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Terrassa, uno de los últimos feudos que el PSC lucha por mantener

Los socialistas han estado a punto de perder dos veces el gobierno en este mandato, pero les ha salvado la falta de acuerdo de la oposición

Vista aérea de Terrassa.
Vista aérea de Terrassa.Wikipedia

Mantener el gobierno de la ciudad de Terrassa es un objetivo clave del PSC para las próximas elecciones municipales, aunque la tarea será ardua: el crisol de partidos que forma el Consistorio, la división del PSC local a causa del referéndum, el auge de ERC y la esperanza de los socialistas de que su recuperación en las generales de hace tres semanas se plasme también en las municipales marcará el próximo 26-M en la tercera ciudad catalana en número de habitantes.

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El PSC, que ha gobernado Terrassa desde el fin de la Dictadura, ha estado a punto de perder la vara de la ciudad en dos ocasiones durante este mandato: la primera fue hace cuatro años, cuando los socialistas ganaron las elecciones, pero los partidos de izquierda (comunes, ERC y CUP) buscaron el apoyo de los convergentes para acabar con la etapa del PSC. En la segunda, en noviembre de 2017, los mismos partidos buscaron asaltar la alcaldía aprovechando la dimisión del primer edil Jordi Ballart que, junto a cinco concejales más, abandonó el gobierno local y el partido en desacuerdo a la posición de la dirección, contraria al referéndum y firmante del 155. Pero en ambas ocasiones la oposición no logró la mayoría, por incompatibilidad entre comunes y convergentes.

Los socialistas también deberán lidiar con una ERC en auge y con un PDeCAT en horas bajas, pero que ha apostado por uno de los considerados por el independentismo como mártires del procés: el exconsejero de Cultura, Lluís Puig, vecino de la cocapital vallesana. Está por ver cómo afectan en las municipales los resultados de las generales, que hundieron a los comunes (segunda fuerza en esta ciudad) y dieron oxígeno a los socialistas. Aunque a los de la rosa les puede pasar factura la escisión protagonizada por Ballart (que concurre al 26-M con su propio partido y ha fichado la actriz Rosa Boladeras como número dos) y un cabeza de lista –el actual alcalde- poco conocido.

Los terremotos que han zarandeado el gobierno de la ciudad también han sido provocados por las presiones de las élites políticas y económicas, así denunció Ballart, a raíz de dos iniciativas pioneras: las multas a los bancos por tener pisos vacíos (Terrassa fue la primera a imponerlas) y la municipalización del suministro de agua (es la mayor ciudad con el control público de este servicio).

Pero la ciudad arrastra graves problemas, como la guetización, un asunto pendiente desde hace años pero que recientemente volvió a aflorar a raíz de un informe del Síndic de Greuges que colocaba a Terrassa como la ciudad con mayor segregación escolar. “Toda la inmigración está concentrada en ciertos barrios y hasta que esto no cambie, no se mejorará el problema de la segregación”, apunta Dolors Lledó, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Terrassa. Para Lledó la falta de participación ciudadana otra asignatura sin resolver, junto al problema de la movilidad, marcado por “una red de autobuses obsoleta”, “un problema de tráfico muy grave” y un caótico diseño urbanístico.

El presidente de la patronal egarense Cecot, Antoni Abad, va más allá y asegura que el principal problema es que la ciudad vive de la inercia y “faltan grandes proyectos y objetivos de ciudad que alimenten las ilusiones”. Abad también asegura que la falta de suelo industrial está alejando a las empresas, pide ayudas para la renovación de las naves industriales que han quedado obsoletas y reclama un plan de dinamización del comercio local para evitar la huida de marcas importantes. Mirando a la eterna rival, la vecina ciudad de Sabadell, Abad apuesta por crear alianzas para exigir que se finalice el Cuarto Cinturón o que Terrassa pase a ser zona 2 de la red de transporte público.

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