Quim Torra, un interino nato contra todo lo español
El candidato a 'president' fue número 11 en las listas de Junts per Catalunya y tuvo también un paso efímero por la presidencia de Òmnium Cultural y Soberanìa i Justicia
Pocos del entorno de Carles Puigdemont como su número 11 en las listas de Junts per Catalunya, Quim Torra i Pla, para asumir una presidencia de la Generalitat que se quiere interina. El meteórico itinerario político de Torra (Blanes, Girona, 1962) le convierte casi en un profesional del interinaje a la fuerza pues su trayectoria se ha forjado en apenas 10 años. De formas exquisitas en la distancia corta, sus profundas convicciones independentistas le han llevado a escribir polémicos tuits: “Evidentemente, vivimos ocupados por los españoles desde 1714”; “Los españoles solo saben expoliar”; “Sobre todo, lo que sorprende es el tono, la mala educación, la pijería española, sensación de inmundicia. Horrible”; u “Oír hablar a Albert Rivera de moralidad es como oír a los españoles hablar de democracia”.
“He sido siempre un independentista emocional”, se define. Con tono más contenido, pero en línea similar, se ha manifestado en las dos únicas ocasiones en que ha subido a la tribuna del Parlament (1 y 24 de marzo). “Las cloacas bajan tan llenas que han reventado el edificio del Estado español, que se hunde y cae a trozos, dejando flotar tanta indecencia acumulada”, dijo en la última.
En 2007, observando el fallido proceso de la reforma del Estatut desde Suiza, adonde le llevó dos años antes una larga carrera de dos décadas como ejecutivo en la compañía Winterthur, cuajó Torra su vocación nacionalista.
Abogado de formación, regresó a Cataluña y reinventó su perfil, convirtiéndose en ensayista (es autor de siete libros, muchos sobre periodistas e intelectuales de la Cataluña de los años veinte y treinta, en su opinión la más cosmopolita y próxima a Europa de toda la historia) y en editor del sello A Contravent, dando en ambos campos una calculada imagen de transversalidad catalanista.
A un fugaz paso por el no menos fugaz Reagrupament, siguió su también breve presidencia, de un año, de Sobirania i Justicia, entidad que promueve la independencia de Cataluña. Empezaba una vertiginosa espiral de activismo político que le llevaría en 2011 a ser miembro del consejo de la ANC, dirigir el Born Centre Cultural de Barcelona (“Es la zona cero de los catalanes”, la definió en otro polémico tuit) o presidir Òmnium Cultural, también menos de un año, tras el salto de su predecesora Muriel Casals, a la política. Ahora es director de la histórica Revista de Catalunya y llegó a ser en 2016 director del Centro de Estudios de Temas Contemporáneos de la Generalitat.
Quienes le conocen coinciden en hablar de un personaje educado, con un punto british, y que sabe escuchar, si bien es irreductible en lo que a sus convicciones independentistas se refiere. “La fidelidad a la tierra supera las propias convicciones”, ha asegurado en más de una ocasión.
A pesar de los que pueda indicar su actividad en la Red, Torra es, según aseguran quienes han colaborado con él, culto y creativo, y ante su evidente falta de carrera política contraponen su gran habilidad en saberse manejar y salir indemne de las situaciones difíciles. Resaltan también su sentido del humor y cierta facilidad de palabra, lo que en conjunto le da una buena entrada con sus equipos. “Un buen líder, si tiene un equipo bien preparado que lo apoye”, dicen, aunque también admiten que ofrece siempre un particular contrapunto, entre lo aventurero y lo cabal.
Entre los títulos que publicó Torra estaba, por vez primera en catalán, la traducción de Sí, ministre, los cáusticos guiones de la serie televisiva que dio pie a una de las sátiras más tragicómicas sobre el mundo de la política.
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