Así se estirará Madrid hacia el norte
El desarrollo urbanístico Madrid Nuevo Norte, que durará dos décadas, plantea una reforma de la Castellana que mantenga la idea de ciudad
La reforma de la Castellana, antes conocida como Operación Chamartín y ahora como Madrid Nuevo Norte, es uno de los desarrollos urbanísticos más relevantes de Europa por tamaño y ubicación. Pero también uno de los más lentos. Mientras París levantaba el barrio de La Défense y Londres creaba King's Cross, Madrid seguía enquistada en el debate entre administraciones, constructores, partidos, vecinos y los recursos judiciales. La clave de desarrollos de este tipo, recordaba la alcaldesa de la capital, Manuela Carmena, en su intervención, es el “consenso” y la apuesta por el “interés general”, y por primera vez en 25 años parece que algo se mueve.
“Esta vez el proyecto se puede tocar y ver”, dijo el presidente de la promotora Distrito Castellana Norte, Antonio Béjar, el día en que quitó el telón de la maqueta del desarrollo del norte de Madrid, en presencia del ministro de Fomento, José Luis Ábalos (PSOE), y Carmena (Ahora Madrid). Miles de piezas fabricadas con impresoras 3D en una macromaqueta de cuatro metros por dos, con luces y colores, para representar lo que en opinión del concejal de urbanismo, José Manuel Calvo, aspira a ser “el proyecto más importante de Madrid en los próximos 20 ó 25 años”.
El desarrollo Madrid Nuevo Norte plantea cuatro áreas de actuación, pero que se pueden agrupar en dos ejes. Por un lado, la estación y el nuevo centro financiero y de oficinas. Por el otro, dos barrios residenciales al norte de la M-30. Entre ellos, un corredor verde y un gran parque, que crecerá sobre las vías de la estación de trenes de Chamartín, que a su vez se remodelará. La apuesta del Ayuntamiento, que tiene la iniciativa del plan urbanístico (es decir, que marcará las prioridades del mismo), es la de abordar un crecimiento homogéneo en todas sus partes. Estas van de la conectividad del transporte público, a la creación de equipamientos (seis centros educativos, tres centros de salud, seis centros deportivos) para los nuevos barrios residenciales, y también para los actuales que sufren la carencia de instalaciones públicas. Dos nuevas zonas residenciales florecerán antes de la M-40 y estarán conectadas con los barrios limítrofes. En ellas se creará una importante bolsa de vivienda nueva, de la que carece Madrid. El Ayuntamiento supervisará que dos de cada diez pisos tengan precios protegidos.
La financiación privada, que alcanzará los 6.000 millones, permitirá levantar viviendas y oficinas, pero también 15 kilómetros de carril bici, tres nuevas estaciones de metro y una de cercanías. A la vez, el gobierno de Carmena ha logrado reducir la edificabilidad del proyecto abordado durante la época de Ana Botella, ampliando las viviendas públicas (unas 2.200, que podrán convertirse en 4.000 si la administración pública destina sus terrenos a pisos sociales) y las zonas verdes.
A cambio, los promotores esperan poder aprovechar del atractivo de la capital para vender o alquilar las nuevas oficinas este centro de negocios, y aprovechar un desarrollo que desde el punto de vista estratégico tiene pocos competidores. El área afectada será de 2.600 kilómetros cuadrados, con algunos detalles de interés. La calle de Agustín de Foxá, por ejemplo, se convertirá en una especie de gran bulevar de la zona. En ella habrá oficinas, tiendas y viviendas. Además de árboles y paradas de metro. O el gran parque que se creará sobre las vías del tren de la nueva estación de Chamartín. Esta zona verde, que según el gobierno de Carmena aparecerá así como un “pulmón verde” del norte de la ciudad, estará bordeada por edificios de viviendas y, por encima de él, el nuevo skyline madrileño, con tres nuevos rascacielos. ¿El precio de estas viviendas? Todo está por decidir todavía, comentan los responsables del proyecto.
