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Las cigüeñas se acercan a la ciudad

Los ejemplares que invernan en la región y no se desplazan a África son cada vez más numerosos y aproximan, poco a poco, sus nidos a las calles de Madrid

Esther Sánchez
Una pareja de cigüeñas en un poste de iluminación de la A-6.
Una pareja de cigüeñas en un poste de iluminación de la A-6.ULY MARTÍN

Viaje de ida, viaje de vuelta. Las tres parejas de cigüeñas asentadas en uno de los accesos a Madrid, a pie de la autopista de La Coruña, han construido su nido ajenas al ruidoso ajetreo del tráfico que inunda a todas horas la zona. “Lo que buscan son lugares donde puedan alimentarse, en esa zona tienen la Casa de Campo muy cerca”, explica Juan Carlos del Moral, coordinador del área de estudio de aves de SEO/BirdLife.

El último censo que llevó a cabo la sociedad ornitológica, de 2004, contó 4.221 parejas que pasaban el invierno en la región, debido a un cambio en sus costumbres migratorias. En toda España eran 31.000 parejas. “En estos 10 años se habrá rebasado de largo esta cifra. Desconocemos los datos exactos, pero no me extrañaría que el número de parejas se hubiera incrementado con otras 1.600 o 1.800 más en Madrid”, declara. Sus cálculos se basan en el crecimiento constante de la especie. Entre 1994 y 2004, la población se duplicó: de 600 a 1.200 parejas. SEO tiene previsto realizar el próximo conteo en 2015.

Una cigüeña traslada ramas al nido que está construyendo.
Una cigüeña traslada ramas al nido que está construyendo.uly martín

Muchas de ellas llegan para quedarse. Volar los miles de kilómetros que las separan de África se les antoja muy lejano, sobre todo, las que han convertido el vertedero de Valdemingómez en su restaurante particular. ¿Bueno o malo? “Estar ligadas a un basurero es un arma de doble filo”, aclara Del Moral. Como parte positiva, el experto señala el aumento de la supervivencia que se produce al no emprender la migración, siempre peligrosa. La parte negativa aparece en la dieta, con una alta presencia de gomas, plásticos… “Demasiadas guarrerías que las pueden conducir a la muerte”, puntualiza.

Del Moral señala que, en cambio, los pollos mantienen el chip de la migración y vuelan a Marruecos, Senegal, Namibia o Gambia. Pero cuando llegan a la edad adulta, 3 ó 4 años, ya han aprendido que se pueden quedar. Al caer la noche, las aves ligadas a Valdemingómez acudían a dormir a las graveras de los municipios de Arganda del Rey y Rivas Vaciamadrid.

“Pero el último año empezaron a cambiar las costumbres y muchas de ellas escogieron para dormir en invierno los tejados de viviendas del barrio de Vallecas”, explica Del Moral. Los vecinos las vieron llegar con agrado y sorpresa. Con el paso de los días, la percepción inicial cambió. Las aves movían las antenas de televisión y ensuciaban la ropa. Ya no era tan agradable. “Ahora, como están criando, se han trasladado a sus nidos y ya no hay problema; eso era en pleno invierno. Aunque cualquier día empezarán a hacer los nidos ahí”, vaticina el experto de SEO/BirdLife.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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