Corrupción con rostro humano
Jiménez Villarejo: "Pujol contribuyó a la quiebra de Banca Catalana y que se rodeó de gente que no era un ejemplo de limpieza”
Ha empezado 2015 como acabó 2014, vetándose de nuevo la comparecencia del president Artur Mas en la Comissió d'Investigació sobre el Frau i l'Evasió Fiscals i les Pràctiques de Corrupció Política gracias a los votos de ERC. Se celebraba ya la sexta sesión de la comisión y por cuarta vez Mas quedaba libre de dar explicaciones a los parlamentarios. No hay duda de que los republicanos quieran conocer toda la verdad, y nada más que la verdad, acerca los casos de corrupción que afectan a la política catalana; pero parece que, para ello, tampoco están dispuestos a preguntarle a todo el mundo. “La comisión no es un lugar adecuado para que venga un presidente”, con estas palabras ha defendido su posición el diputado de ERC Oriol Amorós. A ello, los ecosocialistas (ecosocialismo no es gritar Marx y oír cómo la voz rebota en el vacío) han precisado que a Mas (no a Marx) no se le estaba requiriendo como presidente sino como consejero y como delfín de Pujol. La diputada de la CUP, Isabel Vallet, añadió que resistiéndose a que el president comparezca se “le hace un flaco favor, pues se proyectan más sombras que luces”. Esta comisión ya tiene cierto recorrido, cierta vida, y empieza a tomar conciencia de sí misma, de modo que hoy se ha planteado si va a poder cumplir con todo el programa previsto antes de la disolución del parlamento para las elecciones de septiembre. El caso es que han decidido reunirse al término de la sesión para reelaborar el calendario.
Sí, la comisión ya tiene forma y tiene también alma, y esta última quiere adentrarse, de claro en claro, de turbio en turbio, en el mundo de las sombras del pujolismo. El desfile de expertos de todo tipo, la suma de las preguntas y las declaraciones escuchadas hasta hoy, están desvelando un mundo paralelo a la sociedad honesta y satisfecha de sí misma que vendía Convergència desde su poder absoluto hecho de mayorías absolutas. Sesión tras sesión, está sacando la comisión a la luz una forma invariable de tramar, unas prácticas concretas que se fraguaron con el saqueo de Banca Catalana, que luego se han repetido entre el entramado familiar Pujol-Ferrusola, hijos y allegados, y que han contaminado a sucesivos Gobiernos de la Generalitat y ayuntamientos después de tantos años, décadas, de contacto. La corrupción, bajo la luz de esta comisión, deja de ser una informe masa devoradora para mostrar su verdadero y siniestro rostro humano. Acerca de todo esto, de los mecanismos, de la psicología de los corruptos, de los conocimientos exactos de cada caso citado, se le pregunta a cada jurista, a cada técnico de Hacienda, a cada periodista de investigación, a cada fiscal que concurre ante la comisión.
“La comisión no es un lugar adecuado para que venga un presidente”, defiende el diputado de ERC Oriol Amorós
Fue el turno ayer por la mañana del exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo y de dos parejas de periodistas: Siscu Baiges y Jaume Reixach (autores de los libros Banca Catalana, más que una banca, más que una crisis y Jordi Pujol, historia de una obsesión), y Félix Martínez y Jordi Oliveres (autores del libro Jordi Pujol, en nombre de Catalunya, reescrito y publicado ahora con el título de ¿Quién es Jordi Pujol?).
El exfiscal Jiménez Villarejo, junto con el exfiscal José María Mena (que intervino en la sesión anterior), elaboró la querella contra Jordi Pujol en el caso Banco Catalana. Al igual que el de Mena, el historial de Villarejo es el de un jurista perteneciente a una vieja saga familiar de juristas. También comparten ambos una conciencia democrática que se atreven a manifestar durante el franquismo y por ello ambos serán castigados con desplazamientos forzosos. Y ambos acabarán recalando en Barcelona, donde los dos serán militantes del PSUC en la clandestinidad, hasta que la aprobación de la Constitución haga incompatible la militancia con su cargos de fiscales. Los dos hace tiempo que están jubilados. Mena acaba de cumplir 78 años y Villarejo va a cumplir pronto los 80. Y los dos se muestran indignados de ver cómo la democracia se desmorona. Pero si Mena era un fiscal helénico, ático de Atenas, con una prosodia llena de biografía, en Villarejo hay un fiscal romano (de la Bética), de sintaxis sustentada en nombres, fechas y datos. Lo que en Mena es retiro y paseo en solitario, en Villarejo es de nuevo militancia (ha ido en las listas de Podemos, y con ellos fue eurodiputado por 15 días). ¿Significa esto que Villarejo sea más moderno que Mena? ¡Al contrario, los romanos nacieron para hacer de clásicos en la historia!
