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Riba-roja desafía a la Generalitat y acelera el vertedero de residuos

El alcalde de la localidad considera el proyecto una oportunidad para atraer riqueza y concede la licencia de obras para comenzar los trabajos

Marc Rovira
Manifestación en la sede del Consell Comarcal de Ribera d'Ebre.
Manifestación en la sede del Consell Comarcal de Ribera d'Ebre.

El Ayuntamiento de Riba-roja d’Ebre (Ribera d’Ebre) ha decidido seguir adelante con las obras para construir un vertedero industrial de residuos. El departamento de Territorio trata de vetar a toda costa el proyecto alegando que los municipios vecinos y la comarca entera se han posicionado abiertamente en contra de la instalación. Antonio Suárez, alcalde de Riba-roja por Convergència, defiende que el vertedero es una “oportunidad”.

Riba-roja cuenta con poco más de 1.000 vecinos y vive bajo la amenaza de la despoblación. La decidida apuesta por este proyecto ha llevado a su alcalde a enfrentarse con Damià Calvet, consejero de Territorio. Se da la circunstancia de que Suárez era, hasta este viernes, el delegado del departamento de Territorio en las Terres de l’Ebre. Calvet lo cesó de manera fulminante y Suárez se ha dado de baja del PDeCAT y de La Crida, la plataforma independentista impulsada por Carles Puigdemont.

Riba-roja d’Ebre es el último pueblo de Tarragona, marca el límite con el Segrià y está a tiro de piedra de territorio aragonés. Es el lugar escogido por las empresas Urbaser y Griñó para construir un vertedero con capacidad para procesar 250.000 toneladas de residuos al año. El Ayuntamiento manifiesta que se trata de un proyecto conveniente para atraer riqueza y ha concedido la licencia de obras para que los trabajos empiecen de manera inmediata.

Por su parte, Territorio ha avisado que hará “todo lo posible” para que el vertedero no avance y tiene intención de revisar la licencia de obras municipal para fiscalizar y si procede suspenderla. El tiempo apremia porque el 17 de julio expira la autorización ambiental que fue aprobada inicialmente por el propio departamento de Territorio y, en base a la cual, se permite la obra.

Los 10 millones de euros de inversión son la mayor inyección de dinero llegada al pueblo en cincuenta años y se complementan con unos ingresos de 240.000 euros anuales para el consistorio en concepto de impuestos. El alcalde detalla que una primera fase supondrá 14 puestos de trabajo y, posteriormente, se sumará una segunda planta, con una treintena de operarios. “Yo creo firmemente en este proyecto, es bueno para Riba-roja y el país lo necesita”, afirma Suárez.El alcalde añade que el ayuntamiento “no tenía margen de maniobra” porque el vertedero comulga con el plan municipal. “Somos competentes en materia urbanística y hemos actuado correctamente, no hacerlo entrañaba riesgo de una posible prevaricación”, explica el alcalde, que cuenta con el respaldo de la oposición.

Los municipios vecinos de Riba-roja han criticado el vertedero alegando que hipoteca el desarrollo de actividades relacionadas con el turismo y con el medio ambiente, una tesis que abona el consejo comarcal. La Ribera d'Ebre acumula la central nuclear de Ascó y un vertedero en Tivissa, y sufre por sanear los vertidos tóxicos en el río Ebro a su paso por Flix, fruto de la actividad de la química Ercros. Ante el movimiento de protesta, la Generalitat trató de reaccionar para detener la tramitación. El propio consejero Calvet admitía hace dos meses que sería menester encontrar “rendijas” legales para “sacar de la comarca” el vertedero. La medida articulada por la Generalitat fue activar una revisión de la licencia ambiental, por supuesta reclamación de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), y pedir al ayuntamiento que paralizara temporalmente la tramitación de la licencia. El consistorio ha desobedecido.

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