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En busca del sonido de Madrid

Ocho bandas capitalinas cuentan su experiencia: coinciden en que vivir de la música es cada vez más utópico, y en la imposibilidad de definir un sonido concreto para esta efervescente ciudad

Miembros de varias bandas madrileñas: Anaut, Luis Brea y el Miedo Nudozurdo, Melange, Elyella, New Day, Las Odio, Trajano y Miss Cafeina.
Miembros de varias bandas madrileñas: Anaut, Luis Brea y el Miedo Nudozurdo, Melange, Elyella, New Day, Las Odio, Trajano y Miss Cafeina.Jaime Villanueva

Llegan a la cita por goteo. No le pidan puntualidad a un músico. No va en su ADN, y algunos, además, están en plena campaña de promoción. Pero llegan, que no es poco, a la sala Moby Dick Club, templo capitalino de la música en directo, por cuyo escenario han pasado algunos de los invitados. Representan una radiografía cercanamente fiel a la música que se hace hoy en Madrid: rock, pop, punk, soul, electrónica... Algunas de las bandas están con grandes multinacionales; otras, en plena emergencia. También las hay que han conocido el éxito sin necesidad de firmar grandes contratos. Y todas unisonan, en esta entrevista coral, cuando se les pide un adjetivo para la profesión de músico en el panorama capitalino: “Es jodido”.

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Para las bandas ser o vivir en Madrid no facilita las cosas, por mucho que aquí tengan su sede discográficas todopoderosas como Sony Music, Warner, o Subterfuge. “Estás cerca de la industria, por eso migran aquí tantos grupos para labrarse una carrera”, opina Luis Brea, cuyas letras, acompañadas de una banda de pop virtuoso, lo han convertido en el relator indiscutible de la noche madrileña. Presentará su último disco, Usted se encuentra aquí, el próximo 17 de noviembre en la sala Joy Eslava. Añade, Brea: “Ser de Madrid tiene sus contras: los locales de ensayo son caros y tienes que compartirlos. Y las salas de conciertos tiene que afrontar demasiadas licencias y gastos”.

En este punto de la conversación, se arma un intenso debate. “Algunas condiciones para tocar en salas son leoninas”, denuncia Ricky Lavado, batería de Nudozurdo, banda arraigada en el panorama nacional desde hace años, con una música nada fácil: su pop tira de desarrollos instrumentales tan bellos como enrevesados, lo mismo que sus letras. “Muchas bandas tienen que pagar la sala, y dejar su rentabilidad al albur de lo que reciba por entradas o consumiciones”, sigue Lavado, y concluye: “No solo no cobran por actuar, sino que pagan por ello”.

Unión sindical músical

Alicia Holgado (camiseta roja), Ágata Ahora (de blanco), Sonsoles Rodríguez (gris) y Paula Jiménez (rayas) integrantes del grupo Las Odio.
Alicia Holgado (camiseta roja), Ágata Ahora (de blanco), Sonsoles Rodríguez (gris) y Paula Jiménez (rayas) integrantes del grupo Las Odio.Carlos Rosillo
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Este veterano baterista, que también toca en Mi Capitán y Egon Soda, es uno de los impulsores de la Unión Sindical de Músicos. “Estamos reuniéndonos con administraciones, y ya hemos elaborado un manual de buenas prácticas de contratación”, explica Lavado. Álvaro Naive, teclista de Trajano! —una banda deudora del post punk británico y en plena efervescencia—, opina: “Hay que quitarle rigidez al circuito de conciertos en Madrid, y tantos impedimentos. Muchos grupos increíbles no se conocen por esto”.

Sergio Ceballos es guitarrista de Melange, que presenta su segundo disco en otoño. La banda lleva apenas un año activa y, de puro virtuosa en el manejo de la psicodelia y unos directos apabullantes, ya ha girado por toda España. “En los años ochenta, los dueños de salas arriesgaban, traían a bandas de fuera, y de aquí. Ejercían un mecenazgo musical, sin importarles la rentabilidad inmediata. Hoy han perdido ese papel”, opina Ceballso.

