Más de 20.000 personas reivindican que sus nietos puedan vivir en gallego
Núñez Feijóo responde que el idioma es “útil” desde la Festa do Cocido de Lalín
“Mañana todos los periódicos van a titular así”, voceaba uno de los animadores desde el escenario: “¡La lengua gallega saca músculo!”. Había razones, ayer, para la euforia, contemplando el lleno total de la Quintana, en Santiago, punto final de la manifestación por el idioma que convocó a más de 20.000 asistentes —según fuentes policiales— y 25.000, según los cálculos de la organización. Desde que gobierna la Xunta el PP, con Núñez Feijóo a la cabeza, las protestas contra la política lingüística se van superando. Los desalentadores resultados de la estadística oficial que salieron recientemente a la luz (casi un 23% de los menores de 14 años no saben expresarse en gallego) ayudaron a que esta enésima marcha batiese un nuevo récord. Las mismas fuentes de la policía aseguran que en el propio recuento oficial había disparidad de criterios y que algunos de los encargados de hacer los cálculos coincidían (hecho insólito) con la cifra que ofrecía la organización.
A la manifestación ciudadana, convocada por Queremos Galego, además de diversos colectivos ciudadanos asistieron los grupos de la oposición. Francisco Caamaño, diputado del PSdeG y exministro, advirtió de que el “gallego muere” si no se “hace algo”. La última encuesta sobre la salud del idioma “es un SOS muy serio, que no lo hace un partido o la Academia, sino los servicios estadísticos de la Xunta”, abundó. “No sé cuántos pueblos tienen un gobierno que legisla contra las coordenadas que le dan razón de ser”, protestó Martiño Noriega, portavoz nacional de Anova. Y el del BNG, Xavier Vence, defendió que “reivindicar la lengua propia no es politizar”. Mientras, Feijóo respondía desde la Festa do Cocido de Lalín. Dijo que su gobierno está “preocupado” y “ocupado” en ver cómo “disminuir” la “caída” libre del gallego. Echó balones fuera asegurando que el problema radica en la calle, no en las aulas, y animó a emplear el idioma con el argumento de que es “útil” porque “conecta” a Galicia con los “250 millones de hablantes lusófonos”.
“Es una marcha exquisitamente pacífica”, comentaba un agente con una sonrisa, “no puede ser de otra manera en gente que quiere al gallego”. El tono era de fiesta, con Isabel Risco como (ya tradicional) maestra de ceremonias, tambores, gaitas, un rap y la elaboración a cargo de Mofa e Befa de una receta, “lengua gallega estofada” al estilo San Caetano. Varios camareros repartieron luego el resultado: gominolas cargadas de artificio frente a la lengua nacida del pueblo que había entrado en la olla.
Media docena de niños leyeron el manifiesto al final de una marcha que llegó a ocupar dos kilómetros por rúas de Compostela y que desbordó a Quintana. “La Xunta demuestra un total abandono y desprecio por nuestra lengua”, dijo una pequeña. “El último lustro fue el más agresivo y lesivo para la normalización”, siguió otra. “No es posible vivir en gallego”, añadió un chico, “urge poner los medios y remedios para parar este desastre”. “Por los hijos de nuestros hijos”, concluyó la última cría, “queremos gallego”.
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