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Uno de cada tres vecinos de Barcelona no dejará el coche pese a la contaminación

El 70% tiene vehículo privado y cree que lo mantendrá en una década, según una encuesta sobre movilidad

Clara Blanchar
Atasco en la Gran Via de Barcelona.
Atasco en la Gran Via de Barcelona. Carles Ribas

Se habla de movilidad compartida, de restringir la circulación de vehículos para reducir la contaminación, de cómo sube el uso de la bici...  Cualquiera que tenga la oreja puesta en la actualidad puede pensar que cada vez hay más conciencia ambiental y que en los próximos años habrá cambios importantes en la movilidad. Pero cuando se pregunta en una encuesta, las respuestas demuestran que no hay avance, porque no se percibe una caída en la intención de tener y usar el coche.

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El 70% de los ciudadanos de Barcelona y su área afirma que tiene coche y que seguirá teniéndolo dentro de una década. El 55% dice que hay que construir más accesos viarios y aparcamientos en la ciudad. Y hay un porcentaje del 31% que no tiene ninguna intención de dejar de utilizarlo para sus desplazamientos. Son los Car Lovers: una categoría que agrupa a quienes utilizan el coche a diario; no les gusta el transporte público; valoran poco la sostenibilidad a la hora de elegir cómo se mueven; rechazan que la administración limite el uso del coche privado y creen que no es necesario hacerlo; no tienen intención de cambiar la manera en qué se mueven y no les gustan las alternativas que ofrecen los nuevos servicios de movilidad.

Todo lo anterior son datos de la encuesta Los ciudadanos y la movilidad en Barcelona, realizado por la Fundación Creafutur (Esade y la Generalitat) y financiado por organismos con intereses tan dispares como el Ayuntamiento de Barcelona, el Área Metropolitana, el RACC, Clear Chanel, Repsol, Abertis, Seat, Saba o Ferrocarrils de la Generalitat. Precisamente por la falta de consenso entre ellos, el estudio presenta datos pero no sugiere qué medidas tomar.

43 autobuses más

Vidal y Font anunciaron que Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) incorporará entre este año y 2018 un total 43 nuevos autobuses que se sumarán a los 1.060 que circulan y que supondrán contratar, en plantilla, a 150 personas. El refuerzo tendrá un coste de nueve millones hasta 2018 y 11,3 anuales a partir de 2019. Una financiación que aportará el contrato programa entre TMB y la Autoridad Metropolitana del Transporte.

Por otra parte, en el conflicto por el convenio del metro, la mediación de la Generalitat llamó ayer a los seis sindicatos por separado con el objetivo de que presenten una contrapropuesta al documento que TMB aceptó la semana pasada.

El informe, presentado este miércoles en la sede del RACC, analiza la movilidad obligada, la de los días laborables en Barcelona y su área metropolitana. Para hacerlo se han realizado 3.000 entrevistas. Los datos de partida, los actuales y ya sabidos: más de la mitad de los desplazamientos dentro de Barcelona se hacen a pie o en bici (56%), seguido de los trayectos en transporte público (30%). El coche representa solo el 14%, que aumenta al 24% en los desplazamientos entre la periferia y la ciudad.

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La encuesta también muestra como los coches privados están sobre dimensionados: el 56% de los entrevistados declara que no lo utiliza habitualmente, solo de forma esporádica, lo que los autores interpretan como que hay posibilidades de un cambio de actitud. Pero ojo, porque la contaminación no está presente a la hora de pensar en hacer un cambio modal.

Respecto al interés por nuevos sistemas de movilidad, los que más atractivos resultan para los encuestados son el car sharing one way, que significa que el coche se pueda devolver en destino. Y el carpooling, los sistemas para compartir asientos de coche, cuyo uso tiene éxito en largos desplazamientos pero todavía no dentro de la ciudad.

En un debate posterior a la presentación, la concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona, Mercedes Vidal, ha subrayado que sigue ganando el uso del transporte público pero ha admitido que, pese a que nunca había habido tanta conciencia ambiental, las reticencias a dejar de utilizar el coche existen. La personifican el 31% de ciudadanos que, según esta encuesta, no están dispuestos a hacer el cambio modal: “los irreductibles del coche”, les ha calificado Vidal.

Más pesimista ha sido el presidente del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Antoni Poveda, que ha calificado los resultados de la encuesta de “muy preocupantes pensando en el futuro”. Y ha lamentado que “muestran que dentro de diez años estaríamos peor, no hemos trabajado lo suficiente”.

En su turno, el secretario de Infraestructuras y Movilidad de la Generalitat, Ricard Font, ha considerado que la clave del cambio es que los ciudadanos vean que ganan “en comodidad y tiempo, y se den cuenta de que cuando conducen, pierden el tiempo”. Por ello ha apostado por mejorar la información sobre las ventajas del transporte público y para que las administraciones “sientan que tienen la obligación de prestar un buen servicio y perciban al usuario como un cliente”.

“Si tengo que ir en tren no puedo llevar tacones”

Elisa Miralles (63) coge el coche para moverse por la ciudad. Ahora vive en Sant Cugat, pero cuando era más joven vivía en Barcelona y también usaba el transporte privado. Admite que ir siempre en coche puede resultar incívico pero se considera “comodona” y no soporta las esperas. “Solo voy en metro cuando estoy en Londres o Nueva York”, añade. Vive a diez minutos de la estación y su calle no está bien asfaltada: “Si voy en tren no puedo llevar tacones”, sentencia.

“Si voy en metro pierdo cuatro horas”

Mireia Vilalta, de 42 años, vive en Les Corts y trabaja de maestra en la otra punta de la ciudad. Nació en Martorell y cuando estudiaba cogía el tren cada día. Ahora considera que hay menos flexibilidad horaria y que el precio del transporte público es desmesurado. "Para mi significa perder cuatro horas cruzar la ciudad y no llegaría nunca a recoger a mis hijas", afirma. También admite que se siente desafortunada de no poder ir en metro.

“El vehículo privado es más barato y cómodo”

“Me compraría un coche eléctrico antes que utilizar transporte público”, asegura Raúl Mas. Este joven va todos los días en su vehículo privado a trabajar a pesar de contar con una combinación alternativa a su alcance. “No solo es más barato, también es más rápido y cómodo”, comenta. A Raúl le preocupa la contaminación sin embargo cree que si la situación fuese tan grave se tomarían “medidas y se aplicarían normativas más restrictivas”.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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