“Nunca había visto tanta cola para votar”
Operarios municipales de limpieza de pintadas han tenido que borrar, ante la denuncia de algunos apoderados, consignas políticas escritas en los alrededores de varios colegios electorales
Madrugadores e impacientes se despertaron este jueves los catalanes. Apenas el reloj tocaba las 8.30 cuando las personas que aguardaban para votar a las puertas de algunos colegios electorales ya se contaban por decenas. “Hay mucha gente. Yo nunca había hecho tanta cola. Son unas elecciones complicadas, espero que la gente haga las cosas con cabeza”, apuntaba Rosario Peña, de 87 años, tras votar en el colegio Infant Jesus de Barcelona. A las nueve de la mañana abrían oficialmente los 2.680 colegios electorales dispuestos para estos comicios.
Por primera vez desde los años ochenta, la jornada electoral cae en un día laborable y las familias se las han tenido que ingeniar para poder conciliar, pues los colegios están cerrados porque el Ministerio de Educación decretó el 21 de diciembre “inhábil a efectos escolares”. Anna, por ejemplo, ha llegado a votar con cuatro niños de la mano. “No son todos hijos míos”, aclara. Como la jornada electoral es día no lectivo a nivel escolar, se han tenido que reorganizar en casa. “Nos vamos coordinando por ratos entre dos familias. Dos son mis hijos y otros dos son de otra familia”, explica.
Muchos padres han ido al colegio electoral con sus hijos. También algunos abuelos han votado con los nietos de la mano. "Siempre quedarán los abuelos", apunta, acompañada de sus dos nietos, una señora que prefiere no dar su nombre, en el colegio Infant Jesus de Barcelona. Marc también ha ido con sus dos hijos y se muestra más enfadado y tajante con la medida de celebrar las elecciones en día laborable y con los colegios cerrados: “He tenido que pedir el día libre en el trabajo y perderé un día de vacaciones porque no tenemos con quien dejarlos si no es pagando un canguro”, protesta. Adriana Sala, médico, también ha acudido a votar acompañada de sus dos hijos. Asegura que las elecciones en jueves complican un poco la conciliación: “Yo he tenido suerte porque trabajo de tarde pero es más complicado porque estábamos más acostumbrados a elecciones el domingo”.
En cualquier caso, coinciden los votantes, estas elecciones son “muy importantes” y las colas a las puertas de los puntos de votación dan cuenta de ello. En la escuela Ramon Llull, uno de los lugares donde se produjeron cargas policiales el pasado 1 de octubre, una anciana criticaba: "Aquello fue una crueldad y hoy tenemos que castigar aquellas cargas". Eugenia, sin embargo, cree que "no va a cambiar nada" tras las elecciones. “Todo va a seguir igual y tendremos que volver a votar. Han hundido Cataluña”, dice la anciana, natural de Sevilla, mientras espera en la cola para votar en la escuela Josep Maria Jujol. Lleva 52 años viviendo en Cataluña.
Los símbolos y consignas de cualquier color no se han dejado ver especialmente. Como mucho, además de los ya usuales lazos amarillos en las solapas de las chaquetas, símbolo de solidaridad con los exconsejeros encarcelados, algunos votantes vestían bufandas o gorros amarillos para evitar que el presidente de la mesa les conminara a sacar, por ejemplo, los lazos amarillos si los consideraban un símbolo político (la Junta Electoral Central prohibió los lazos amarillos a los miembros de la mesa, interventores y apoderados). De hecho, incluso el expresident Artur Mas, que llevaba el lazo amarillo, fue increpado por un ciudadano tras ejercer su derecho a voto en el colegio Infant Jesus de Barcelona: “Lleva un símbolo político y está prohibido. Es increíble que se lo tenga que decir yo. Y además ya se ha cargado la mitad del PIB de Cataluña”, protestaba Cristian Iglesias.
Quienes sí han tenido una mañana atareada han sido los operarios municipales de Barcelona por el medioambiente, encargados de la limpieza de pintadas en la ciudad. "Estamos totalmente desbordados", señalan los trabajadores. Se han pasado la mañana atendiendo llamadas de algunos apoderados que denunciaron pintadas en los alrededores de los colegios electorales —como la que han borrado en el Fort Pienc, que rezaba: "Libertad presos políticos"—, o carteles electorales colocados demasiado cerca de los puntos de votación.
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