Machismo en las aulas
La misma mano que acaricia la cara se transforma en un puño que la golpea
Los árboles de la actualidad nos impiden ver el bosque de la vida cotidiana. La oleada de noticias relacionadas con la corrupción política acapara los medios informativos. Con toda razón. Es una lacra que amenaza con destruir los cimientos de la democracia.
Pero hay otras importantes noticias que no consiguen alcanzar la primera página. Y son tan graves para el futuro del país como la corrupción. Por ejemplo: el número de adolescentes maltratadas por varones se ha triplicado en los dos últimos años en Andalucía (fuente: fiscal de Menores de Sevilla, Isabel Vázquez). Otro dato: en el primer semestre de este año, 813 menores han recibido atención psicológica víctimas de la violencia de género, un 23% más que el año anterior (informe anual de la Consejería de Igualdad).
El machismo se ha instalado, desde hace tiempo, en las aulas. Y crece peligrosamente. Los datos de la encuesta Andalucía Detecta, del Instituto Andaluz de la Mujer, presentados en un reciente congreso, son escalofriantes: el 24% de los jóvenes andaluces cree que el lugar de la mujer está en su casa, ocupada en cuidar a su familia; el 10% cree que los hombres son los que tienen que tomar las decisiones importantes en una pareja; el 50% de los jóvenes cree que la mujer aguanta bien la violencia machista.
¿No es para echarse a temblar? ¿Cuál será el comportamiento de esos jóvenes machistas cuando lleguen a la edad adulta? Lo pueden imaginar. Y también sus consecuencias: en España están siendo asesinadas por violencia machista unas 60-70 mujeres al año (45 han sido asesinadas ya este año). Miles de ellas sufren calladamente, a veces durante toda su vida, la violencia física y psicológica de sus parejas. Muertas (de miedo) en vida.
Además de la violencia tradicional, asistimos al auge del ciberacoso. La violencia ejercida a través de las redes sociales. Un 61% de las jóvenes reconoce haber sufrido malos tratos a través de esas redes.
Los expertos alertan de la pasividad de la sociedad hacia estos acosos, que algunos justifican diciendo que “son cosas de niños”. Pero no lo son. El profesor Enrique Echeburúa dice gráficamente que “la misma mano que acaricia la cara se transforma en un puño que la golpea”. Si no se pone remedio, de las aulas de hoy saldrán los maltratadores y asesinos del mañana.
¿Qué hacer? Educar mejor a los jóvenes. Lo que intentaba hacer la asignatura Educación para la Ciudadanía, que defendía los valores de igualdad, respeto y no segregación por sexos en las aulas. Pero el ministro peor valorado de la democracia, José Ignacio Wert, se cargó de un plumazo esa asignatura con su denostada ley. Menos mal que en Andalucía se sigue impartiendo.
Limpiemos, sí, el país de corrupción. Y de machismo las aulas.
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