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La calma reina en la república catalana ilegal

En la calles no se percibe un incremento de la seguridad tras la declaración ilegal de independencia y la intervención del Gobierno español

Ambiente en el mercado de La Boqueria, este sábado.
Ambiente en el mercado de La Boqueria, este sábado.Jaime Villanueva

La Generalitat ha proclamado la República. Ya no hay Rey. Tampoco un presidente español. Una parte del Parlament ha decidido que el catalán es solo catalán. Y que ya no hay que rendir cuentas a Rajoy. El Gobierno de España ha reaccionado con todo el peso de la ley y ha cesado al Govern en pleno. Los Mossos están intervenidos. El presidente, destituido de manera fulminante. Ni siquiera les quedan los escoltas a los consejeros. Muchas personas viven instaladas en el desasosiego del qué pasará mañana.

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Pero en la calle no hay rastro de eso. Este sábado solo hacía falta pasear hasta la plaza de Sant Jaume. Tres mossos custodiaban la puerta del majestuoso edificio. Arriba, en lo más alto, bajo el cielo azul de un otoño caluroso ondeaban la bandera catalana. A su lado, igual de reluciente, la española. La noche antes, unas 17.000 personas se manifestaban en la zona a favor de la república de Puigdemont. Pero cuando llegó la hora de irse, la gente se fue a su casa.

Los Mossos que han librado el fin de semana, han seguido disfrutándolo. Nadie les ha movilizado de repente ante un posible estallido en la calle. La cúpula del cuerpo se reunió en el complejo central de Egara, en Sabadell, para analizar el relevo ordenado por el Ministerio del Interior. Pero también eso se llevó a cabo con calma.

La cúpula se dirigió a los agentes a través de diversos comunicados internos que se fueron colgando en la intranet de la policía catalana. No hubo reuniones de urgencia de los mandos intermedios. Y aunque los agentes vivían con incertidumbre su futuro, la cúpula asumió la intervención de forma sosegada, y materializaron un relevo tranquilo del mayor Josep Lluís Trapero al comisario Ferran López.

En los edificios oficiales, no había más seguridad, ni más vallas. Aunque algunos organismos, como la Jefatura Superior de la Policía Nacional de Cataluña, en la Vía Laietana, o la Delegación de Gobierno, llevan semanas con una mayor protección. También se reforzó la capital catalana a mediados de septiembre con el desembarco de 6.000 agentes entre policías y guardias civiles. Muchos de ellos siguen en Barcelona, donde protegen algunas infraestructuras estratégicas, como el aeropuerto o el puerto.

En los comercios, sin embargo, viven la calma de la recién estrenada república ilegal solo como un paréntesis en unos días de intensa movilización en la calle. Yasir Rasheed resopla con fuerza cuando se le pregunta por las últimas semanas. "Buff. Se nota que viene menos gente que el año pasado en estas fechas", cuenta este paquistaní, que vive en Barcelona desde hace cinco años y que regenta un kiosko cerca de la céntrica plaza de Catalunya. Rodeado por decenas de imanes, camisetas, postales y periódicos. "Cuando hay manifestaciones, se cortan las calles y muchos no pueden llegar hasta aquí o no pasean por aquí", relata.

La asociación de ejes comerciales Barcelona Oberta detalló esta semana que los locales del centro de la capital han visto cómo ha caído su actividad entre un 20% y un 30% en el último mes. "Frenada absolutamente por todas estas convocatorias", explicó la organización, al perfilar un escenario que, según este colectivo, también ha afectado a la demanda interna: "Los vecinos, o bien tienen miedo, o están en las protestas".

La ciudad suma ya seis grandes movilizaciones. "Los días que hay manifestación o algún otro acto, sin importar si es separatista o unionista, son impredecibles", se arranca Daniella, que trabaja en una tienda de bolsos de la Carrer Consell de Cent. "La gente está en otra cosa", apostilla.

La delegación del Gobierno en Cataluña aseguró que la restauración, el comercio y el turismo han experimentado un descenso de los ingresos de hasta el 30% desde que se inició la crisis política. Aunque Retail.cat, la organización empresarial que agrupa a 32.000 comercios de la comunidad autónoma y representa a los principales ejes comerciales de Barcelona, matiza que "no se puede generalizar, es muy variable y depende de la zona y del sector". A eso se suma que muchos cruceros se han desviado. "Nosotros lo hemos notado al mediodía. Vendemos menos comidas", lamenta la camarera de un restaurante cercano, en la calle de Pau Claris.

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