El pueblo de la independencia
El municipio vizcaíno de Arrankudiaga votará el 2-N si quiere que Euskadi sea “un estado”
Habrá una urna, tres papeletas posibles, presidente de mesa y una pregunta clara: “¿Quieres ser ciudadano o ciudadana de un Estado vasco soberano?”, pero esta consulta será legal. Los vecinos del municipio vizcaíno de Arrankudiaga, de casi un millar de habitantes, están llamados el dos de noviembre a tomar una semana de delantera a los catalanes.
Su decisión no será vinculante, aunque tendrá componente sentimental: “Podemos pasar a la historia como el pueblo que tuvo el derecho a decidir y hacer camino a una decisión mayor”, explica su organizador Joseba Martin mientras recuerda que en 1979 el municipio pidió, tras las elecciones generales, la independencia de Euskadi.
Derecho a decidir
- Arrankudiaga es una localidad de unos 22 kilómetros de superficie al suroeste de Bizkaia, limítrofe con Álava. En su último censo se contaban 964 habitantes. Se calcula que podrán votar unos 740, incluidos mayores de 16 años
- Itziar Duandikoetxea González, de EH Bildu, es la alcaldesa desde 2011. Su partido tiene cuatro concejales, y el PNV tiene tres (tras ser la única fuerza en la anterior legislatura, con los partidos abertzales ilegalizados y mayoría de abstención). PSE-EE obtuvo 7 votos y PP, 6, frente a los 317 y 280 de los nacionalistas. En las europeas, Podemos se estrenó como cuarta fuerza, con 11 votos
- En 1979, Arrankudiaga pidió la independencia de Euskadi con una moción del alcalde Txomin Eguiluz —apoyado por HB—, parte ahora de la campaña de la consulta
La consulta no la convoca esta vez un Ayuntamiento. Las mesas electorales no estarán en colegios, sino en un local particular junto al batzoki y frente al que se ha dibujado un mural. Los promotores de la asociación ciudadana Ados han tenido sumo cuidado en no caer en los “problemas legales” con los que se encontró la consulta celebrada el pasado abril en Etxarri-Aranaz (Navarra). La Delegación del Gobierno lo ratifica. “Al no estar implicada institución pública, no estar promovida por el Ayuntamiento, y no haber acuerdo del pleno, no hay base para actuar”, reconocen. La votación es legal.
“Las consultas populares tienen mucha tradición, para decidir sobre basuras, agua o, si un barrio como Usansolo quiere independizarse de Galdakao”, justifica Martín, antiguo miembro de la Mesa Nacional de Herri Batasuna y de la ilegalizada ASB que comenzó a contemplar la posibilidad de organizar un referéndum junto al exalcalde del PNV Jose Aspiazu, que ocupó el puesto durante 15 años y que también fue juntero. “Coincidimos después de años de mala relación dos vecinos de procedencias políticas diferentes”, explica junto a un frondoso retoño del árbol de Gernika: “La idea surgió sin partidos o siglas. Es más de pueblo”.
Bildu, en la alcaldía, apoya la consulta, y el PNV, con tres concejales, deja libertad a sus afiliados para votar “o no” y decidir su papeleta, pero recuerda que “el futuro de Euskadi debe tratarse en la ponencia del nuevo estatus político, en el Parlamento”, para “dar soporte jurídico a esta pretensión y llegar al acuerdo con mayor consenso”.
La idea la impulsaron varios condicionantes. La historia de 1979 pesaba en sus mentes, pero, además, con las consultas en Escocia y Cataluña en medio, vieron el dos de noviembre como una fecha clave. “Las municipales están lejos, y el ambiente es más amable”. La campaña de la asociación popular Gure Esku Dago el 8 de junio, una cadena humana por el derecho a decidir a la que fueron 180 arrankudiagarras, dio el último empujón.
Gure Esku Dago reconoce, aun así, que todavía no están en fase de votar. “Tenemos que llegar a un punto de encuentro con pedagogía, y después habrá que estipular los asuntos formales”. Algunos de sus miembros han colaborado con la iniciativa. Comparte sus objetivos y apoyarán otras iniciativas que puedan aparecer a nivel local.
Pero trabajar a ese nivel también conlleva problemas. Dado que no tienen acceso al censo, un programa informático se encargará de identificar a todos los mayores de 16 años. Habrá observadores independientes —profesores universitarios de derecho, por ejemplo— y de los partidos para controlar el proceso. “Será riguroso, nadie votará dos veces”, apunta Martin, que reconoce que es “difícil” convencer a todo el pueblo (en Etxarri votó un 42%). “No hacemos campaña por una opción, queremos una fiesta de la democracia”, como recuerda que fue la de 2009 en la localidad catalana de Arenys de Munt. Literal: ese día recibirán un DJ, partidos de pelota, aizkolaris y hasta Zanpanzarrak navarros.
“¿Y todo esto, vale para algo?” Preguntaba a Martín algún vecino. Él recuerda a los grandes defensores de la libertad: “¿Cuántas veces tendría que oír Mandela que si lo que hacía valía para algo?”
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