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Bellvitge, la ‘resistencia’

Trabajadores, usuarios y sindicatos hacen guardia para apoyar e informar a los pacientes. La presión vecinal frena el cierre veraniego de tres servicios

Jessica Mouzo
Protesta contra los recortes sanitarios en Bellvitge en 2011.
Protesta contra los recortes sanitarios en Bellvitge en 2011.TEJEDERAS

Un muro humano se parapeta a las puertas de las plantas amenazadas por el cierre de verano en el hospital de Bellvitge. “Hacemos guardia”, explica Miguel Mansergas, portavoz de las asociaciones de vecinos de L'Hospitalet de Llobregat. Guardia contra los recortes, el cierre de camas, el colapso de urgencias.

Un maremagnum de siglas sindicales, asociaciones vecinales, plataformas sociales y personas anónimas se esconde tras el variopinto grupo de gente que recorre cada día los pasillos del hospital con un objetivo: denunciar los recortes que ahogan Bellvitge y hacer saber a pacientes y usuarios sus derechos. “Todos coincidimos en que están desmantelando el hospital y es necesario luchar”, apostilla Mansergas.

De ellos salió, en alguna de las asambleas que montan los miércoles en los jardines de Bellvtige, la idea de informar a los pacientes de su derecho a permanecer en su habitación cuando el hospital les propusiese cambiarse de cama para cerrar plantas en verano. Y surtió efecto la iniciativa: ya son más de una decena los pacientes que se han negado a abandonar sus camas y el hospital ha confirmado que tres plantas que deberían estar cerradas, todavían permanecen abiertas.

Algunas de las personas que ahora hacen guardia en las puerta de las plantas, ya cuentan por decenas las movilizaciones en las que han participado y recuerdan las raíces del movimiento que ahora alza a Bellvitge como el gran resistente contra los recortes en sanidad. “Esto es rabia acumulada desde 2010”, explica Ramón Montoya, presidente de la Junta de Personal del Hospital.

Desde la gran movilización que recorrió Barcelona hace cuatro años contra el recorte del 10% que quería aplicar el consejero de Salud, Boi Ruiz, en los presupuestos del departamento, Bellvitge no ha dejado la calle. “Nunca se ha apagado la llama. Han ido tomando el relevo unos y otros, pero siempre hemos estado ahí”, añade Montoya.

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En 2011, junto a los vecinos de L'Hospitalet, Cornellà y El Prat, los trabajadores de Bellvitge se vestían con sus batas blancas y cortaban la Gran Vía —una de las arterias de entrada a Barcelona— para denunciar los recortes. Así, todos los miércoles, a la una de la tarde, durante 52 semanas. Pero la indiferencia del Departamento, reconocen, hizo “flojear” a los sanitarios; y los vecinos tomaron el relevo.

Con mesas a las puertas del hospital y asambleas semanales, los vecinos iban informando a los pacientes para que no se fuesen a casa sin cita y para que denunciasen, vía hoja de reclamaciones, las eternas listas de espera. Y cuatro años después, las mesas siguen ahí.

El anuncio de un nuevo recorte de 11 millones que denunciaron los sindicatos, volvió a incendiar el hospital. A las asociaciones vecinales y los trabajadores se unieron otras plataformas ciudadanas. “Yo empecé a meterme en esto porque, como usuaria, se estaban transgrediendo los límites”, explica una enfermera de urgencias que participa en la Asamblea HUB del hospital, donde ya suman unas 200 personas activas.

Los vecinos, con el boca a boca, y la Asamblea y los trabajadores, vía whatsapp, han montado un calendario para turnarse las guardias y aprovechan “cualquier ratito libre” para ayudar en las acciones de protesta. “La gente viene en la hora de comer para tomarse el bocadillo aquí y hacer bulto. Es duro porque es tiempo de tu vida personal y tienes que tener la comprensión de tu familia”, explica Mansergas. “Cuando llegas a casa, aprovechas para imprimir octavillas, hacer carteles, papeles informativos... Sacas tiempo de donde no tienes”, añade la enfermera.

Todos coinciden en la necesidad de llevar la resistencia a otros hospitales y aseguran que “falta concienciación y organización” para montarlo. La diferencia de Bellvitge, concluye Montoya, es que son “hijos de la cultura reivindicativa del Baix Llobregat, de gente de barrios obreros que ha conseguido las cosas a base de lucha”.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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