Villarejo, nariz aquilina, peinado con la raya al lado del hombre prudente, ha traído unos folios escritos a mano y antes de prestarse a las preguntas dice que suscribe todo lo que dijo en la sesión anterior su compañero el exfiscal Mena, y a continuación se encomienda al Foro de Porto Alegre. Explica mucho, acusa mucho sin reparos y asegura que “Jordi Pujol contribuyó a la quiebra de Banca Catalana y que se rodeó de gente que no era un ejemplo de limpieza”, y ahí señala al caso Pretoria con las condenas a Alavedra y Prenafeta, y sigue con Sánchez Carreté, Piqué Vidal, Javier de la Rosa, Pascual Estevill... Concluye que está claro que hubo aprovechamiento de los cargos para poder defraudar y que “no hay parangón europeo de toda esta corrupción en ningún sistema democrático, ni siquiera en el Este cuando había Este”.
El exfiscal Jiménez Villarejo, junto con el exfiscal José María Mena (que intervino en la sesión anterior), elaboró la querella contra Jordi Pujol en el caso Banco Catalana
También detalla el clima político y social en que desarrolló su trabajo como fiscal en el caso Banca Catalana, y sin entrar en lo autoreferencial, pues pone como ejemplos a Solé Tura y a Vázquez Montalbán, cuenta que “se creó un clima irrespirable para quienes eran partidarios de investigar a Jordi Pujol”. (Menos mal que siempre hay, como decía Bertolt Brecht, quienes “llenos de ira y esperanza se sentaron en el suelo para escribir”). Respecto a aquellos mismos días y los posteriores, la diputada de Ciutadans Carina Mejías le pregunta si además había pactos de silencio de PP y PSOE con CiU. “Sí, evidentemente”, es la respuesta de Villarejo.
Cada grupo parlamentario tiene su particular forma de preguntar. ERC, es decir el diputado Oriol, Amorós es sistemático y busca señalar las contradicciones de los comparecientes. Los socialistas, es decir el diputado Jordi Terrades, lo hace siempre con pies de plomo, acaso intentando no acabar preguntándose sobre ellos mismos. El grupo popular, a través del diputado Sergio Santamaría, pregunta siempre intencionadamente, queriendo evidenciar a los rivales. Preguntan políticamente siempre los de Iniciativa, pero desde la cultura política no desde la política legislativa, tal es el estilo del diputado Marc Vidal. En Ciutadans, todos los diputados que hasta ahora han tomado la palabra han coincidido en preguntar antinacionalistamente. El carácter de las preguntas que formula (formula y no lanza) la diputada de la CUP Isabel Vallet rebosa un sentido profundo de la forma y de la equidad. Y por último (pues en todas las sesiones la participación se sucede con este orden) irrumpen las preguntas de la diputada de CiU Meritxell Borràs, que empiezan entre interrogantes retóricos y siempre acaban sin ellos en forma acusaciones explícitas. No encontrando los convergentes una dama de hierro, han tenido conformarse con una mestressa implacable. Esta vez, al exfiscal Villarejo la diputada de CiU ha empezado preguntándole si en su querella contra Pujol fue protagonista de una dejación de funciones al no denunciar entonces en los tribunales lo que ahora cuenta en la comisión, luego ha pasado de preguntarlo a afirmarlo para seguir diciéndole que tendría que haber dimitido de su cargo de fiscal si no podía enfrentarse con todo lo que se ponía en su contra, y ha acabado ligando todo esto con el “rechazo al derecho a decidir” del fiscal (así lo ha llamado, ni siquiera ha dicho “proceso” o “independencia”). Como punto y final, la diputada ha rematado desacreditándole su carrera fiscal.
De las siete horas que ha durado esta maratoniana sesión de la comisión, más de tres se las ha llevado Jiménez Villarejo. La comisión tiene de tiempo para llegar a sus conclusiones hasta verano, cuando se disuelva el Parlamento, y su presidente, el social independentista David Fernández, está resuelto a conseguirlo. Sería formidable que lo lograra, pues a medida que la comisión avanza en su búsqueda conjunta va demostrando que protagoniza uno de los más nobles esfuerzos democráticos de la política actual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.