Resaca de las protestas en el aeropuerto de Barcelona
Las manifestaciones contra la sentencia del 'procés' dejan decenas de vuelos cancelados y pasajeros a la espera de que los reubiquen
Sobre unos cartones, acomodados en una esquina tranquila de la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat, Josephine y Filippo Musarella han pasado la noche. Llegaron ayer a Barcelona procedentes de Alicante y tenían que coger un vuelo a Niza a media tarde. Pero se canceló. "Hemos pasado la noche como hemos podido. Dormimos ahí, en esos cartones. Ahora nos dicen que nos dan plaza en un vuelo por la tarde. A ver si es verdad", lamenta Josephine. Su viaje fue uno de los 110 trayectos que se anularon en El Prat a causa del colapso que produjo en la terminal la protesta multitudinaria contra la sentencia condenatoria a los líderes independentistas encarcelados. Este martes se han anulado 45, de un total de un millar, como consecuencia de la operativa que no se pudo realizar ayer.
La manifestación fue convocada por la plataforma Tsunami Democràtic con la intención de paralizar la actividad del aeropuerto. No lo consiguió, pero sí provocó la cancelación de más de un centenar de vuelos del millar previstos para ayer. La llamada de este movimiento ciudadano, que no tiene líderes definidos pero cuenta con el beneplácito del Govern y las entidades sociales independentistas, logró colapsar la entrada a la terminal y los accesos al aeropuerto por carretera. Los Mossos d'Esquadra y la Policía cargaron contra los manifestantes en varias ocasiones.
La resaca de la protesta en El Prat se traduce en vuelos cancelados y pasajeros vagando por la terminal, haciendo tiempo hasta el próximo vuelo o protestando a viva voz en los mostradores de atención al cliente de la compañía de turno. Los últimos coletazos del colapso de este lunes en El Prat todavía se vislumbran en las pantallas de vuelo: los trayectos a Miami, Nueva York, Lyon y Philadephia están cancelados. Al menos, 45 vuelos se han anulado este martes a causa de la operativa que no se pudo hacer.
"Estamos agotados. No hemos dormido en toda la noche", lamenta Rosa Ramon, apoltronada con su familia y un par de carros con maletas frente a los mostradores de Vueling. Vienen de Islandia y tendrían que haberse ido a Alicante a primera hora de la mañana. Pero su vuelo también está cancelado y aún no hay alternativa a la vista. Se turnan para hacer la larga cola que arrastran los mostradores de atención al cliente. "Es una vergüenza. Que se manifiesten y que tengan sus problemas pero ahora nos han fastidiado a todos", critica. Se planteaban tomar un tren, pero las incidencias que se han producido también en la red de Renfe los han disuadido. "A ver qué hacemos porque mañana tengo que trabajar", protesta.
En eterna espera se encuentran también Laura Martín y Adolfo Morales. Van a México, con escala en Miami, pero su vuelo a la ciudad estadounidense se ha cancelado. "Ahora nos van a llevar a un hotel y nos dan un vuelo para el jueves pero hemos pasado toda la noche tirados", lamenta Laura. Adolfo, ya resignado, sonríe: "Llevamos 12 horas aquí. Y no somos jóvenes, nos duelen los huesos, los pies y las rodillas".
De lo que no queda rastro es de los destrozas que provocó el enfrentamiento entre manifestantes y policía. Los servicios de limpieza han trabajado a destajo toda la noche, afirma Joel Lluch. "Lo de ayer fue estresante. Hubo mucho lío. Nunca había habido tanto jaleo en El Prat". El joven tiene 23 años y asegura que lleva siete viviendo en el aeropuerto, tirando de la voluntad que le dan ayudando a unos y a otros en la terminal. "Algunos manifestantes se colaron hasta adentro. Por salidas de emergencia, por donde podían... Por la entrada del metro no cabía ni una mosca", rememora.
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