Si Madrid mira a París, que con la creación del nuevo barrio de La Défense supo renovar el parque de oficinas y mejorar el atractivo residencial de un área relativamente céntrica, el hecho de que la nueva estación se convierta en el corazón del proyecto estimula comparaciones con Ámsterdam y su nuevo barrio Zuida, conocido como la nueva “milla financiera” de la capital holandesa. Ámsterdam quiere atraer con Zuida a 450 empresas tras a una inversión de 1.385 millones —en Madrid serían 6.000 millones—, pero también construir 9.000 viviendas, lugares de ocio, restaurantes, equipamientos y la quinta estación de trenes con más tráfico de Holanda.
Cerca del aeropuerto
La cercanía con el aeropuerto Madrid-Barajas es, de hecho, el gran activo de la estación de Chamartín. La terminal de Atocha es hoy en día el gran nudo hacia el sur, y Chamartín deberá convertirse en la puerta de entrada y salida de Madrid hacia el norte. Las vías del AVE en la futura terminal de Chamartín se duplicarán, y su rediseño se someterá a un concurso de ideas internacional, según adelantó el ministro Ábalos. Quizá algún planteamiento recoja la idea esbozada por Carmena de incluir en el vestíbulo un piano.
Jardines en los tejados
El desarrollo contará con más de 300 nuevos edificios. Algunos de ellos, según se desprende de las infografías oficiales, tendrán jardines en los tejados. Este es el caso, por ejemplo, de las tres nuevas torres del nuevo centro de servicios. Una de ellas será la más alta de España, con algo más de 250 metros, y una de las más elevadas de Europa. Estas serán las puntas de lanza de una reforma que también apuesta por renovar el parque de oficinas, más bien antiguo, que representa uno de los talones de Aquiles de la capital para atraer a empresas internacionales.
Para Fomento, dueña de Adif, esta operación también comporta muchas ventajas. La empresa pública recaudará 1.200 millones de euros de la venta de los terrenos. Pero Ábalos se comprometió a invertir ese dinero en la estación, sin ceder a la tentación de la plusvalía. “El proyecto es bueno y ambicioso para la ciudad”, anunció el recién llegado ministro socialista, quien recordó su apuesta por la responsabilidad, al ratificar un acuerdo firmado con Carmena y su antecesor, Íñigo de La Serna (PP), en julio de 2017.
Todo esto sin perder de vista al modelo de ciudad madrileño, es decir, de calles vivas con comercios, familias y actividad social casi a todas las horas. Así, tanto la autoridad pública como los promotores responden a los escépticos, que cuestionan la utilidad de la operación y mantienen la alerta sobre supuestos pelotazos. Carmena se niega a considerar estas reivindicaciones porque, afirma, no responden al interés general, en nombre del cual asegura haber alcanzado un acuerdo con todos los partidos de la oposición, y hasta con la Comunidad de Madrid, dirigida por un partido de opuesto signo político.
Ahora solo faltan por cerrar los últimos informes y trámites (el primero, la ratificación del pleno municipal en diciembre), para que comiencen a trabajar las excavadoras y grúas. Este será el verdadero pistoletazo de salida a un proyecto que ambiciona con modificar el rostro del norte de Madrid, y que está previsto para finales de 2019 y el comienzo de 2020.
Recursos y desencuentros del plan durante 25 años
La Operación Chamartín, ahora rebautizada como Madrid Nuevo Norte, nació como proyecto urbanístico durante la presidencia de Felipe González (PSOE). Sin embargo, tras los primeros años de gestiones, estuvo parada por los recursos de los propietarios de los suelos expropiados. A partir de 2013, después de una sentencia del TSJM, el Ayuntamiento de Madrid reanudó la operación.
La exalcaldesa Ana Botella (PP) presentó un diseño que el actual gobierno de Manuela Carmena (Ahora Madrid) rechazó, al considerarlo especulativo. Carmena redujo la edificabilidad y, tras alcanzar un acuerdo con los promotores, logró el visto bueno de la Comunidad. El diseño ha convencido también al nuevo ministro de Fomento, José Luis Ábalos (PSOE). A finales de este año se espera que el pleno municipal lo apruebe, y en primavera que el Gobierno regional de Ángel Garrido (PP) lo ratifique.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.