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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

CiU, ERC y los actos de fe

Hay cosas que existen porque los gobernantes lo dicen. Lo que en otras partes sería demagogia aquí es una virtud teologal

Francesc Valls

Se han puesto manos a la obra. Apenas 24 horas después de que Artur Mas, Oriol Junqueras y las entidades soberanistas decidieran renovar votos, convocar elecciones y localizar en el mapa dónde está Ítaca, los presupuestos de la Generalitat están cambiando. Prioridad: los más débiles y las estructuras de Estado, al parecer por este orden. ¿Va a resultar que ahora hay dinero para reforzar las partidas sociales? ¿Es que se podía hacer otra redistribución que la óptima realizada por el Gobierno de CiU desde 2010? ¿No se va a cumplir el objetivo de déficit, porque en el camino a Ítaca hay que quemar las naves?

Habrá que observar cómo se verifica la transustanciación de unas cuentas que en palabras de Junqueras, hasta hace solo unos días, solo prolongaban “el sufrimiento” de los catalanes.

Los presupuestos presentados por el consejero Andreu Mas Colell fiaban 2.183 millones de euros de ingresos a la generosidad del ministro Cristóbal Montoro. Efectivamente, es una deuda que el Gobierno central debería satisfacer. Pero en Hacienda impera el cálculo egoísta y electoralista respecto al reparto del déficit y, por si fuera poco, la legalidad blinda al Gobierno central de sus propios impagos. Tampoco es ningún secreto que no hay buen rollo respecto a Cataluña. El espíritu de la Navidad no guía precisamente las acciones del Ejecutivo de Mariano Rajoy, mientras Artur Mas prepara en cubierta las cartas de navegación hacia Ítaca. O sea que hay escasas posibilidades de éxito a menos que se trate de convertir unos presupuestos en una cuestión de fe, que es un valor en alza. Efectivamente, en Cataluña y en España hay cosas que no son tangibles, pero que son verdaderas, que están ahí porque los dirigentes lo dicen. Lo que en otras latitudes no pasaría de ser demagogia, aquí es una virtud teologal.

En este país, en el grande y en el pequeño, todo es posible. Los ciudadanos, según el ministro Luis de Guindos, hemos perdido el miedo a quedarnos sin trabajo. Disponer de un empleo se ha convertido en un bien tan escaso como el beluga: ha dejado de formar parte de la dieta cotidiana. La escuela de Guindos hace fortuna y crea discípulos, eso sí aventajados y con el don del matiz. Artur Mas ejemplificó esta línea de pensamiento el pasado martes, un día antes del acuerdo con Junqueras. El president hizo un balance muy generoso de esos vuelos cortos en los que se están convirtiendo las legislaturas en Cataluña. “Llevamos 18 meses con caídas interanuales del paro, pero hay muchas personas que no lo notan y no lo experimentan”. Es decir todo va bien, aunque los ciudadanos no lo perciban.

El pasado año, Cataluña vio cómo se adelgazaban las listas de paro registrado en 49.000 personas. Las cifras, por vez primera, descendían por debajo de las 600.000 personas. Pero la verdad es que el 42% de esos parados registrados causaron voluntariamente baja de esas listas, porque habían dejado de percibir la prestación de desempleo. Se hicieron invisibles a los ojos de la estadística. Y de los políticos. Pero están ahí. No hace falta un acto de para constatarlo.

Por cada contrato indefinido que se firma en Cataluña, hay más de siete temporales. Y esta temporalidad es más corta que las legislaturas de CiU. Por ejemplo, el 84% de los más de 56.000 contratos que se firmaron en el Instituto Catalán de la Salud entre enero y agosto del año pasado tuvieron una duración de un mes o menos. Algunos fueron de horas.

Parece pues que la sociedad y sus gobiernos electos viven realidades paralelas. Y los balances de legislatura los acentúan. Artur Mas también subrayó en su balance de legislatura que pronto comenzará a funcionar el fondo para combatir la pobreza energética, aunque no aclaró —aparte de ayuntamientos y ONG's, como hasta ahora— de dónde iban a salir los fondos. Otro acto de fe. En el terreno de las cosas tangibles y verdaderas, si CiU no hubiera eliminado los impuestos de Patrimonio y Sucesiones, los ingresos se hubieran incrementado en 3.400 millones de euros, según el informe de la Auditoría Ciudadana sobre la Deuda.

Quedan muchos flecos por desenredar en el acuerdo entre Mas y Junqueras. Es verdad que cada vez que ERC se acerca a CiU nacen tasas y se reavivan impuestos a los que los convergentes ya habían encargado un panteón funerario de lujo. El lado social de CiU resucita cuando el pacto se convierte en tabla de salvación política.

Ahora el acuerdo CiU-ERC, aseguran, abre nuevos horizontes. Como en la multiplicación de los panes y los peces, habrá más dinero para estructuras de Estado y para los sectores sociales más débiles, afirman. Vamos a ver una aceleración verbal de milagros hasta las elecciones del 27-S. Y el 28-S, seguirán ahí los dependientes, los parados, los afectados por las listas de espera de la recortada sanidad pública o los perjudicados por la jibarizada renta mínima de inserción. La realidad, a pesar de algunos los políticos, seguirá ahí.

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