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Keith Haring vuelve a Barcelona

Una réplica de su mural de 1989 se reconstruye junto al Macba

José Ángel Montañés
Fragmento de la réplica del mural de Keith Haring inaugurado ayer, junto al Macba.
Fragmento de la réplica del mural de Keith Haring inaugurado ayer, junto al Macba.carles ribas

“Estuve con él más de tres horas. Llegó solo, con un enorme radiocasete donde no paró de sonar acid house. Colocó sus botes de pinturas sobre unos cartones, los removió y se puso a pintar sin hacer un dibujo previo. Todo parecía muy improvisado y parecía llevarlo en la cabeza”. La fotógrafa Silvia T. Colmenero pasó la mañana del 27 de febrero de 1989 junto a Keith Haring, mientras pintaba su mural en una de las paredes de un edificio ruinoso de la plaza Salvador Seguí, en pleno Raval barcelonés. “Se le veía muy tranquilo, tímido y muy discreto. Conforme avanzaba en su trabajo se le acercaba gente sorprendida de ver lo rápido que pintaba y cómo podía hacerlo en una pared sucia e inclinada, sin escalera ni nada”.

Haring, durante la creación de su obra, en 1989.
Haring, durante la creación de su obra, en 1989.silvia t. colmenero

Haring, en ese momento un artista consagrado internacionalmente que había comenzado realizando graffitis en el metro de Nueva York, no cobró nada por esta pintura de 34 metros, un alegato contra la enfermedad del sida que ya hacía estragos en todo el mundo. Solo pidió escoger dónde realizarlo.

Tardó cinco horas en crear esta obra en la que una gran serpiente de color rojo (como la sangre) oprimía una jeringuilla. Justo debajo del ofidio colocó su nombre: sida. A la izquierda, cuatro individuos huyen, mientras otros dos, con forma de tijera, cortan el animal y un tercero le coloca un preservativo. En el centro, tres figuras se tapan ojos, oídos y boca, ignorando la enfermedad, mientras a la derecha escribió un mensaje: “Todos juntos podemos parar el sida” y colocó su firma.

El muro y la pintura se mantuvo en pie hasta que los agentes humanos y atmosféricos y la intensa renovación arquitectónica de Barcelona en los noventa se lo llevó por delante. Por suerte, antes de desaparecer, en diciembre de 1992, —tras las quejas de admiradores del artista como Nazario o Vicenç Bernat—, el Ayuntamiento de Barcelona, de acuerdo con la Keith Haring Foundation, lo calcó a escala real.

Ahora, 25 años después se ha reproducido en la plaza Joan Coromines, junto al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), que ha conservado el calco, además de muestras de color.

El artista también pintó una de las paredes de la discoteca Ars Studio

Ayer, durante la inauguración de la réplica, se recordó la presencia del artista en Barcelona y la pervivencia y actualidad de su mensaje. Ferran Pujol, presidente de Hispanosida explicó lo importante que fue para él ver que alguien hablaba del sida de forma abierta: “Me diagnosticaron el VIH en 1986, en un momento en el que era un gran estigma, que incluso llevaba a que los portadores nos evitáramos. El mural fue un aliento de aire fresco. Por eso, cuando vi en la tele que estaba pintándolo no dudé en venir a verlo”, explicó Pujol.

Por su parte, el consejero de Cultura, Ferran Mascarell, responsable entonces de Cultura en el Ayuntamiento barcelonés, recordó la celeridad con que se concedieron los permisos, para que realizara la obra antes de volver a Nueva York. “Esta obra hizo evidente que existía el sida y que se podía hablar de la enfermedad; demostró que el graffiti no era ensuciar las paredes y lanzó el mensaje de que la vida se puede cambiar a través del arte”.

El Ayuntamiento hizo un calco en 1992 y conservó muestras de color

El DJ César de Melero no ha olvidado la visita de Haring a Barcelona, que acabó pintando una de sus obras en la pared de la discoteca Ars Studio (Atenas, 27) donde él pinchaba. “Cuando alguien me dijo que estaba haciendo cola para entrar, lo cogí del brazo y lo colé”, recuerda. “Desde entonces fue cada día, durante toda una semana para bailar la música que le gustaba. Se sentía como en casa; incluso, su compañero Rico acabó pinchando”, explica De Melero, que insiste en calificarlo de “artista” y no de “grafitero” ya que “pintaba con pincel”. Un día antes de regresar a su país, pintó el mural en el que De Melero participó: “La frase se la escribí yo”. La decepción vino poco después: “Volví a verlo y no se podía ver: los vecinos habían pintado caras, porros y pollas”. De Melero hizo el vídeo en el que se ve al artista pintando en 1989 que se proyectó ayer, por primera vez con su audio original, en el Macba.

Haring falleció en febrero de 1990 con 31 años, víctima del sida que le habían diagnosticado en 1988. “Lo lamenté mucho. Se nos fueron muchísimos con el sida”, se lamenta Colmenero,que ha cedido sus imágenes a Raval Cultural, la entidad que ha promovido la recuperación del mural.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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