María Eguizábal, riojana, lleva “toda una vida” viviendo en Madrid, y es la mitad de Elyella, dúo de DJs de pop electrónico que suele figurar en la parte más crápula y bailonga del cartel de casi cualquier festival de nuestra geografía. Acaba de fundar Vanana Records en la capital junto a otros dos artistas de su cuerda. “Por músicos y para músicos”, recalca. De aquí ha surgido su primer tema propio, Magic: “Las experiencias que nos rodean, con discográficas, no suelen ser buenas. Preferimos la autogestión, te da más libertad creativa”. Por su parte, el cantante de Miss Caffeina, Alberto Jiménez, disiente: “El último disco lo grabamos con Warner y nos dieron tanta libertad que sus ejecutivos ni sabían cómo sonaba hasta que lo tuvimos acabado”. Su pop, en el filo de lo comercial y lo arriesgado, la ha convertido en una de las bandas con más repercusión en nuestro país.

La guitarrista Amparo Llanos ha estado en las dos trincheras: conoció el éxito masivo con Dover y ahora emprende un proyecto más personal, New Day, una banda de tintes folk. “Prefiero la autoedición. En una multinacional cedes ante demasiadas cosas”, cuenta. El baterista Javier Skunk, de Anaut —grupo madrileño que llena salas y festivales con un música tan a priori poco masiva en estas latitudes como el soul—, secunda: “Nos autoproducimos y nos va muy bien. Las multinacionales deberían replantearse su papel”.

Las Odio son una banda madrileña de punk que en menos de un año y un disco han conseguido auparse a festivales de gran formato, como el FIB o el Low. Su vocalista, Paula Jiménez, cree que hace falta “más asociacionismo y menos quejarse”. Sus cuatro componentes son feministas declaradas y lo promulgan en su música: “En el rock hay machismo, el público tiende más a piropear a las componentes de una banda que a su música”. Eguizábal apoya esta afirmación: “Aunque somos dos, los técnicos tras el escenario suelen tratarme como ‘la novia del DJ”. Llanos añade: “Con Dover, muchos nos decían, sorprendidos: ‘Tocáis como una banda de rock de verdad”. El resto de los músicos congregados, varones, coincide: “El talento musical no depende del sexo. Pero el machismo es un hecho. En esta industria, hoy, hay muchos más tíos que tías”.

Al final de la conversación, se les plantea darle un sonido actual a la escena madrileña, igual que hubo un Donosti sound (con el pop de La Buena Vida o Le Mans) o un Xixón sound, que etiquetó el inicio del movimiento indie en los noventa. “Es imposible”, opina Lavado. “Madrid es un caleidoscopio enorme, sobre todo en el subsuelo. Hay propuestas increíbles de rap, punk, hip hop, electrónica... Aunque las cosas no estén fáciles aquí, esta ciudad sigue siendo un ecléctico hervidero indefinible”.

Aquí les puedes escuchar

Anaut graba nuevo disco, que saldrá en 2018.

Elyella acaban de grabar su primer tema propio, Magic, con su sello discográfico Vanana Records.

Miss Caffeina sigue girando con su último disco Detroit 2.0.

Las Odio empiezan a componer su segundo disco. No paran de tocar en festivales y salas.

Trajano! gira con su disco Antropología: dreampop y postpunk bien batidos.

Nudozurdo acaba de lanzar Voyeur Amateur. Tienen algunos temas instrumentales que, "tal vez, acaben en disco".

Luis Brea presenta el 17 de noviembre en la sala Joy Eslava Usted se encuentra aquí.

Amparo Llanos, exguitarrista y compositora de Dover, con su nueva banda

New Day y sigue llevando su disco más personal y folk, Sunrise, por los escenarios.

Melangeson capaces de fusionar psicodelia con estilos inesperados y están inmersos en la producción deViento bravo, que sale en otoño.

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