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Cuando las neuronas y los astrocitos dejan de hablarse

El centro Achucarro reinventa la lucha contra el deterioro cognitivo

El centro Achucarro especializado en neurociencias.
El centro Achucarro especializado en neurociencias.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Es uno de los grandes secretos, conseguir descifrar el sofisticado funcionamiento del cerebro humano. El centro vasco de neurociencia Achucarro es pionero, y de los pocos en el mundo, que centra su investigación en la interacción de las células gliales con las neuronas, tanto en el cerebro sano como en aquel aquejado de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, Párkinson o la esclerosis múltiple.

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El conocimiento de las células gliales puede resultar crucial para avanzar en nuevas terapias que mejoren la función cerebral de unas patologías que, en mayor o menor medida, están vinculadas con el envejecimiento de la población.

Tradicionalmente se había concedido un papel secundario a estas células, “pero hoy sabemos que son el soporte estructural para que el edificio (el cerebro) se mantenga en pie”, remarca el director científico del Centro, Carlos Matute, “además son mayoría, representan hasta el 90% del total de las células del cerebro”.

Uno de los últimos hallazgos del Centro ahonda en la función de la microglía. Unas células que vendrían a representar el servicio de recogida de basuras del cerebro, ilustra Matute. “Se encargan de retirar los desechos celulares que se generan de forma natural en el cerebro sano, o de manera más acusada en el cerebro enfermo, evitando así que se acumulen y lo dañen”, detalla.

Sin embargo, a veces este sistema de limpieza puede dificultar la reparación del daño, como ocurre en la esclerosis múltiple. Los científicos han descubierto recientemente cómo minorar ese efecto a través de la modificación mediante fármacos de una molécula que está en la superficie de la microglía.

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La esclerosis múltiple provoca otras alteraciones. Por ejemplo, saben que esta enfermedad mata los oligodendrocitos y destroza la vaina de mielina que sintetizan estas células a modo de aislante de los axones, que constituyen un sistema de cableado para conectar distintas áreas cerebrales.

“Es como si los cables que comunican las diferentes áreas del cerebro se pelasen, ralentizando la corriente que transportan”, explica Matute, provocando alteraciones motoras o déficits sensitivos. En el Centro Achucarro se investiga sobre las señales que protegen a los oligodendrocitos con el objetivo de intentar anticipar ese fallo.

Otra línea de investigación se centra en escuchar la conversación entre las neuronas y los astrocitos, que son los encargados de modular el tono o la intensidad. Una interacción que se ve alterada en enfermos de Alzheimer y es la causa que provoca el devastador deterioro cognitivo. También analizan cómo se produce la formación de nuevas neuronas (la neurogénesis) en adultos. Los avances permitirían explotar el potencial tras un ictus o la epilepsia.

El centro se fundó en 2012 con el respaldo de Ikerbasque y la Universidad del País Vasco. Dispone de un presupuesto anual de cerca de dos millones.

Actualmente trabajan ochenta científicos y aspiran a seguir reclutando expertos de todo mundo para tener en nómina un centenar de los mejores neurocientíficos. Se rigen por la filosofía de conocer para curar porque los hallazgos servirán para desarrollar nuevos fármacos y tratamientos. Dicen que es inabarcable saberlo todo acerca del cerebro humano, pero la comunidad científica sí puede dar con ciertas teclas que permitirán afinar en las terapias.

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