Fabra y el Consell le dan al interruptor y se escabullen

Puede que no se trate de una huida en toda regla, pero desde lejos (y desde cerca) tiene ese formato, esa apariencia y esa textura. La agenda de la Generalitat enviada la noche del jueves fijaba la reunión del pleno del Gobierno valenciano en Ibi (Alicante), algo que pese a no ser usual tampoco resulta del todo insólito, dado el Consell de vez en cuando y con carácter simbólico se desplaza y representa por la geografía valenciana. Sin embargo, llamaba la atención que la rueda de prensa posterior, la que protagoniza el vicepresidente de la Generalitat, José Ciscar, se alejara de su emplazamiento habitual, el Palau de Fuentehermosa de Valencia, hasta Alicante en un momento tan informativo tan crucial.

El día iba a ser más caliente de lo previsto, puesto que en las puertas del Palau de la Generalitat, además de la concentración prevista de trabajadores de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV) tras la aprobación de la supresión de este servicio público por la mayoría del PP en las Cortes, confluyen tres columnas de damnificados por los impagos del Consell (las residencias de la tercera edad, a las que se les deben 110 millones). El Gobierno valenciano, que precipitó ayer una reunión para nombrar a los liquidadores, ya había previsto el desenlace para la madrugada. La distancia física que el Consell ha puesto respecto a la hoguera que iba a encender en Valencia y la nocturnidad con que había decidido acometerla no disipan precisamente la sensación de flaqueza de un Gobierno que tendría que haber afrontado con valentía en el Palau de la Generalitat la trascendente decisión que ha adoptado en contra de gran parte de la sociedad valenciana y por la que su presidente, Alberto Fabra, pasará a la historia.