Los señores de Cardona reposan en Berlín
Un museo alemán y otro americano conservan parte de un sepulcro gótico catalán del siglo XIV desconocido hasta ahora
Los retablos no son las únicas obras medievales que se trocean para conseguir mayor valor cuando pasan al mercado del arte. También los monumentos funerarios de piedra se han vendido a trozos invocando procedencias inciertas con tal de conseguir mayor precio. Es lo que le ocurrió a un sepulcro monumental del siglo XIV originario de la pequeña localidad de Torà de Riubregós, en la comarca leridana de la Segarra, que ha acabado emigrando a lugares tan dispares como el Bode Museum de Berlín (Alemania) y el Walters Art Museum de Baltimore (Estados Unidos), tal y como ha reconstruido Francesca Español, profesora de Arte Medieval de la Universitat de Barcelona.
El trabajo ha sido largo. A finales de los años ochenta la investigadora identificó un relieve gótico que se exhibía en el museo americano tras ser adquirido como francés en 1909, con el frontal de altar que algún desconocido había fotografiado en 1900 en la iglesia de Sant Gil de Torà. “El museo de Baltimore afirmaba que la pieza provenía del departamento de Gers, en la Francia meridional; una estrategia para incrementar el precio de la pieza, ya que una realización medieval siempre resultaba más atractiva si es de origen francés”, explica la experta. La actitud e iconografía de las figuras, un obispo en la parte central rodeado de hombres y mujeres en actitud de lamento y oración, llevó a Español a considerar que aquella pieza, que además medía 166 centímetros de largo por 60 de ancho, pertenecía a un sepulcro “de una innegable originalidad temática” del que no había sobrevivido ningún elemento más. Y así lo publicó; explicando que el monumento gótico, solo podía haber pertenecido “a los miembros de una rama secundaria de la familia Cardona, señores de Torà de Riubregós en la baja Edad Media”.
Ahora, Español cierra la reconstrucción virtual de este monumento perdido tras localizar un elemento fundamental del mismo en el Bode Museum de Berlín: Las dos figuras yacentes de Ramon de Cardona y Margarida de Bellera, en el que las esculturas, perfectamente conservadas, aparecen identificadas como de origen español, sin más. La pista hasta estas piezas se la dio una fotografía que conserva el Museo del Louvre. “El departamento de escultura del museo de París conserva las fotografías de todas las piezas ofrecidas en compra, también las desechadas. En una de ellas aparecía la figura de un caballero armado y con la inscripción en el reverso: ‘Duc de Cardona”, explica.
La fotografía le permitió identificar la imagen del hombre con la pieza del museo alemán y su pareja yacentes y reconstruir su periplo desde Torà. “Después de ofrecerse al Louvre, las figuras fueron adquiridas por el filántropo alemán James Simon que en 1921 las donó a los Museos de Berlín, donde siguen”. Y desde ahora con nueva identidad.
El caballero viste cota de malla con perpunte superior, grebas y espuelas. Va armado con espadas corta y larga. A sus pies descansa un león. La dama, como el caballero, tiene los ojos semiabiertos y los brazos cruzados sobre el pecho. Ella viste túnica y otra pieza más fina que le cubre de la cabeza a la cintura. A sus pies un perro faldero. “Las dos figuras llevan diademas de flores que los relaciona con el linaje vizcondal”, prosigue Español. Las fuentes corroboran su identidad. En un documento de Torà se menciona un sepulcro con una tapa “en la que se reproducen las estatuas yacentes de los señores de Cardona de Torà, vestidos y coronados”.
¿Y quiénes son los protagonistas de esta historia? “El importante fue Ramon de Cardona, ya que pertenecía a esta famosa familia, pero sabemos que Margarida de Bellera, tras fallecer su marido, se fue a vivir a Barcelona donde realizó una gran labor como promotora de arte”, explica Español: donó 20.000 sueldos para ayudar a realizar la custodia de la catedral de Barcelona y en 1371 encargó a Pere Moragues, el mejor escultor del momento, un mausoleo para enterrarse en Santa Caterina. “Por lo que al final, Margarida se enterró en Barcelona, lejos de su marido y el sepulcro de Torà sirvió, tan solo, para recordarla”.
Siguiendo el periplo de un sepulcro medieval desconocido, descubierto en una colección extranjera, es el título de la conferencia que Español pronunciará este lunes en el IEC en el que dará a conocer todos los detalles de su descubrimiento.
Ojo para cazar patrimonio perdido
Francesca Español, como muchos de los investigadores que se dedican a la Historia del Arte, tiene buen ojo para cazar patrimonio camuflado y perdido. En 1997 identificó en un catálogo de Sotheby's dos esculturas de la arqueta de Banyoles que había robado Erik el Belga 17 años antes, pese a que se subastaban como flamencas. Lo denunció a la policía y la subasta se paró. Desde ese momento, ella y su marido, Joaquín Yarza, el gran historiador del arte medieval fallecido en marzo, asesoraron al obispado de Girona en la recuperación de 19 —más las dos que se iban a subastar— de las 28 piezas robadas. Ellos eran los que validaban que las esculturas recuperadas eran las auténticas de esta joya de la orfebrería gótica catalana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.