El 80% de los ciudadanos ha debido cambiar de hábitos por la crisis

La crisis, que supera ya un lustro de duración, ha obligado al 80% de los ciudadanos a modificar sus hábitos de comportamiento por las dificultades económicas que atraviesan. Unas perspectivas, además, para las que no se ve un futuro despejado inmediato, pues el 57,3% de los ciudadanos opina que dentro de un año la situación económica de Euskadi será igual, mientras que otro 23% opina que irá a peor. Una situación, además, que un 56% de los ciudadanos considera regular y otro 32% directamente mala o muy mala.

Estas son algunas de las conclusiones que arroja el primer Barómetro Social que ha realizado la Universidad de Deusto, cuyas conclusiones ha presentado esta mañana. El sondeo —mil entrevistas realizadas a través de Internet entre el 20 de noviembre y el 2 de diciembre pasados— detalla una docena de comportamientos que los vascos se han visto forzados a variar por la crisis. El más repetido es reducir los gastos dedicados a ocio y tiempo libre, que han tenido que adoptar el 73,6% de los encuestados. Otro 28,5% ha debido rebajar gastos en alimentación y un 24,5% no comprar ropa o calzado realmente necesaria.

Un 19,4% ha dejado de ir al dentista, otro 16,1% come menos carne y pescado y un 10% ha tenido que pedir algún tipo de ayuda a amigos, vecinos o familiares.

A la hora de atribuir responsabilidades sobre por qué se ha llegado a la actual situación, los encuestados tienen claros los principales culpables: el Gobierno central (96%, 19 puntos por encima que el Ejecutivo vasco), los bancos (95%) y los mercados financieros en su conjunto (92%). Casi tres de cada cuatro ciudadanos consideran a la Alemania de Angela Merkel la principal responsable.

En un escenario en el que el paro y la situación económica siguen siendo los principales problemas de la comunidad autónoma, un abrumador 88,9% de los parados ve “poco” o “nada” probable encontrar un puesto de trabajo en los próximos seis meses, mientras que un 16,7% de los trabajadores cree “muy” o “bastante” probable perder su empleo en ese mismo plazo de tiempo.

Esta inseguridad laboral crece en función del sexo (cinco puntos más entre las mujeres que en los hombres) y la edad, pues es mucho mayor entre los jóvenes (31% entre las personas de 18 a 24 años y un 22% entre las de 25 y 34) que en los de edad superior.

Los ciudadanos tienen claras cúales han de ser las líneas rojas que no habría que recortar en ningún caso en un Estado del bienestar mayoritariamente defendido: la sanidad (citada por un 86,1% como un límite infranqueable), la enseñanza (79%) y las pensiones (68%).

Los servicios públicos más valorados son Osakidetza (con una nota de 6,7 sobre 10), la educación (6,3) y el transporte públicos (6,1) y las carreteras (6), mientras que suspenden la Administración de Justicia (3,8), que saca la nota más baja; el Servicio Vasco de Empleo-Lanbide (3,9) y las políticas de vivienda (4).

Respecto a las desigualdades entre sexos ante la crisis, la encuesta refleja que un 53 % de los hombres no ha hecho ningún cambio en su vida laboral para cuidar a sus hijos o a sus mayores, mientras que la mayoría de las mujeres (61 %) sí ha tenido que adaptar su trayectoria profesional a los cuidados familiares.