Los interruptores
Los votantes de Ciudadanos en Cataluña los han valorado por lo que no son: ni socialistas ni peperos. Pero, ¿qué son?
Coincidí con Arcadi Espada y Xavier Pericay en el último Diari de Barcelona, llamado también el Brusi entre la profesión. El grupo Zeta y la Once habían tejido una alianza con matices sociatas para relanzar en catalán la cabecera del rotativo hoy extinto, nacido en 1792. En él había escrito el poeta Joan Maragall, abuelo de Pasqual. Corrían los años 80 finales, inicio de la era Berlusconi, que entonces creaba con alarde la TV privada, para derrotar a la pública, a partir de sus exorbitantes negocios del ladrillo. Un visionario, vaya, que llegaría después a lo que llegó en Italia desde el mundo directo del dinero especulativo, sin pedigrí político de ninguna clase. El panorama mediático europeo cambió entonces de raíz, casi en paralelo a la aparición de Internet que lo socavaría más. De alguna manera, me doy cuenta ahora, tuve la ocasión de asistir en la redacción del agonizante Brusi al embrión de Ciudadanos. Al ritmo de lo mediático.
Si me leen fuera de Cataluña tal vez no hayan oído hablar del catalán light. Ha triunfado y parece ineludible: es ahora el registro dominante de cómo se escribe y se habla en lengua catalana, en los medios y en las industrias editorial y audiovisual. Breve: los proto-Ciudadanos empezaron por ahí, propugnando una pasada de cepillo por la lengua catalana sin temor a hacerla roma. Fueron visionarios: el bilingüismo iba en esa dirección, el catanyol, que es algo más intensamente decisivo para la cultura contemporánea en lengua catalana de lo que es y pueda ser el castellano de Marsé para la cultura española, a la que le cuesta apreciarlo e incluso rechaza.
Empezaron a aparecer en los papeles junto a intelectuales y catedráticos. Siendo la noticia un manifiesto, o dos, o tres, sobre el tema estrella catalán tras la dictadura, el idioma: cómo utilizar la lengua cual arma política arrojadiza y sin templar. Siendo españoles superlativos. Otro tema estrella directo a la yugular: lo español. Les acompañaba el jurista Francesc de Carreras, con quien me honra compartir espacio en este periódico, mi profesor en la Autónoma. Carreras nos había pasado en clase la película Cromwell (1970), nos hacía ver cómo se había gestado lo que desconocíamos, democracia y parlamento. Ahora, el profesor creía necesario cuestionar el sistema lingüístico catalán y sus nuevos alumnos expelían aldabonazos identitarios. Bueno, estas cosas suceden y a mi profesor le puedes leer siempre. Advierto mientras escribo que no participa en tertulias, lo que para mi es mérito.
¿Quién es Albert Rivera? ¿De dónde salió? Más allá de saber que de trabajar en la Caixa pasó a la política, poco más se conoce de su persona
En fin, que he asistido al nacimiento y desarrollo de Ciudadanos: les conocía, discutía con ellos, sabía de dónde provenían. A algunos de sus escudos intelectuales, Savater uno, les leía, les había hecho entrevistas periodísticas. Celebraba, entonces como ahora, y se lo decía, cada novela de Lluís M. Todó (acaba de publicar otra, que Club Editor edita también en español, L'últim mono / El último mono).
Hasta que apareció Rivera. ¿Quién es? ¿De dónde salió? Más allá de saber que de trabajar en la Caixa pasó a la política, poco más se conoce de su persona. Los escudos intelectuales de su partido, creciente, se han ido diversificando y algunos van saliendo por el foro. Ahora es el turno de otro profesor, Luis Garicano, no jurista sino economista. Rivera se hizo un rápido hueco en el panorama mediático catalán. Repitiendo en cada emisora de radio y de televisión que le tenían marginado porque nunca salía en ellas... Interrumpiendo una y otra vez cualquier diálogo para hablar sólo de lengua y de unidad española. Es un interruptor fenomenal. De su escuela, no hay más que oírla (es difícil escuchar y atender a un interruptor), es Inés Arrimadas. Interrumpir, interrumpir, interrumpir.
Y no por necesidad discursiva del debate ni como diálogo, que eso lo hacemos tantos para introducir o rebatir argumentos, sino de forma literal, simplemente interrumpiendo, apagando y excitando la luz, venga a cuento o no. Tampoco sé más de Arrimadas de lo que se ve: parece hermana de Rivera, su parecido físico es meridiano, podrían ser gemelos. Dicen que tiene novio independentista.
Por lo que no son, ni sociatas ni peperos, 700.000 personas en Cataluña les han votado. Pero, ¿qué son? Pues algo serán. Error grave me parece que en los análisis postelectorales del momento tantos comentaristas afirmen que lo de Ciudadanos sólo tiene que ver con las generales de diciembre. Sus votantes catalanes no son hologramas, por más que C's lo haya sido en esta campaña y así le haya ido berlusconianamente bien.
Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF
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