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La indestructible supervivencia de los restaurantes centenarios

Los negocios con más de un siglo de vida arrinconan la crisis gracias a las nuevas ideas

Entrada del restaurante La Venta.
Entrada del restaurante La Venta.

Una de cal. Otra de arena. Si por un lado desde 2007 en Cataluña han tenido que cerrar 11.915 locales de restauración, tal como aclaran los anuarios económicos de la Caixa de 2013, por otro son varios, muchos, los restaurantes que han logrado superar los obstáculos de la crisis y llegan a celebrar, en algún caso incluso sobrepasar, el siglo de vida.

“El punto de fuerza de un establecimiento que llegue a cumplir 100 años reside en primer lugar en la capacidad que ha demostrado en su trayectoria para actualizarse generación tras generación. El mantenimiento del buen oficio junto a la habilidad de renovarse son los secretos de todos los restaurantes centenarios”, asegura el director general del Gremio de Restauración de Barcelona, Roger Pallarols. De hecho, si la crisis económica se está llevando por delante muchos negocios que solo logran sobrevivir nada más que un puñado de temporadas, existen establecimientos que dan la impresión de haber hallado el elixir de la vida eterna. Cataluña alberga el mayor número de restaurantes centenarios de toda España, llegando a hasta 39 establecimientos, según datos del Círculo de Restaurantes Centenarios (CRC).

La razón principal que ha favorecido la longevidad de negocios veteranos es el tejido empresarial de carácter familiar, indudable rasgo peculiar de la mayoría de los restaurantes catalanes. “En unos tiempos en los que la tendencia a la globalización atrae siempre más novedades, Cataluña demuestra que es posible innovar sin perder la esencia”, explica Pallarols que también subraya el valor pedagógico de estos establecimientos. “Por parte de las administraciones públicas debería existir una sensibilidad particular capaz de fomentar estos restaurantes que gracias a los cambios que han vivido a lo largo del tiempo pueden ayudarnos a explicar mejor nuestra historia”.

Esta es una selección de ocho de los restaurantes históricos que realmente parecen haber descubierto, siglo tras siglo, la clave para guiñar el ojo a la crisis.

Can Culleretes

Fundado en 1786, el segundo restaurante más antiguo de España al principio repartía la comida por una ventanilla. La demanda fue creciendo y se dispusieron las primeras mesas. “La estructura de la empresa de carácter familiar que ha pasado de generación en generación es el gran secreto de nuestro éxito”, explica Monte Agut, una de las actuales copropietarias de un establecimiento que todavía atesora algunas baldosas originarias de finales del siglo XVIII.

7 Portes

Inaugurado en 1836 en la Casa Xifré de la Barceloneta, se trata de un auténtico símbolo de la ciudad condal, antiguo punto de encuentro de bohemios, artistas e intelectuales. “El restaurante fue diseñado como un café de un tono acorde con los requerimientos de la época y fue el primer local barcelonés con servicios más allá de la comida y la bebida”, afirma Francesc Solé Parellada, propietario del restaurante que aún exhibe en sus paredes las firmas de algunos de sus clientes célebres, entre otros el científico Alexander Fleming.

La Venta

A los pies del Tibidabo, en 1904, abría sus puertas uno de los centros gastronómicos más representativos del Novecientos catalán. Al principio se llamaba La Viña y pese a innumerables altibajos, el restaurante se confirma referente de la cocina clásica catalana con influencias italianas y francesas. “Trabajar con productos de calidad y actuar honestamente son dos factores imprescindibles para el éxito del local”, aclara el propietario Lluis Vinyes.

Can Solé

Fundada en 1903 como taberna de pescadores por Josep Homs, se trata indudablemente de uno de los más populares espacios culinarios de Barcelona. “Seguro que el fundador de Can Solé estaría muy orgulloso de lo que ha sido el recorrido de este restaurante, ya que hemos tenido también clientes procedentes de Australia, Nueva Zelanda, América Central, China, Japón, Filipinas”, considera Josep Maria García, propietario de Can Solé desde 1995.

Can Pineda

Inaugurado hace 110 años y situado en una antigua bodega del barrio de Poble Nou, la decoración rústica y una cocina de mercado tradicional han convertido a Can Pineda en un punto de referencia de la exquisitez de la gastronomía típica catalana. “Poseemos una marca que hay que defender y difundir no solo aquí en Barcelona y reivindicamos la importancia de trabajar con fe y cariño hacia los clientes”, según refiere el jefe y propietario Paco Cuenca.

Pitarra

Corría el año 1890 cuando se inauguró en pleno casco antiguo de Barcelona este restaurante atractivo que fue también el lugar en el que residió el dramaturgo y máximo representante del teatro romántico catalán Frederic Soler, más conocido como Serafí Pitarra. “El éxito del restaurante nace de la unión perfecta entre el buen servicio que ofrecemos y las obras de Pitarra” asevera Jaume Roig, jefe del lugar junto a su hermano Marc. De hecho dentro del restaurante el deleite artístico está asegurado, gracias a colecciones de fotos de época, además de muchos de los recuerdos del dramaturgo barcelonés.

El Sortidor

En el barrio de Poble Sec, justo dentro de la famosa plaza del Sortidor, fue edificado en 1908 el homónimo restaurante que se convirtió de inmediato en uno de los lugares emblemáticos de la ciudad, gracias también a un estilo inconfundible que evoca los locales bohemios de París a comienzo del siglo XX. El pequeño restaurante, originariamente famoso también por sus vermuts, conquista con su fachada modernista original de 1908, sus mesas de mármol y sillas de madera.

Gaig

En 1869, año de su apertura, se llamaba la Taberna d’en Gaig. Tras 145 años se llama simplemente Gaig y recibió una estrella Michelin en 1993. Sencillez y elegancia se funden gracias a Carles Gaig, primer chef y propietario del restaurante desde cuando tomó las riendas en los años 70.

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