Colapso en las urgencias de Bellvitge
Más de 30 personas esperaban ayer en los boxes a ser ingresadas en planta. La saturación del servicio obliga a desprogramar operaciones previstas.
El colapso de las urgencias en los hospitales catalanes este verano empieza a ser algo más que una “situación singular”, como la tildaba el consejero de Salud, Boi Ruiz, el pasado jueves en el pleno del Parlament. El hospital de Bellvitge acumula varias semanas con las urgencias saturadas y decenas de pacientes ingresados en los boxes a la espera de una cama en planta. Los sindicatos alertaron ayer de que unas 33 personas esperaban en los pasillos de la unidad para ser internados en planta. El martes, a mediodía, los enfermos sin cama sumaban 28.
“No había ni camillas para dejar a los enfermos”, denunció el presidente de la Junta de Personal, Ramón Montoya. El hospital reconoció ayer que habían tenido “un pico de pacientes superior a la media” —entre 230 y 250 cada día— y que, a primera hora de la mañana, 31 personas esperaban una cama. “Esto se ha convertido en algo habitual, pasa casi cada día”, puntualizó Montoya.
La presión de las urgencias obligó incluso a desprogramar intervenciones previstas en un quirófano de traumatología. “Por exceso de enfermos en urgencias que se tenían que operar, hay intervenciones programadas que se han tenido que desprogramar”, explicó un portavoz del centro. Sin embargo, los trabajadores aseguran que la dirección les ha confesado que “se suspenden intervenciones por falta de camas”. El centro cerrará este verano más de 200 plazas, según los sindicatos, y la junta de personal aseguró que estas operaciones retrasadas ya se cuentan por decenas en Bellvitge.
Montserrat Navarro es una de las afectadas por los retrasos en las intervenciones debido a la falta de camas. Su madre Josefa, de 89 años, esperaba desde el pasado miércoles a ser operada de urgencia de la cadera por una infección que adquirió durante una de las dos veces que pasó por el quirófano en los últimos tres meses. “Después de tres días esperando, el viernes una médica me dijo que estaban listos para operarla, con quirófano y anestesista preparados, pero que no podían intervenirla porque no había una cama de críticos libre para ingresarla tras la operación”, explicó Montserrat. La hija de la paciente solicitó, apoyada por usuarios y vecinos de L'Hospitalet de Llobregat, reunirse con el gerente o algún responsable del centro para que le diesen una explicación. Aunque no logró un encuentro con la directiva, a última hora de la noche del viernes, su madre fue intervenida. “Es indignante. Estuvimos esperando tres días, y eso que me decían que si no la operaban, en menos de una semana se moría”, se quejó Montserrat, que también denunció que el hospital no le ha facilitado una hoja de reclamaciones, a pesar de haberla solicitado “muchas veces”.
Los sindicatos también confirmaron ayer que la saturación de las urgencias obligó a abrir una planta con 24 camas que “suele estar cerrada todo el año”.
Con todo, la situación límite de las urgencias se escapa de las paredes de Bellvitge. En el hospital de Vall d'Hebron, cuyos médicos de urgencias alertaron hace unas semanas del colapso del servicio, con pacientes ingresados hasta cinco días en los boxes a la espera de una cama en planta, denuncian más de lo mismo. “Los médicos alertan de que faltan líquidos para desinfectar los quirófanos, que no hay termómetros... Incluso después de dar a luz, algunas mujeres se han pasado más de 24 horas dándole leche en urgencias a sus recién nacidos esperando una cama en planta”, explicó la delegada de UGT en el centro, Carmen Martínez.
Con todo, los profesionales coinciden en que Vall d'Hebron y Bellvitge no son “casos puntuales”, como calificó el director del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Josep Maria Padrosa. “Los picos que dice Salud, ya son un Everest. Son picos sostenidos en el tiempo, que se agravarán más por el cierre de las urgencias nocturnas en los ambulatorios”, apuntó la secretaria de Bienestar y Trabajo de UGT de Cataluña, Laura Pelay.
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