La legislatura de la bici (o no)
En Barcelona, gobernada por Barcelona en comú, el uso de los pedales ha crecido un 40% desde 2015. En Madrid, con Ahora Madrid en el Ayuntamiento, también ha aumentado la bici, pero no puede exhibir tanto músculo ciclista como la capital catalana
Las bicis representan todavía una minoría en el frenesí de la movilidad urbana, pero van ganando presencia. En Barcelona (gobernada por Barcelona en comú) el uso de los pedales ha crecido un 40% desde 2015; en la cuota de reparto modal (la distribución entre las formas de moverse por la ciudad), la bici ha pasado del 1,8% al 2,5%. Un crecimiento amparado por la apuesta por los carriles bici que en los últimos cuatro años casi se han duplicado: pasando de 116 kilómetros a 209. Por su parte, Madrid (con Ahora Madrid en el Ayuntamiento) no puede exhibir tanto músculo: aunque el número de bicicletas ha aumentado en la capital (un 516% entre 2008 y 2017, según datos municipales), el reparto modal lleva años estancado en el entorno del 1%.
A la vez que la bici pública madrileña bate récord de viajeros, los colectivos ciclistas se quejan de la escasez de infraestructura específica en la capital. Mientras Barcelona casi ha duplicado la red de carriles bici desde 2015 —pasando de 116 kilómetros a 209 y con otros 63 kilómetros presupuestados—, desde el inicio de la legislatura, Madrid solo ha construido 21 kilómetros de vías ciclistas aunque espera añadir otros 20 kilómetros antes de las elecciones de mayo de 2019.“La bici podría ser una solución a muchos problemas, pero el coche aún bloquea el reparto del espacio”, lamenta la experta en movilidad Esther Anaya, que investiga en el Imperial College de Londres sobre el área. Anaya apunta las debilidades de las redes ciclistas de Barcelona y de Madrid.
En la capital catalana echa de menos líneas adelantadas para bicis en los semáforos, como los bike box de Londres o las que se instalaron en Madrid. También alerta sobre algunos semáforos mal planteados en la ciudad condal y cuestiona los carriles bidireccionales: “No se recomiendan en ningún manual técnico”. En el caso de Madrid, Anaya critica la cohabitación en calzada: el denominado “modelo Madrid”. La capital tiene varios tipos de infraestructuras ciclistas, la mayoría (250 kilómetros) son ciclocarrilles; es decir, carriles limitados a 30 kilómetros por hora donde bicis y coches se ven obligados a compartir espacio. “Tenemos que circular entre los coches, totalmente desprotegidos”, dicen los ciclistas madrileños, que describen esta infraestructura como “una chapuza que menosprecia la seguridad vial”. Para Anaya tampoco son "una solución óptima porque no prioriza suficiente el tráfico ciclista”. Y añade: “Hay quien está dispuesto a pedalear por la jungla, pero otros perfiles no lo harán nunca”.
Justamente, el miedo a los coches y a tener que convivir con ellos es el principal reparo que ponen los madrileños para pasarse a la bicicleta. Las cifras del reparto modal lo constatan: según datos del Ayuntamiento, solo uno de cada 100 viajes (1,32%) se realiza en bici en la ciudad. “Y llevamos años estancados en esa cifra”, lamentan desde la asociación Pedalibre. Los colectivos ciclistas no solo se quejan de que ese 1,32% del reparto modal es una cifra "muy baja" sino que además ese es el dato en la almendra central: "En toda la ciudad la cifra es aún más baja: entre el 0,5 y el 0,8%. Se necesita hacer más infraestructura específica”. Opinan lo mismo desde la plataforma ciudadana Carril Bici Castellana (CBC), que surgió esta legislatura para reclamar una vía segregada en ese paseo, que surca la ciudad. “El Ayuntamiento lleva de boquilla la bicicleta”, se queja José Rossi, miembro de CBC. Critica que en reformas como la de la Gran Vía no se haya hecho “un carril bici en condiciones”.
“Madrid fue pionera en la bici, pero durante muchos años no fue un elemento clave de la movilidad”, opina Carlos Corral, consejero técnico municipal de Movilidad. “Ahora lo es”, agrega. Desde el Ayuntamiento, resaltan el éxito de Madrid Central, las restricciones al coche en el corazón de la capital, y el calmado de tráfico que conlleva o la nueva ordenanza de movilidad, que mejora las condiciones de circulación de las bicicletas. También exhiben el músculo de la bici pública: “BiciMad es una de las experiencias más positivas de la ciudad”, afirma Inés Sabanés, concejala de Medio Ambiente y Movilidad. Su departamento ha sido el responsable de tomar las riendas de BiciMad, que estuvo al borde del colapso y de la ruina económica. El Ayuntamiento llegó a un acuerdo con la empresa adjudicataria y por 10,5 millones de euros pasó a gestionar directamente (a través de la Empresa Municipal de Transportes) el sistema. Desde entonces, la cifras de la bici pública no han hecho más que mejorar. Actualmente, BiciMad cuenta con más de 65.000 abonados y el pasado septiembre batió récord de viajes diarios (más de 16.000).
A pesar del evidente cambio de visión con respecto a la bicicleta y a la movilidad en general —“antes era aún peor”, lamentan desde Pedalibre—, la mayor parte de los ciclistas y colectivos pro bici no terminan de ver el avance en los últimos cuatro años. Algunos hablan de “legislatura perdida para la bicicleta”. “Y ya son varias”, añade José Rossi, de CBC, que considera que la principal tarea pendiente de Madrid es la construcción de infraestructura segregada. Aunque la gestión de la movilidad depende de Sabanés y del Área de Medio Ambiente y Movilidad, la construcción de infraestrcutura, como los carriles bici, es responsabilidad del área de Urbanismo (Desarrollo Urbano Sostenible o DUS), al frente de la que está José Manuel Calvo. “En la capital hay 9.300 calles, pedimos que haya carril bici en 20 o 30 avenidas clave”, agrega.
En esta legislatura, solo se han creado 21,31 kilómetros de vías segregadas para ciclistas (hay 9,6 kilómetros más en ejecución y 10,32 proyectados para 2019). Pero a la oposición, tanto a Ciudadanos como al Partido Popular les parecen demasiados. En julio del año pasado, Villacís habló de "revertir" los carriles bici segregados y los tildó de "una idea antigua y fracasada". Desde el PP se ha prometido parar Madrid Central, pero también que se eliminarán "los carriles bici que provoquen atascos”, en palabras de la portavoz de los populares de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
“Se han hecho muchas cosas, pero se podrían haber hecho más”, reconoce Jorge García Castaño, concejal de Centro y responsable de Economía y Hacienda en Madrid. Quizás por eso, el Ayuntamiento quiere hacer un guiño a los pedaleantes: firmar un compromiso con los colectivos ciclistas para, al menos reformar la Castellana e incluir un carril. “Urbanismo ya lo está estudiando”, dice Castaño, que asegura que si repiten en el Gobierno, se apostará por la bici. "Hace cuatro años, todos pensábamos que era lo que el Gobierno de Ahora Madrid iba a hacer”, apostillan desde Pedalibre.
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