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Tribuna
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Catalunya Punk

El cuarteto que ha llevado a la ruina a Catalunya Bank ha interpretado la partitura musical más destructiva

De Peralada a Arbúcies el verano es tiempo de festivales de música. Los hay a docenas y este periódico ha dado buena cuenta de ellos, pero creo que a la crítica musical se le escapó uno que va a dejar un recuerdo inolvidable. En el centro de Barcelona, ante un público selecto, Antoni Serra Ramoneda, Narcís Serra, Josep Maria Loza y Adolf Todó ofrecieron un concierto que será recordado durante décadas. O al menos sus consecuencias.

Estos cuatro artistas han conseguido lo que parecía imposible después de los Manel, resucitar en Cataluña la vena musical más destructiva, antisocial y anticultural. ¿Catalunya Banc? No, no lo han oído bien, esa banda se llama Catalunya Punk y se ha ganado a pulso el nombre y los galones de grupo de culto. Los cuatro componentes han demostrado maneras y han llegado a lo más alto para enseñarnos que, como decían los punk cuando firmaban por una discográfica, el sistema también se puede reventar desde dentro. Ni Ramones, ni Kortatu. Johnny Rotten es un angelito. Las demostraciones anteriores al concierto y el festival que ofrecieron durante la comisión de investigación en el Parlament hacen que nos sonrojemos al recordar el anarcho-punk o el Oi!

La actuación de este cuarteto ha conseguido arruinar una caja de ahorros, una acción remarcable contra el sistema y la sociedad que ya quisieran tener en su currículo muchos vocalistas con cresta verde y tachuelas. Además, sin despeinarse, casi tan bien vestidos como los Dead Kennedys en aquella inolvidable portada en la que aparecían encorbatados. Han dejado en nada los ahorros de miles de personas y han destrozado barrios y suburbios con urbanizaciones ruinosas.

La cadena que nos hicieron nuestros banqueros se forjó aquí. Son unos destroyers, pero son nuestros destroyers

Yo no sé cómo calificar esas actuaciones si no es en el marco de un programa antisocial bien definido. “Esto no es Jamaica, esto es el Llobregat, aquí no hay palmeras, solo hay suciedad”, cantaban los Decibelios, pero podría declamarlo perfectamente Narcís Serra, aporreando el piano sin quitarse el traje con el que volverá a cualquier consejo de administración y si no, al tiempo.

Como me tragué todo el concierto les puedo subrayar algunos momentos estelares. Serra Ramoneda declaró que le repugnaba (ah, qué punk) emitir preferentes desde las Caimán. Se debía tratar de una repugnancia poco repugnante, así como de performance. El cinismo de Narcís Serra superó todas las expectativas y el de los otros vocalistas: culpó al signo de los tiempos dejándonos tan boquiabiertos como la descripción de self-made man que hizo de sí mismo Josep Maria de Loza.

El más atrevido en su look fue Adolf Todó, quien apareció con una cara tan dura como morena de UVA. Se ve que entre todos la mataron y ella sola se murió. Mucha mugre, sí, pero les espera una vida llena de éxitos, oportunidades, patronatos, actos sociales y cruces de Sant Jordi, aquí paz y después gloria.

¿Catalunya Banc? No, Catalunya Punk, es un fenómeno autóctono. Vale, Madrid se cargó Bankia y el Banco de España apesta. Pero la cadena que nos hicieron nuestros banqueros se forjó aquí. Son unos destroyers, pero son nuestros destroyers. Claro que a llegar a semejante hito los han ayudado numerosos groupies. Se siente el ERE, pero muchos comerciales de banca y directores de sucursales se cubrieron de gloria. Ni los sindicatos ni los miembros de la comisión parlamentaria se quedaron atrás. Puro punk, exceptuando a David Fernández (CUP) que uso el diccionario para leer la definición de ladrón. Ya se ve que los hábitos no hacen a los monjes.

Y aquí es donde se acaba la crítica musical porque algunos punks y usted y yo, por mucho menos, acabaríamos peor que estos queridos miembros de la sociedad civil. Lo que han hecho es grandioso, de leyenda, han puesto el nivel a ras de suelo: se han cargado una caja de ahorros y, provocadores ellos, nos han escupido desde el escenario. Lo han hecho tan bien que la cadena alternativa no tenía qué rodear, se tuvo que ir hasta Caixa Punk. Hay que hacerles un homenaje en la Pedrera que estos tíos son unos genios, fíjense que ya nadie se acuerda de nada.

Francesc Serés es escritor.

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