Un millonario proyecto de repoblación de Aena en Torremocha fracasa en más de un 90%
Un informe de los agentes forestales alertó del grave riesgo de plantar en una primavera muy seca
En los campos de la imagen que acompaña a estas líneas debería haber jóvenes pinos y encinas, tal vez alguna higuera, pero difícilmente encontrarán alguno a pesar de que Aena repobló la zona entre 2009 y 2012 dentro de las medidas de compensación ambiental tras la ampliación del aeropuerto de Barajas. Un informe de los agentes forestales de la Comunidad de Madrid, que ya advirtieron que se estaba plantando en condiciones climatológicas adversas, calculó que más del 90% de los ejemplares ya estaban muertos en 2013. Aena gastó 2,3 millones de euros en la repoblación, según Ecologistas en Acción, y más de cuatro millones en comprar las fincas.
Aena, la empresa dependiente del Ministerio de Fomento que gestiona los aeropuertos españoles, no ha querido ofrecer detalles sobre el coste del proyecto de repoblación —que Ecologistas en Acción cifra en 2,3 millones de euros— en el entorno de Torremocha de Jarama, un pequeño pueblo de 500 habitantes a 62 kilómetros al norte de la capital. Una portavoz de Aena responde por correo electrónico sobre los resultados, en general, de todas las repoblaciones hechas para compensar la ampliación de Barajas, con la construcción de la Terminal 4, una obra que requirió, entre otras cosas, desviar el cauce del río Jarama; la de Torremocha supone 300 hectáreas de las 800 intervenidas en la Comunidad de Madrid. Se ha “compensado suficientemente el impacto ambiental causado”, y así lo ha certificado el Ministerio de Medio Ambiente y la Comisión Europea, asegura. Eso sí, admite que “el grado de éxito ha variado de unos proyectos a otros”.
En los terrenos de Torremocha, ese éxito sería escaso o nulo, según el informe de los agentes forestales al que ha tenido acceso este diario. En un paseo por la zona se puede comprobar que la inmensa mayoría de los agujeros hechos hace años por las máquinas para plantar varios miles de ejemplares de especies autóctonas están hoy vacíos. Solo queda algún testarudo pino que se ha empeñado en sobrevivir. Cumplir los objetivos en este tipo de trabajos de restauración natural, añade Aena, "depende de múltiples factores que no son controlables, como la climatología”.
Pero en este caso, algunos sí previeron el fracaso con antelación. Los agentes forestales redactaron un informe en marzo de 2012, durante las labores de repoblación, en el que advertían de que, a pesar de los costosos esfuerzos —unas plantas de gran calidad o el uso de máquinas pesadas—, el hecho de plantar durante una primavera especialmente seca y cálida como aquella ponía en grave peligro todo el proyecto. Como seguimiento a aquel informe, redactado tras las quejas de vecinos de Torremocha y del municipio colindante de Torrelaguna, hicieron el de 2013 para ver los resultados. Para ello, peinaron las distintas zonas repobladas, haciendo muestreos hasta llegar a la conclusión de que, de media, se habían perdido el 95% de las plantas.
Organizaciones como Ecologistas en Acción o Arba también se quejaron en su día. Aseguraban que las especies no estaban bien elegidas y que el uso de maquinaria pesada destrozaba parte de la vegetación preexistente. Además, al arar la roca, dejaban regueros yermos de piedras diseminadas que todavía adornan muchos puntos de los campos intervenidos.
“Las repoblaciones de Aena en Torremocha son el paradigma del despilfarro de fondos públicos en una actuación innecesaria, con gran impacto ambiental y en la que todas las administraciones han hecho dejación de funciones a pesar de las denuncias”, critica María Ángeles Nieto, de Ecologistas en Acción. Nieto consiguió después de muchos esfuerzos que Aena le permitiese ver el proyecto, en el que, asegura, constaba ese presupuesto de 2,3 millones.
La empresa pública Aena señala en su contestación escrita a este periódico que "los proyectos de restauración efectuados han contado con la conformidad de la Comunidad de Madrid". Sin embargo, preguntada la Consejería madrileña de Medio Ambiente sobre el coste, los detalles y los resultados de esta repoblación de Torremocha, remiten al Ministerio de Medio Ambiente.
En diciembre de 2014, cuando un diputado socialista llevó el tema a la Asamblea de Madrid, el entonces director general de Medio Ambiente, Ricardo Riquelme, vino a admitir que se habían producido más "marras" (las plantas muertas) de las que se calculaban, "quizá por una mala elección de las especies o quizá por las condiciones climatológicas que se dieron en esos años". Pero Aena, continuó Riquelme, seguía trabajando en la zona, por lo todavía no era "el momento de tomar decisiones". A juzgar por la contestación que ofrece la Consejería de Medio Ambiente más de un año después, ahora tampoco lo es: "El compromiso en su día fue que cuando se terminaran las actuaciones incluidas en la declaración de impacto medioambiental se vería qué se hacía con esos terrenos".
Aena, por su parte, asegura que se hicieron labores de mantenimiento “por un periodo de dos años tras la plantación”, es decir, en 2013 y 2014. Sin embargo, Ecologistas en Acción dice que no es cierto, que no hubo ni mantenimiento ni riego de ningún tipo. En todo caso, si se llevaron a cabo, tampoco tuvieron éxito, pues hoy solo se puede ver, entre los surcos de los intentos de repoblación, la misma vegetación dispersa que crece sola —romero, un tipo de arbusto llamado aulaga— y que adorna igualmente los campos de alrededor donde Aena no gastó varios millones de euros.
Incendios de hace tres lustros
Una parte de la zona de monte elegida por Aena en Torremocha de Jarama para plantar especies autóctonas como Pinus halepensis (pino), Quercus ilex ballota (encina), Ficus carica (higuera) o Pistacea terebintus (cornicabra) había sufrido varios numerosos incendios, el último, en 2002. La idea, de ese modo, era regenerar una zona degradada. Sin embargo, mientras la inmensa mayoría de ejemplares plantados entre 2009 y 2012 ya no están, aún se pueden ver los esqueletos de árboles quemados en los incendios.
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