Grandes coaliciones
En Cataluña tiene mucho más sentido un gobierno de unidad nacional que una hipotética alianza bipartita PP-PSOE
En 2014 algunos líderes políticos españoles y catalanes se mostraron partidarios de formar futuras grandes coaliciones de gobierno en España y en Cataluña, en previsión de lo que pudiera acontecer en 2015 y atendiendo a objetivos muy distintos. Así, Felipe González en mayo, y Rajoy en el balance que hizo a finales del año pasado, dejaron entrever un posible gobierno de coalición entre el PP y el PSOE para contrarrestar la hipotética irrupción de Podemos en las próximas elecciones generales. Por su parte, Oriol Junqueras y Alicia Sánchez Camacho se han mostrado partidarios de un gobierno de concentración para impulsar y para impedir, respectivamente, un proceso constituyente postelectoral que culmine con la independencia de Cataluña.
Los gobiernos de gran coalición (o coaliciones de unión nacional) son aquellos ejecutivos formados por casi todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria o por los principales partidos del arco parlamentario, y se crean para conseguir grandes objetivos políticos concretos y acordados por sus miembros. Ello implica un pacto entre partidos políticos ideológicamente heterogéneos (incluso tradicionalmente opuestos) y, por lo tanto, se trata de una respuesta excepcional ante situaciones de fuerte crisis institucional, social o económica, ante un período de manifiesta inestabilidad política o ante insólitos retos políticos.
Las grandes coaliciones proliferaron tras la Segunda Guerra Mundial para dar respuesta a las graves consecuencias sociales provocadas por el conflicto bélico, como fueron por ejemplo los gobiernos multipartitos franceses de Paul Ramadier de 1947, los gobiernos sextapartitos italianos del período 1945-1947 o el gobierno tripartito de concentración austríaco de octubre de 1945. Posteriormente, en momentos de profundas crisis económicas o políticas, o ante la necesidad de reformas institucionales o constitucionales, también se han formado gobiernos compartidos por los principales partidos, como ha ocurrido, por ejemplo, en Bélgica o en Alemania.
Las grandes coaliciones suelen ser muy estables porque concentran la acción de gobierno en alcanzar la finalidad para la que fueron creadas y suelen tener una oposición débil
A pesar de la distancia ideológica de sus miembros, las grandes coaliciones suelen ser muy estables porque concentran la acción de gobierno en alcanzar la finalidad para la que fueron creadas y suelen tener una oposición débil. Las dificultades aparecen en el momento de fijar los plazos para conseguir el objetivo central de la coalición y en el impulso de políticas ajenas a dicho objetivo. La distribución del sottogoverno y de otras parcelas de poder también puede generar conflictos.
Parece lógico que cuando en una comunidad se plantean grandes retos políticos sea indispensable un gran consenso social y el máximo soporte político e institucional. Por ello, las grandes coaliciones de gobierno, que tras unas elecciones trascendentales pretenden sumar apoyos parlamentarios con diferentes sensibilidades ideológicas y conseguir objetivos de gran calado, son un buen instrumento para formalizar el consenso y blindar así una acción conjunta de los partidos. No parece un argumento muy sólido forzar una gran coalición de gobierno PP-PSOE para neutralizar la voluntad popular o electoral de acabar con el bipartidismo de estas dos formaciones. Las grandes coaliciones van más allá de la mera consecución de una mayoría absoluta electoral y no se crean para ignorar el pluralismo parlamentario sino, precisamente, para reconocerlo y convertirlo en pluralismo gubernamental. Así, hubiera sido más lógico, en su momento, formar una gran coalición y sumar amplios consensos para luchar contra los efectos nefastos de la crisis económica, pero lo impidió la mayoría absoluta del PP y el egoísmo político.
Mientras en España se sugiere sotto voce una gran coalición bipartita para preservar el poder de PP y PSOE, en Cataluña se propone explícitamente una gran coalición multipartita para acelerar (ERC) o frenar (PP) la conversión de Cataluña en un Estado independiente. El objetivo político tiene mayor enjundia y ambos partidos parten de la necesidad de unir fuerzas políticas de ideologías dispares para conseguir determinados fines. Por ello, como ocurre en los gobiernos de concentración, no se trata de convertir amplios pactos electorales en coaliciones de gobierno, sino de que las formaciones políticas concurran por separado a las elecciones, traten de maximizar sus resultados y transformen el pluralismo electoral y parlamentario en un sólido gobierno de unidad.
Si tenemos en cuenta la situación política en Cataluña y como se están planteando las próximas elecciones autonómicas, la formación de un gobierno de unidad nacional tiene mucho más sentido que una hipotética coalición bipartita PP-PSOE para perpetuarse en el poder. Por otro lado, la cultura política pactista catalana aceptaría mejor una gran coalición que una cultura política española influida por el maniqueísmo político que han alimentado PP y PSOE durante décadas.
Jordi Matas Dalmases es Catedrático de Ciencia Política de la UB.
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