahí. Por supuesto, ya tienen colocado un hermoso y luminoso árbol de navidad, que eso también hace mucho hogar. Profesionalmente Borja Prieto y Natalia Flores son los fundadores de la agencia creativa Está Pasando, que trabaja para clientes como Netflix, Flooxer, Playstation o Google, entre otros.
Por su canal de YouTube, es decir, por el salón de su casa, han pasado celebridades pop como Amaia, Los Planetas, Frank Blanco, Carolina Durante o Soy una pringada, todo con muchos colorines y no poco humor. “Yo creo que lo de youtubers nos queda grande, más bien hacemos un fanzine, como en nuestra época, pero en vídeo”, dice Prieto, que pasa de los 40 años. “Además, si no quieres que tus hijos sean youtubers: ¡hazte tú youtuber!”, añade Flores. “Lo cierto es que a nuestros hijos les da mucho bajón que sus padres están en el mismo universo que sus héroes”, bromea Prieto.
Pero en sus piezas, además, hablan de música, de problemas de pareja o de las diversas inquietudes que les produce ser padres. De ahí han salido, precisamente, muchas de las ideas que se recogen en su reciente libro ¡No solo somos padres! Un antimanual para ser padres y no perder la cabeza (Plan B). “Estamos sobreexponiendo a los niños en las redes sociales, viendo cómo lo hacen los demás, recibiendo información por todas partes, hasta el punto en que muchos padres se vuelven locos”, dice Flores. La pareja aboga por una paternidad en la que los progenitores mantengan sus aficiones, algo de su modo de vida anterior, el cuidado de la propia pareja, que no disuelvan su vida y su personalidad en el hecho de ser padres. “De otra manera se te puede agriar el carácter, y eso no es bueno para nadie”, dice Prieto.
Por ejemplo: “Hay cierto pánico hoy en día a que los niños se aburran, así que se pasan el día de actividad en actividad, tienen una agenda que parece la de un ministro. Pero del aburrimiento también sale la creatividad y los mundos propios de los niños”, opina Prieto. Según cuentan hay padres que se aíslan, padres “helicóptero” que no dejan de sobrevolar y sobreproteger a los niños, que solo les dan comida orgánica o les prohíben ver la tele…
“La tele fue una parte de nuestra educación”, dice Flores, “ahora tenemos el mismo problema que tuvieron nuestros padres con la tele, pero con la tecnología. Abogamos por un equilibrio: los niños no pueden desconocer los avances que van a estar en su vida, pero también tienen que conocer las otras cosas de la vida”.
Hay baja natalidad y en muchos distritos de Madrid ya hay más perros que niños… “En Malasaña algunas facilidades para perros son mejores que las que hay para los niños”, cuentan. ¿Cómo es ser padre en Malasaña? “Nosotros los llevamos al colegio público porque nos gusta la cercanía, que tengan a los amigos en el barrio, que les podamos llevar a conciertos y exposiciones”, dice Flores. Lo que echan en falta es eso de lo que el Ayuntamiento saca pecho con su dudosa Green Capital: las zonas verdes.
“Malasaña se está convirtiendo en un plató de Instagram, es difícil moverse sin meterse en alguna foto”, denuncia Flores. La gente hace largas colas por un helado con forma chula o una tostada con forma de corazón, solo para hacerse una selfi. “El otro día fuimos a un restaurante moderno con los niños y sacamos todo el arsenal de colores y rotuladores, para que pintaran. El camarero vino y nos dijo que ¡los niños quedaban mal! Además, es que estaban monísimos”, se queja Prieto. “Estamos asistiendo al Fin del Mundo”.
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