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La Vía Láctea solo es visible a 85 kilómetros de Madrid

La Complutense de Madrid han elaborado un mapa de la contaminación lumínica de la región madrileña.

Esther Sánchez
Mapa donde se aprecia la contaminación lumínica de la región
Mapa donde se aprecia la contaminación lumínica de la región/A. SÁNCHEZ DE MIGUEL / J. ZAMORA/ NASA / ESA

Investigadores de Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid han elaborado un mapa de la contaminación lumínica de la región madrileña. Han recorrido 6.300 kilómetros en cinco años y han tomado 30.000 datos con la ayuda de astrónomos aficionados. De los 6.000 astros que se deberían ver en la ciudad, solo se pueden contemplar 40. El resto está oculto por la luz que irradia la capital. La iluminación madrileña se llega a detectar a 85 kilómetros de altitud y es visible a más de 275 kilómetros de distancia.

Se requiere paciencia y, a ser posible, la ayuda de una aplicación de móvil para descubrir el brillo de alguna estrella desde el centro de Madrid. La gran bola de luz que envuelve a la ciudad forma un escudo que impide contemplar los 7.000 astros, que están ahí pero en modo invisible. Alejándose un poco, por ejemplo desde la Ciudad Universitaria, es posible contemplar unas 40 estrellas —las más luminosas— como Vega, Altair o algunas de la Osa Mayor.

A 85 kilómetros, la situación mejora y aparece la Vía Láctea, pero el halo de luz de la región todavía es visible en ese punto y se llega a detectar a más de 275 kilómetros de distancia. En Berlín se puede disfrutar del magnífico espectáculo alejándose menos, unos 30 kilómetros.

Hay un escudo que impide contemplar los 7.000 astros

Con el objetivo de disipar en lo posible esta oscuridad creciente, investigadores de Astrofísica y Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han elaborado un mapa completo de brillo del cielo nocturno de la Comunidad de Madrid. El estudio, enmarcado dentro del proyecto Cities at Night, perseguía la identificación de los principales focos de contaminación lumínica y su evolución. Los resultados han mostrado que la emisión de luz artificial ha experimentado un crecimiento del 50% entre el 2000 y el 2012, y permitirán la creación de mapas más fiables de contaminación lumínica. Posibilitarán, a su vez, un estudio más preciso de su impacto ambiental.

El largo camino —han recorrido 6.300 kilómetros y cubierto el 63% de la región— empezó en 2007, con la toma de datos ofrecidos por los satélites. En abril de 2010 se lanzaron al trabajo de campo, para lo que contaron con la ayuda de aficionados a la astronomía. Durante varios años registraron el brillo del cielo nocturno con cámaras y fotómetros situados en el Observatorio Astronómico de la Universidad Complutense de Madrid en Ciudad Universitaria y en otras estaciones de monitorización. “También colocamos los instrumentos en el techo de un coche con GPS y recorrimos las carreteras”, concreta Alejandro Sánchez de Miguel, responsable del proyecto junto a Jaime Zamorano y Jesús Gallego.

Los investigadores han recorrido 6.300 kilómetros y cubierto el 63% de la región

Así obtuvieron 30.000 mediciones válidas. “También hay algunos agujeros como El Pardo donde no se puede acceder, pero relacionamos las imágenes de satélite con las cifras obtenidas sobre el terreno”, relata. El mapa es el resultado de la combinación de los datos fotométricos tomados en tierra y de las medidas realizadas con las imágenes tomadas por los astronautas desde la Estación Espacial Internacional (ISS).

Hacia arriba, el halo luminoso alcanza aproximadamente los 85 kilómetros. Pero su recorrido es mucho mayor. Los investigadores tienen constancia de medidas desde el observatorio de Cantabria y desde el de Javalambre (Teruel).

El problema afecta a otras ciudades, pero Madrid se encuentra entre las peor iluminadas. Sánchez de Miguel muestra fotografías de seis capitales europeas (Madrid, París, Berlín, Londres, Varsovia y Amsterdam), tomadas desde la ISS durante la noche. Madrid es la que más brilla.

El científico asegura que faltan estudios rigurosos que determinen cómo resolver el problema de la contaminación lumínica en la región. Según sus estimaciones, el gasto en alumbrado público en España (sin mantenimiento) es del orden de los 950 millones de euros anuales. En Alemania, el desembolso es de 700 millones y con casi el doble de población. Otro escollo es la dificultad de encontrar datos oficiales.

En este momento, el Ayuntamiento de Madrid está sustituyendo 225.000 puntos de luz antiguos por otros de última tecnología. El ahorro previsto es de 115 millones. Sánchez de Miguel advierte de que el exceso de luz no afecta solo a la contemplación del cielo y al gasto energético, sino a especies como el búho real o las luciérnagas o a la calidad del aire. “Decir que se va a rebajar la contaminación lumínica sin un trabajo científico detrás es muy arriesgado. A mí me ha costado cinco años solo medirla”, concluye.

 

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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