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La obra de Subirachs en la Sagrada Familia, declarada Bien Cultural de Interés Nacional

Las duras críticas por continuar el trabajo de Gaudí para la fachada de la Pasión marcaron al artista hasta el final de su vida

J. Á. Montañés
Algunas de las esculturas de Subirachs para la Sagrada Familia.
Algunas de las esculturas de Subirachs para la Sagrada Familia.

Cuando en 1926  Antonio Gaudí falleció tras ser atropellado por un tranvía faltaban muchos años para que la Sagrada Familia se pudiera terminar ya que del conjunto solo estaba acabada una de las fachadas laterales, la de la Natividad. Del resto, nada. Para decorar la otra fachada, la de la Pasión, la Junta de Obras encargó en 1986 a Josep Maria Subirachs las esculturas que aceptó realizar después de que se le aseguró que no tenía que seguir las indicaciones de Gaudí. Y eso le salió caro. Cuando comenzaron a verse los primeros resultados de estos trabajos que le llevaron 20 años de su vida, le llovieron las críticas causándole graves problemas. Pasados los años, la Generalitat reconoció ayer este trabajo catalogando este conjunto de un centenar de figuras como Bien Cultural de Interés Nacional, el máximo que permite la ley de patrimonio catalán, en su categoría de Monumento Histórico.

El reconocimiento se hace extensible también a las puertas de la fachada de la Gloria, la escultura de Sant Jordi situada en la nave central y el semibusto de bronce de Gaudí situado en el Museo de la Sagrada Familia, todo realizado por el propio escultor. Según el acuerdo del Govern, estas esculturas “están dotadas de entidad propia y trasciende la obra arquitectónica que le da soporte y le añade un valor cultural de alto nivel y calidad artística”.

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Durante dos décadas, tras instalarse a vivir en el templo y tener allí su taller, Subirachs creó toda una iconografía relacionada con la Pasión de Jesucristo para narrar, casi de forma cinematográfica los dos últimos días de Jesús de Nazaret: desde la Santa Cena, a la traición de Judas, la flagelación, la crucifixión, el entierro, y la ascensión... entre otros momentos que ilustran el calvario de Jesús en una narración ascendente en forma que comienza a la izquierda de la parte baja con la escena de la Última Cena con los apóstoles y acaba con la escena del entierro.

El trabajo de Subirachs en la Sagrada Familia le marcó profundamente por las duras críticas que recibió. En mayo de 2017 cuando en Poblenou sus descendientes abrieron un espacio con un centenar de las 500 obras de su legado no había ninguna referencia a su labor en este edificio. “Cuando Subirachs contaba sesenta años, y mucha gente piensa en retirarse, y después de una trayectoria larga y coherente, aceptó el enorme encargo de la Fachada de la Pasión, una obra que lo marcó para siempre”, dijo su hija Judit Subirachs-Burgaya.

El 8 de noviembre pasado se incoó expediente para declarar estas esculturas bienes culturales después de que el 19 de octubre la Dirección General de Patrimonio Cultural emitiera un informa favorable. Antes, en julio de 1969 el edificio fue catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional y en 2005 la Unesco reconoció como Patrimonio de la Humanidad la fachada de la Natividad y la cripta, las dos únicas zonas originales de Gaudí. 

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Sobre la firma

J. Á. Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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