Valencia, un cantaor más allá de la silla

"Me he propuesto grabar el espectáculo entero, sin cortes, y sacar un álbum que también se llamará Directo. En lugar de hacer el disco en un estudio vamos a grabarlo en directo porque el flamenco es una música muy viva y me apetece recoger la emoción que siento como artista cuando estoy en el escenario y me llega el amor del público", argumenta el cantaor nacido en Barcelona en 1975 pero criado en Lebrija (Sevilla).

José Valencia, que está en los escenarios desde que tenía cinco años, está convencido de que el cantaor no puede ser "una figura estática". "Hay que romper el molde del cantaor sentado en una silla, un cantaor tiene que ser un artista más completo que se sepa mover en un escenario y convertirse en protagonista", afirma. Valencia ha participado en montajes en los que el flamenco y el teatro se dan la mano como el Rinconete y Cortadillo, que montó el bailaor y coreógrafo Javier Latorre en 2002, o Alicia en el país de las maravillas, una obra de Los Ulen para la Bienal de 2004.

"Conforme vas subiendo peldaños en tu carrera, el nivel de exigencia personal y el del público es mayor, pero también los conocimientos que tienes son mayores y estás preparado para dar lo mejor de ti mismo", reflexiona el cantaor ante la responsabilidad a la que se enfrenta con un estreno propio después de haber conseguido el Giraldillo del Cante en la edición de 2012.

Prisca Briquet complenta su trabajo: "Yo me he ocupado de la imagen del espectáculo y también lo haré del diseño del disco que se grabará en directo. La fotografía es mi lenguaje y con él intento acercarme a cada artista flamenco de una forma diferente y captar sus sentimientos en la imagen. Mi colaboración con José Valencia ha sido muy interesante porque él me ha pedido que rompa los códigos y produzca una imagen que impacte a la gente, sin alejarme de su concepto del espectáculo", comenta Briquet, quien ha plasmado con su cámara el arte de Israel Galván, Rocío Molina, Andrés Marín, El Pele, Manuel Carrasco y tantos otros.

"Antes de fotografiar a un artista estudio su trayectoria, su biografía para tratar de acercarme a su manera de sentir y plasmar eso en la imagen", añade Briquet, centrada totalmente en el flamenco, aunque, según cuenta, este verano ha ensayado un acercamiento al jazz de una forma "recreativa". "La verdad es que me ha sorprendido la cantidad de conexiones que he encontrado entre las dos músicas y, sobre todo, en la manera que tienen los artistas de interpretarlas", adelanta la fotógrafa francesa, capaz de captar la fuerza de un quejío en una instantánea.