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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mujeres en la cárcel

Algo más sabemos de las condiciones de vida en las prisiones femeninas por el encarcelamiento de Carme Forcadell y Dolors Bassa, de las que se habla poco

Mercè Ibarz
Carme Forcadell sale de Alcalá-Meco el pasado noviembre.
Carme Forcadell sale de Alcalá-Meco el pasado noviembre.ep

La manifestación de este domingo reunió a mucha gente en Barcelona, a los independentistas se sumaron los comunes y los sindicatos. El Paralelo y sus ámbitos habían quedado hasta ahora casi siempre fuera de los recorridos del procés. Pero es que ahora pasan más cosas. La criminalización indiscriminada y el rigor legalista del estado inquietan. Las viejas calles de la Barcelona obrerista de hace un siglo se llenaron así de amarillo, el color de estos meses catalanes. Es un color que identifica tanto a quienes lo branden como a quienes lo rechazan. Entre la plaza España y las Atarazanas, las gentes se iban desparramando por las calles de Sant Antoni y las tres chimeneas y luego iban tomando el Raval. Hacía días que la ciudad vieja no vivía algo así.

Hay que ver las cosas, constatarlas, lo que no es sencillo ahora. Por ejemplo, en términos de cárcel. Sabemos muy poco sobre lo que sucede en ellas. Sobre todo, en las cárceles de mujeres. En la Modelo recuperada se celebraba este mismo domingo una de las sesiones continuas de estos días organizadas por la activa plataforma ‘No callarem’, y allí cantó Valtònyic y habló el otro rapero cuestionado, Pablo Hasel. Mientras, en las calles amarillas de más abajo, en el Paralelo, se ponía el acento en las políticas encarceladas. Hasta ahora, se ha hablado poco de ellas. Parece mentira (o no), pero también en esto hay brecha.

Hay que hacerlo, hay que hablar de las prisiones de mujeres. A raíz del encarcelamiento de las políticas catalanas, Elisabet Almeda, doctora en sociología y profesora titular de la Universidad de Barcelona, ha tenido ocasión de publicar artículos en la prensa diaria sobre los sistemas de ejecución penal de la población reclusa femenina. En Alcalá-Meco, donde están las políticas catalanas, están presas 700 mujeres de las casi 4.500 del estado español. ‘Es difícil llegar allí, porque los autobuses no pasan con la frecuencia que deberían. Construído en 1978, es uno de los centros más antiguos y de instalaciones más precarias de todas las cárceles actuales de la Comunidad de Madrid, lo que a menudo se repite en el encarcelamiento femenino, que siempre se da o bien en las instituciones de reclusión peores y más viejas o bien en los módulos peores de las prisiones de hombres.” (Ara, 17-11-2017).

Diversas cuestiones de género deben afrontar las presas. Un trato penitenciario de marcado signo sexista, pues los hombres tienen siempre mejores opciones y talleres. Una disciplina y un control mucho más estrictos. Una medicalización desmesurada. Mayor incomprensión de las relaciones afectivas o amistosas entre las presas, y en Alcalá-Meco el mayor índice de abusos sexuales por parte de los funcionarios. Falta de profesionales de servicios sociales para atender a las mujeres con responsabilidades familiares. Como si los hombres no las tuvieran, estas responsabilidades, ni sufrieran por sus familias y su subsistencia cuando ellos están en prisión. Son las cuestiones específicas que apunta la profesora Almeda, que también recomienda a las presas que hagan durar sus materiales de higiene íntima, pues en Alcalá-Meco no se dejan entrar y en el economato son mucho más caros y no hay de marcas blancas. Y así es que a partir del encarcelamiento de estas políticas podemos saber algo de la vida dentro de las cárceles para tantas mujeres que no cuentan con tanto apoyo exterior como Carme Forcadell y Dolors Bassa ni menos aún con familias que las puedan proveer y ayudar.

La situación política es difícil, sin expectativas inmediatas, más allá de que se vuelvan a convocar elecciones dentro de un mes. Pero ya se hicieron en diciembre, con el 155 por delante, y los resultados volvieron a repetirse casi iguales en lo que respecta al voto independentista. Hechos que se reproducen en bucle, sin interlocutores, incluso entre los partidos y fuerzas políticas del mismo signo o similar. Mientras, emergen situaciones de debajo de la alfombra. No sólo sabemos algo más de cómo va el procés y cómo se está desquitando el estado, también podemos ver el cariz de otras instituciones. Las cárceles de mujeres, por ejemplo. O la prisión preventiva, que se está convirtiendo en una sentencia firme sin haber juicio todavía, lo que ya es tremendo, sino incluso aunque las acusaciones –rebelión, terrorismo—se sostengan mal. Reflexiones y quejas así se oían en las calles de Sant Antoni y el Raval este domingo. Las presas de Alcalá-Meco deben alucinar con sus ahora colegas políticas.

Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF.

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